sábado, 22 de diciembre de 2012

Hacia el fin de ETA



    Con el comunicado de la banda terrorista emitido el 20 de noviembre de 2011 en el que anunció el cese definitivo de su actividad criminal, se abrió una nueva etapa de la historia contemporánea de España. Transcurrido un año de aquella fecha sin que haya desaparecido definitivamente,  cabe esperar, no obstante,  que el próximo año 2013 se confirme su disolución porque, privados de sus  recursos habituales, tienen amenazada de muerte su existencia, a menos que reanudasen  sus prácticas delictivas, lo cual no parece probable.
    El día en que se confirme su extinción habrá desaparecido la siniestra sombra que durante cuarenta años se proyectó sobre el panorama político, económico y social del país por culpa de una banda de iluminados, inspirados por las teorías identitarias de un grupo reducido de intelectuales mesiánicos capitaneados por el fanático Sabino Arana al que el PNV llama el maestro, sembrador de odio a todo lo español.
    Lo que en la jerga terrorista era lucha armada se desarrolló mediante   atentados indiscriminados con explosivos, asesinatos de quienes no compartían sus ideas políticas, secuestros y extorsiones a lo largo de toda España, poniendo en peligro la democracia y provocando zozobra, angustia y dolor en una campaña criminal  a la que la sociedad española, en un ejercicio de serenidad y confianza en las fuerzas de seguridad, no claudicó ni respondió con actos de represalia, como, por ejemplo, ocurrió en Irlanda del Norte frente al IRA.
    A falta de ulterior balance de lo que representó la vesania etarra, que ocasiono más de 800 víctimas mortales de toda edad y condición, con la única excepción de los curas, desde el 7 de enero de 1968 en que fue asesinado el guardia civil Manuel Jardines Arcay. En ese balance nunca se podrá valorar el duelo de tantas familias de uno y otro bando, heridas que seguirán abiertas por mucho tiempo.
    La banda no pudo lograr con sus atrocidades ninguno de los objetivos que perseguía, como eran la secesión del País Vasco y la anexión de Navarra. Su derrota se debió a la conjunción de diversos factores que pusieron a la organización contra las cuerdas y la obligaron a renunciar a su empeño. El mayor peso de la lucha recayó, como es lógico en la policía y la Guardia Civil pero también coadyuvaron al éxito, la colaboración del gobierno francés,  el cansancio de la fracción de la población que apoyaba a los etarras, la declaración de banda terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos, y de gran eficacia, la presión judicial impulsada por el juez Baltasar Garzón que promovió la ilegalización de Batasuna y de otras organizaciones afines controladas por ETA, incluido el procesamiento de sus dirigentes. El juez no podrá recibir la gratitud popular al haber sido condenado a inhabilitación por diez años, en un proceso harto cuestionado y recurrido ante instancias internacionales.
    Las expectativas que abrió el cese de la violencia y el consiguiente proceso de paz permitieron la celebración libre, por primera vez en la democracia, de las elecciones autonómicas vascas el 25 de noviembre de 2012 que, sorprendentemente, premiaron con los votos a quienes compartieron los fines independentistas de ETA a costa de quienes la combatieron con la ley, si bien ahora los primeros usan como armas las papeletas y no las pistolas. La democracia, que estuvo secuestrada, recuperará paulatinamente la normalidad, por más que resulte complicada la convivencia de víctimas y victimarios. La gente podrá pasear libremente por la calle y expresarse sin temor  a ser atacada por la espalda, los 3.000 escoltas privados, al quedar cesantes, podrán reciclarse en otras profesiones, los empresarios dejarán de recibir cartas de extorsión y finalmente,  regresarán a su tierra  los vascos que se vieron obligados  a ausentarse por las amenazas y chantaje de los terroristas. Los ministros de Interior se liberarán del mal trago de asistir a los entierros de las víctimas.
    A cambio de la disolución no habrá negociación como pretendía la banda y el colectivo de presos. La única concesión que está dispuesto a hacer el Gobierno es en materia de política penitenciaria, en relación con los 700 reclusos que expían sus crímenes en cárceles españolas. Se les ofrece el acercamiento al País Vasco y la excarcelación de los que estén enfermos de gravedad, todo condicionado a que los afectados reconozcan el daño causado y soliciten la aplicación de los beneficios penitenciarios que les otorgue la ley.
    Es de esperar que pronto se cumplan las previsiones para que podamos felicitarnos de que la democracia haya vencido a sus enemigos y por despertar de un mal sueño que perturbó la vida de los españoles y nos torturó con su presencia durante tanto tiempo que parecía haber adquirido naturaleza epidémica.
    Cuando la nefasta organización haya abandonado la escena sin dejar rastro, confiemos en que la sociedad española quede inmunizada contra nuevos brotes terroristas y que la convivencia ciudadana discurra por cauces pacíficos permanentes, desmintiendo la cínica frase que pronunciara Franco de que “la vida es lucha y la paz
 un accidente”.

                                          FELIZ AÑO 2013

lunes, 17 de diciembre de 2012

Una Constitución mejorable



La celebración del trigésimo cuarto año de la Constitución, no registró el consenso con que fue aprobada por los españoles el 6 de diciembre de 1978.   

    Solo el PP se pronunció por mantenerla inmutable, al menos de momento, mientras los demás partidos estuvieron de acuerdo, por diferentes motivos, en dotarla de un nuevo uniforme para vestirla con ropaje de nuestro tiempo por haber envejecido desde que se estrenó el primitivo.

    La realidad muestra con claridad meridiana que ninguna Carta Magna nace con vocación de eternidad y, con más o menos vida son sustituidas o enmendadas. Es innegable que la nuestra tiene notables virtudes como lo prueba el hecho de haber presidido el mayor plazo de paz y democracia conocidas, además de haber sido la primera pactada y no impuesta.

    Los redactores, sin duda temerosos de la volubilidad de los españoles, pusieron tan difícil el propósito reformista que resulta muy aventurado conseguir el voto favorable de los tres quintos del Parlamento y del Senado, lo que supone contar con los dos mayores partidos que por ahora ya hemos visto que no se da.

    Opino que lo que no ha dado los frutos esperados no fue tanto la Constitución como la utilización que de ella han hecho las fuerzas políticas. El resultado ha sido que, junto al desconocimiento del texto de muchos españoles, su disgusto por lo que consideran carencias y la falta de garantías del cumplimiento de los derechos que consagra, como el de igualdad ante la ley por el encarecimiento de las tasas judiciales o la concesión caprichosa de hecho del indulto por el Gobierno.

    Es evidente que con una Constitución democrática, social y progresista no deberían tolerarse  situaciones tales como  la existencia de cientos de miles de viviendas desocupadas  y otros tantos desahuciados sin hogar, que en situaciones de dificultades extremas el Gobierno acentúe la desprotección de los más débiles, o que más del 22% de la población  esté inmersa en la pobreza.

    Entiendo que el daño no proviene de nuestra ley de leyes sino del capitalismo salvaje, un sistema económico-político en que vivimos que no reconoce la existencia de necesidades si quienes las sufren no son solventes. Ello no obsta para que sea deseable un “aggiornamento”, pues desde que entró en vigor se produjeron acontecimientos trascendentales (incorporación de España a la UE, caída del muro de Berlín. implementación del Tribunal Penal Internacional) que deberían tener su reflejo en el articulado de nuestra norma constitucional.

    A mi juicio, lo prudente sería la creación de una comisión mixta de expertos de los partidos políticos e independientes que en un plazo prefijado presentase en el Parlamento sus conclusiones donde serían debatidas para iniciar seguidamente la tramitación de las reformas, con arreglo a los requisitos establecidos por la propia Constitución.

martes, 11 de diciembre de 2012

Evolución lingüística de la península ibérica




El destino de las lenguas, como toda creación humana es la temporalidad, es decir, la limitación cronológica de su vigencia.  De las 6.500 que se hablan actualmente, todos los años mueren unas cuantas, difíciles de cuantificar, en beneficio de las mayoritarias. La convivencia de unas y otras conlleva una relación conflictiva que termina decantándose por la hegemonía de una de ellas, en tanto que las demás devienen minoritarias hasta entrar en vías de extinción. Los ejemplos serían incontables. ¿Quién se acuerda en Egipto del idioma que hablaban sus ancestros constructores de las pirámides? Lo que está claro es que la vida de una lengua está vinculada a los avatares históricos y que cuando una nación es invadida por otra, el invasor impone la suya. Así ocurrió en Iberoamérica con la llegada de los españoles y portugueses, y a la inversa, lo que experimentó el español en Filipinas, desaparecido tras la invasión estadounidense, sustituido por el tagalo y el inglés.
    La Península Ibérica, en los tiempos más antiguos de que se tiene noticia, estaba poblada por distintas etnias, cada una con su habla propia, de origen desconocido, como el ibero en la costa mediterránea o el eusquera en el Norte; otros pertenecían a la familia indoeuropea como el celta o el celtibérico, en la meseta.
    Con la colonización romana se impuso el latín, y su propagación hizo desaparecer todas las demás, con la excepción del eusquera, con lo que casi se logró por primera vez la unidad lingüística peninsular.
    Esta situación cambió con la invasión de los bárbaros en los siglos V y VI (godos, vándalos, suevos y visigodos) que impusieron sus lenguas germánicas, si bien pronto sus aristocracias se apropiaron del latín.
    Nuevamente cambió el panorama idiomático con la llegada de los árabes en 711, los cuales introdujeron su lengua y el bereber, se extendieron sobre todo por el centro y Sur de la Península, que fue donde se mantuvieron por más tiempo. Por el contrario, en el Norte pronto se inició la reconquista en las cordilleras cantábrica y pirenaica que se prolongó durante varios siglos. A medida que iban siendo empujados los árabes hacia el Sur se iba sustituyendo el árabe por las lenguas romances derivadas de latín, formadas a partir de la Baja Edad Media con aportaciones germánicas y árabes.
    Sus principales representantes son el catalán, el castellano y el gallego. Este último llegó a tener gran predicamento como muestran las cantigas de Alfonso X el Sabio, pero la hegemonía política de Castilla convirtió el castellano en lengua dominante.
    Con la culminación de la Reconquista en 1492, tras casi ocho siglos de lucha armada, los árabes emigraron al Norte de África de donde habían venido, y con la expulsión de los llamados moriscos en 1609 se extinguió el árabe en la Península Ibérica.
    Portugal, que vivió ocupaciones similares a las de España, al independizarse en el siglo XII, formaba parte del territorio lingüístico galaico, fue formando su propio idioma evolucionando desde el gallego común, y al romperse la anexión de España en 1640, se libró de la influencia castellana.
    A lo largo de los siglos, nuestros antepasados se han expresado en diversos lenguajes. ¿Cuáles utilizarán nuestros sucesores? ¿Cuando la humanidad podrá entenderse en uno común?

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Para que renazca el PSOE



    Es un hecho incuestionable que el PSOE sufre una aguda crisis, tanto de liderazgo como de pérdida de confianza entre sus afiliados y simpatizantes. Como partido de izquierda se ha enajenado la adhesión de millones de españoles como se ha puesto de manifiesto en las últimas consultas electorales así generales como autonómicas, cuyos resultados superan los peores registros cosechados desde la instauración de la democracia en España. Y no se perciben indicios de que vaya a detenerse el declive.
     La pérdida de rumbo se hizo visible por primera vez a tenor de la declaración de Felipe González de que el color del gato no importaba siempre que cazase ratones. Como si no tener principios fuera lo de menos. Esta deriva ideológica se puso de relieve nuevamente con la afirmación del ministro de las devaluaciones, Carlos Solchaga, de que España era el país donde uno podía enriquecerse más rápidamente. La tercera muestra de desorientación ideológica corrió a cargo de José Luis Rodríguez Zapatero, el cual durante su nefasta presidencia del gobierno –por emplear términos suaves- opinó públicamente que bajar impuestos también era de izquierda (aunque se tratase de los directos). En coherencia con sus palabras rebajó el IRPF y el de Transmisiones y eliminó el de Patrimonio. Medidas todas en beneficio preferente de las grandes fortunas.
    Me resisto a aludir a su insistencia en negar la crisis económica, por cuanto el crecimiento de la burbuja inmobiliaria, detonante del derrumbe, se había iniciado en 2002, por el gobierno de Aznar, impulsada por la ley que declaraba urbanizable casi toda la superficie del país. Lo que hizo el gobierno socialista fue aprovecharse de la aparente prosperidad que generaba la disparada construcción residencial de más viviendas que Alemania y Francia juntas, confundiendo lo extraordinario con lo normal hasta que estalló la burbuja y el mercado inmobiliario se derrumbó y el partido socialista cargó con las culpas propias y ajenas.
    En este estado de cosas, recuperar la confianza no va a ser tarea fácil. Y no lo será menos si el PSOE no vuelve a sus orígenes y recupera sus raíces. Para ello necesita sustituir a sus líderes actuales por otros no implicados en los errores de anteriores legislaturas. Estos gobernantes se acercaron tanto al neoliberalismo y al pensamiento único del PP (privatizaciones, pérdida de derechos laborales, rebaja de impuestos, sumisión a los poderes económicos y financieros) que al elector se le hacía difícil distinguir entre ambos partidos.
    Si el PSOE aspira a levantar cabeza y ser una alternativa de gobierno tendrá que depurar sus cuadros, aclarar sus posiciones ideológicas y enarbolar la bandera de la libertad, igualdad y solidaridad y proteger lo público frente a los intereses privados. Deberá responder a una serie de preguntas como las que enumero a continuación:
-  Supresión o reforma del Senado
-  Reducir el número de municipios
-  Supresión de las diputaciones provinciales
- Promulgación de una ley para combatir la corrupción, promover el retorno a la ética y la prohibición del transfuguismo
-  Eliminación de los monopolios
-  Reforma tributaria que iguale la fiscalidad de las rentas del trabajo con las del capital
-  Reforma integral de la política energética
-  Reforma del Estatuto de los Trabajadores para eliminar la exclusión  de sus normas a los altos directivos empresariales
-  Garantía de la enseñanza y sanidad pública, universal y gratuita
-  Elaboración de un plan realista y creíble para salir de la crisis
-  Democratización de la organización interna de los partidos
-  Supresión de los paraísos fiscales
-  Nacionalización de los bancos recapitalizados con dinero público
-  Anulación  de los blindajes y pensiones excesivos de los altos directivos empresariales
-  Revisión de los planes del AVE para ajustarlos a criterios de racionalidad y rentabilidad

Estas son algunas de las cuestiones sobre las que el PSOE deberá pronunciarse para que los españoles podamos apreciar si ha recuperado su norte o sigue desnortado.