domingo, 2 de junio de 2013

Soluciones contra el paro

Autor invitado: Marcos Franco


Casi 20 años después de aquel 1994 en que la tasa de paro en España alcanzó su mayor pico histórico con un 24%, la actual crisis nos ha llevado a rebasar ya esa cifra situándonos en un vertiginoso 27%. El problema del desempleo se ha convertido con el paso de los años en ese monstruo que regresa cada cierto tiempo, como las plagas en la antigüedad, para azotar a nuestro país ahogando la economía, generando grandes bolsas de desigualdad y frustrando las esperanzas vitales de mucha gente.

Ante la magnitud de este problema no basta con aplicar paños calientes, sino que se requieren medidas contundentes que sirvan para atajarlo de una vez por todas, asumiendo si es necesario algunos sacrificios. Si en su día hablamos de las múltiples consecuencias del paro, en esta ocasión nos toca hacerlo de las posibles soluciones. Entre las que hemos podido recopilar de boca de distintos expertos cabe señalar las siguientes:

  • Crédito para las empresas: lo dicen muchos pequeños y medianos empresarios, la falta de crédito está impidiendo a muchos negocios salir adelante o crecer y generar empleo. Las inyecciones de capital que ha recibido la banca desde los entes públicos no se están trasladando al tejido empresarial. Es de recibo que, si la banca disfruta de cierta protección estatal frente a los desastres financieros, debe también asumir ciertas obligaciones para con los intereses públicos.
  • Ayuda al emprendedor: se deben eliminar trabas administrativas para la puesta en marcha de un negocio, y reducir las aportaciones a la seguridad social cuando los ingresos sean inferiores a cierta cantidad (por ejemplo 1000 €), independientemente de la edad. Por otro lado, hay que fomentar la cultura emprendedora desde la Universidad y darles a los estudiantes una formación que incluya las habilidades y conocimientos necesarios para constituir nuevos negocios, en todas las carreras.
  • Reforma laboral: es la gran apuesta que desde el año pasado viene aplicando el actual gobierno (PP), y que es una ampliación de la reforma que ya inició el gobierno anterior (PSOE). Algunas voces claman por una mayor profundización en ella. Entre sus medidas se incluye el recorte de ciertos derechos de los trabajadores, lo que provocó mucha contestación social, pero está razonablemente fundado en la premisa de que las empresas son las que crean empleo, y una empresa contrata nuevos empleados si piensa que les va a salir rentables. Si no, no lo hace. Aumentar la rentabilidad de los trabajadores es una medida impopular pero probablemente de las más efectivas para generar empleo.   
  • Inversión pública: aunque la necesidad de atajar el déficit público no permite muchas alegrías en el capítulo de gastos, la inversión pública, particularmente en infraestructuras, pondría manos a la obra a miles de personas que están actualmente de brazos cruzados (unos cobrando el paro, otros ya no) en un gran sector deprimido en la actualidad como es el de la construcción. Además, debido a esta situación este tipo de contratación debería ser hoy en día mucho más barata que en tiempos de bonanza, lo que supone una oportunidad para el Estado.
  • Reparto del trabajo: ante un escenario en el que el trabajo, de una manera endémica, se ha vuelto un bien escaso, la reducción de la jornada laboral (a por ejemplo 35 horas semanales) es una medida de largo recorrido que por sí sola podría generar empleo para cerca de un 8%-10% de la población en paro. Favorece además una mayor conciliación de la vida familiar y laboral. Su ámbito de aplicación sería principalmente en grandes empresas y en la Administración Pública. Esta idea tiene sin embargo sus detractores, pues debería llevar aparejada una reducción proporcional en el salario de los empleados.
  • Minitrabajos: otra propuesta que levanta cierta polémica –por el riesgo de precarización del trabajo-, son los llamados “minijobs”, que son populares en países como Alemania o Suiza. Suponen una oportunidad de trabajar, aunque sea por un salario reducido, para multitud de personas que necesitan desesperadamente una fuente de ingresos, y/o para jóvenes que para encontrar su primer empleo se ven lastrados por su falta de experiencia laboral.
  • Bajada de impuestos: según muchos economistas, reducir los impuestos, tanto directos como indirectos, conduce a un mayor consumo, lo que reactivaría la economía y el empleo. Sin embargo, al margen de consideraciones ideológicas, bajar los impuestos es poco menos que imposible en un momento en el que ya se han tenido que aplicar duros recortes para disminuir el gasto público y en que además se nos exige reducir el déficit (pues el Estado sigue gastando más de lo que ingresa). Existen por ello razones para preconizar exactamente lo contrario, es decir, subir más algunos impuestos (especialmente los que afectan a las rentas más altas y a los productos de lujo), junto a una mayor lucha contra el fraude fiscal, para poder reducir el déficit sin necesidad de recortar el empleo financiado con inversión pública, y poder también garantizar la protección a los ciudadanos más afectados por la crisis.

1 comentario:

Pio dijo...

Te felicito y me alegro que hayas escrito este un meditado artículo en nuestro blog a propósito del que es el principal problema de nuestro país, el paro masivo.
Todas las medidas que propones -crédito a las empresas, ayudas al emprendedor, reforma laboral, inversión pública, minitrabajos, bajada de impuestos y reparto del trabajo- me parecen necesarias y acertadas; yo dividiría las que son factibles a corto y medio plazo. Todo hace suponer que durante algunos años más vamos a tener que convivir con altas tasas de desempleo que ahora está en 27% de la población activa. Si pudiéramos crear 500.000 puestos de trabajo anuales, que es una meta ambiciosa necesitaríamos seis años para reducir a la mitad los seis millones de desocupados, y eso partiendo de un crecimiento del 2% anual del PIB que desgraciadamente no está a la vista, y que se considera indispensable para crear empleo. Los errores se pagan y estamos sufriendo la penitencia por el derroche, el despilfarro y la mala política de inversiones, aparte de haber inflado la burbuja inmobiliaria a costa de endeudarnos hasta las cejas. Las consecuencias se traducen en tener un presupuesto cautivo de 70.000 millones de euros que suman el pago de intereses (40.000 millones) y los subsidios al desempleo (30.000 millones)
De las medidas que apuntas me detendré solamente en dos de ellas: la bajada de impuestos y el reparto del trabajo. La primera debería articularse en una reforma tributaria a fondo en la que se igualaría la fiscalidad del capital con la de las rentas del trabajo La rebaja afectaría al IVA que castiga a las economías más débiles e impulsa la inflación, y se incrementarían los directos (IRPF y Sociedades) así como la recuperación de los impuestos de Patrimonio y Transmisiones, en mal hora abolidos,
En cuanto al reparto del trabajo, es inesquivable acometerlo, aunque la rutina y las ideas fijas levantes obstáculos a su implementación. Es un hecho comprobado experimentalmente que los avances científicos y técnicos han aumentado en gran medida la productividad del trabajo, y esto se ha traducido en una fuerte eliminación de mano de obra. Basta pensar, por ejemplo lo que ha significado el empleo de la robótica, la informática y y las nuevas comunicaciones. Compárense las horas de trabajo para fabricar un coche hace 40 años y las que se necesitan ahora. Ya se atisba un futuro no lejano en que los sensores controlarán las máquinas, con la pérdida de empleo que ello conllevaría. Y el proceso en marcha es imparable. Es cierto que las nuevas industrias generan empleo pero mucho menor del que destruyen. En materia de producción de bienes y servicios el capitalismo se ha mostrado superior a cualquier otro sistema, pero falla en lo que se refiere a la distribución de los beneficios.