lunes, 27 de octubre de 2014

Opinión pública y publicitada



    Una de las cuestiones de más difícil solución es la valoración real y objetiva de las noticias leídas u oídas que nos llegan, y justificar por qué unas mantienen su vigencia mediática y otras caen muy pronto en el olvido y dejan de tener resonancia periodística. Sin quererlo ni buscarlo estamos expuestos a dar o quitar importancia a informaciones manipuladas por los medios audiovisuales, los cuales se mueven por los intereses de sus propietarios. Esto es especialmente significativo en lo que se refiere a la televisión por su influencia en la información pública al ser para mucha gente la única fuente de información. De ahí el interés que muestran los gobiernos (central, autonómicos o municipales) por disponer de su propia “caja tonta”.
    Los ejemplos de la manipulación informativa serían interminables referidos tanto al ámbito internacional como al nacional o local. En aras de la brevedad tomaré solamente una mínima selección para ilustrar la realidad.
    La llamada “primavera árabe” dio lugar en el caso de Siria a una guerra civil que ya dura tres años y causó más de 150.000 muertos y varios millones de refugiados y desplazados. En los primeros tiempos fue tema constante de noticias y comentarios que resaltaban el deseo de Occidente de derrocar al presidente vitalicio Bachar el Asad. Pero en este año, Israel realizó un bombardeo inmisericorde de la franja de Gaza como represalia por el disparo de cohetes de Hamas. La operación, que denominaron “plomo fundido”, ocasionó 2.000 muertos frente a 70 de los israelíes. Mientras duraron los ataques aéreos y artilleros contra la población indefensa, la atención de los medios fue permanente y eclipsó la tragedia siria. Pasado algún tiempo, lo poco que se habla de ella viene motivado por la aparición del terror y del horror del Estado Islámico, por más que siga vivo el sufrimiento del pueblo sirio.
    En España nos aburren con las idas y venidas de los independistas catalanes y la reacción a piñón fijo del Gobierno, en ausencia de un diálogo entre las partes que debería abocar a una solución razonable. Estas maniobras de distracción hacen que ni en España ni en Cataluña se hable del paro, o de la epidemia de legionella que ya arroja un saldo de 10 víctimas mortales, y no digamos de los recortes en sanidad y educación en la comunidad catalana como en el resto de España
    La dimisión-destitución del ínclito ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, el hombre que quería defender a las mujeres impidiendo el aborto, fue seguida de su inmediata incorporación al Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid con un sueldo superior al que tenía como ministro, sin perjuicio de dedicarse a su profesión de fiscal. Tan provechosa interpretación de la justicia distributiva levantó múltiples comentarios críticos, pero en esto estalló el escándalo de las tarjetas negras (que debieran ser rojas) de la Caja de Madrid y de Bankia, y un espeso silencio cayó sobre el nuevo consejero y su canonjía. Su nombre desapareció de los medios y de la injusticia consumada no se volvió a hablar.
    La facilidad y frecuencia con que nos enteramos de lo que pasa en el mundo no puede ser más desigual. Si se derrumba un edificio en Nueva York, el hecho es noticia en todo el mundo, pero si ocurre en el tercer mundo, la televisión da cuenta en 20 segundos y los periódicos lo despachan en la sección de sucesos con dos líneas. Nada se menciona de las causas, de la situación de las víctimas o la reacción de las autoridades. Todo ello se dio en un hecho real sucedido en Bangla Desh al desplomarse un edificio en el que murieron 1.200 personas de las 2.000 que trabajaban en condiciones inhumanas para las grandes superficies europeas.
    Así se provoca la confusión entre opinión pública y opinión publicitada y entre información y opinión.

lunes, 20 de octubre de 2014

Bolivia estrena presidente



    En las elecciones que se celebraron en Bolivia el domingo 12 de octubre se apuntó la victoria por tercera vez consecutiva el presidente Evo Morales, por amplia mayoría, lo que le libró de recurrir a una segunda vuelta.
    Morales, un campesino aborigen, sorprendió a sus conciudadanos cuando en 2005 triunfó en las urnas. De él no se esperaban grandes cosas ni que su presidencia fuera de larga duración, a tono con la historia del país, que ostenta el triste record de golpes de Estado a manos de espadones militares.
    Contra todos los pronósticos, mantuvo la paz y el orden, gobernó con mesura y acierto, rebajó considerablemente el nivel de pobreza y nacionalizó el petróleo y la electricidad, ganándose así el apoyo de la población indígena, que es mayoritaria. Si cumpliera su tercer mandato, su gobierno habría sido el más longevo desde que se implantó la democracia en 1982.
    Morales inició su carrera política como líder cocalero (defensor de la planta como objeto de consumo popular como energizante, mas no de la cocaína y el tráfico a que da lugar) hasta convertirse en ídolo de multitudes.
    Bolivia, cuyo nombre proviene del de Simón Bolívar, el Libertador de América, está poblada por diez millones de habitantes, formada por descendientes de europeos y por indios de las etnias aymara, quechua y guaraní. En sus montañas y valles se crían bóvidos de las especies de llamas, alpacas y vicuñas.
    La nación ha sufrido los infortunios de su historia, empobrecida por la inestabilidad política, la marginación de la población indígena y el mal gobierno que la convirtieron en la más pobre de Latinoamérica, después de Haití. Sin embargo, la naturaleza ha sido pródiga y la ha dotado de inmensas riquezas minerales que, desgraciadamente han sido de poco provecho del pueblo, al haberse explotado hasta ahora en beneficio ajeno o a favor de élites extractivas. Primero fue la plata extraída en grandes cantidades del cerro de Potosí por los españoles. A principios del siglo XX le tocó el turno al estaño, que hizo millonarias a un reducido número de familias. Actualmente dispone de grandes reservas de petróleo y gas que fueron nacionalizadas por el presidente Morales. Gracias a ello la renta del petróleo pasó de 300 millones de dólares a 6.000 millones y la exportación de gas superó en 2013 la suma de 6.500 millones. Finalmente ofrece extraordinarias expectativas la explotación del salar de Uyuni donde se almacenan millones de toneladas de litio, necesarias para las baterías, indispensables para la fabricación de automóviles eléctricos.
    El país andino limita con Argentina, Brasil, Paraguay, Perú y Chile, y todos se han apoderado en algún momento de la mitad de su territorio. De todos los despojos sufridos, la pérdida más dolorosa fue la del litoral donde se sitúan los puertos de Iquique y Antofagasta, que dejó a Bolivia sin salida al mar como consecuencia de la guerra que sostuvo y perdió con Chile en 1879. Fracasadas las gestiones durante 135 años para recuperar su acceso al océano Pacífico, La Paz presentó una demanda ante el Tribunal Internacional de La Haya que se halla en trámite.
    Evo Morales forma parte de un grupo de líderes de origen popular que recientemente han accedido al poder en Latinoamérica, en sustitución de representantes de las élites militares y económicas que antes monopolizaron el poder. En Uruguay, José Mugica, un antiguo guerrillero, está a punto de agotar su mandato presidencial; en Brasil, Dilma Rouseff, que combatió contra la dictadura, está en la misma situación después de suceder a Ignacio Lula da Silva, de profesión tornero, que sin embargo cumplió como jefe de Estado excepcional y liberó de la pobreza a millones de brasileños. En Venezuela, Hugo Chávez, un militar golpista, se ganó el fervor popular en repetidas elecciones democráticas. Fallecido en 2014, le sucedió Nicolás Maduro, un ex conductor de autobús, seguidor de la doctrina bolivariana de su predecesor.
    Estos políticos se declaran anticolonialistas y antiimperialistas, razón por la cual no son bien vistos por Estados Unidos. Ojalá que no caigan en la tentación de sucumbir a la   a la adicción al poder y pensar que son indispensables para regir los destinos de su país. Morales declaró que al terminar su tercer mandato le gustaría abrir un restaurante y en él actuar de mesero (camarero). Esperemos que mantenga su palabra y devuelva a su patria a la normalidad de la alternancia política, que es lo que necesita para que salga del subdesarrollo. Habrá demostrado que para ser un buen estadista y un demócrata no es necesario contar con dos doctorados pero sí ser honrado y tener altura de miras para servir a los más vulnerables.

martes, 14 de octubre de 2014

Mausoleo sin cadáver



    Mausolo fue un rey persa que vivió en el siglo IV a.C. Al morir, su viuda Artemisa mandó construir una tumba que por su grandiosidad y belleza fue considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo.
    En Galicia contamos con un monumento de dimensiones faraónicas que, si bien no alberga los restos de su promotor, Manuel Fraga Iribarne, a la sazón presidente de la Xunta, por ahora, responde a su afán de dejar eterna memoria de su nombre para admiración y asombro de las generaciones venideras. Tal vez pasó por su mente el ánimo de emular el gigantismo de Cuelgamuros de su admirado “Caudillo”.
    Para que la idea se viera plasmada en algo real fuera de lo común, buscó un emplazamiento y eligió el monte Gaias, en las afueras de Santiago. Convocó seguidamente un concurso internacional entre arquitectos de fama mundial que fue ganado por el norteamericano Peter Eiseman.
    El proyecto premiado contemplaba una serie de edificaciones unidas que, sin una idea clara del destino a que serían dedicadas albergarían una biblioteca y archivo, un centro de innovación cultural, un museo y un auditorio. Este último continúa inédito por falta de fondos.
    Yo sentía una viva curiosidad por conocer de cerca la nunca bien ponderada “Cidade da Cultura” como la describiría un cronista décimonónico. El deseo quedó satisfecho visitándola el 1 de octubre de 2014 acompañado de un amigo. Como profano de los cánones arquitectónicos, no la enjuiciaré como obra de arte, pero digo que sentí admiración por el arquitecto que la diseñó, por la vistosidad, originalidad, por su encuadre en el paisaje y la selección de los materiales. Condeno, sin embargo sin paliativos a quien ideó la magnitud de la obra, su gigantismo a mayor gloria de la megalomanía y a los conselleiros que dieron sus parabienes al autócrata sin reparar en los medios limitados de una autonomía situada entre las más pobres, y sin determinar de antemano la finalidad útil que podía servir .
    Las modificaciones que sufrió sobre la marcha y la suntuosidad de los materiales empleados pulverizaron el presupuesto inicial de alrededor de 100 millones de euros multiplicándolo por cuatro, a pesar de que una parte sustancial, el auditorio, no pasó de los planos. Y no se trata solamente del coste de la inversión sino del gasto de conservación y mantenimiento que hipotecan buena parte del presupuesto de la Xunta, todo lo cual saldrá del bolsillo de los impuestos de usted y míos.
    Al asombro e indignación que tal despilfarro suscita se une la impresión que causa de inutilidad como ciudad y como cultura. Mi acompañante y yo nos trasladamos al lugar en un autobús de la línea 9 y durante el trayecto los únicos viajeros fuimos nosotros. En las edificaciones se percibe una ausencia de visitantes y solamente se veía a un vigilante jurado.
    En el interior de la biblioteca las estanterías permanecen vacías u ocupadas por algunos volúmenes. En la gran sala de lectura el número de ocupantes no llegaba a una docena. La soledad de las inmensas instalaciones era impresionante. El museo, reducido a una sala de exposiciones temporales estaba cerrado por falta de contenido. Todo pone en evidencia la desproporción entre la desmesura de lo hecho y la utilidad que reporta. En otras palabras, la asimetría entre el continente y el contenido. Artemisa pudo costear la sepultura porque su esposo disponía de todos los recursos del reino. Fraga ocupaba el cargo de presidente de la Xunta, elegido democráticamente, pero sus deseos eran órdenes que nadie podía contradecir y menos desobedecer. Así pudo convertir en realidad sus sueños de grandeza a cargo del presupuesto autonómico.

sábado, 4 de octubre de 2014

La guerra sin fin en Tierra Santa



     A 67 años de la fundación del Estado de Israel, la convivencia pacífica en la región entre judíos y palestinos sigue siendo tan conflictiva como siempre.
    Lo que les iguala es el odio recíproco y el fanatismo religioso a pesar de tener un origen étnico común. Si damos crédito a la Biblia, fuente de las respectivas creencias, el patriarca Abraham contrajo matrimonio con su hermanastra Sara, que resultó ser estéril. Ella le cedió su esclava Agar con la que Abraham procreó un hijo llamado Ismael. Cuando el patriarca ya tenía 99 años, Dios curó la esterilidad de Sara y tuvo un hijo de nombre Isaac. De esta forma, los descendientes de Ismael se identifican con lo árabes y los de Isaac con los hebreos. Por tanto, judíos y palestinos tendrían al mismo padre, lo que desgraciadamente, no impide que se sientan incompatibles.
    El odio que les separa se agrandó cuando los sionistas fundaron Israel en 1947 en un territorio habitado a la sazón por palestinos desde que los judíos fueron desterrados por los romanos y arrasado el templo de Jerusalén cuyas ruinas forman el muro de las lamentaciones.
    Desde la fecha fundacional las naciones árabes limítrofes, Egipto, Jordania y Siria intentaron en vano en tres ocasiones destruir el nuevo Estado en 1948, 1967 y 1973. Derrotados, Egipto y Jordania, firmaron la paz, no así Siria, por no aceptar la pérdida de los altos del Golán.
    En cuanto a los árabes palestinos, viven en dos territorios separados, la franja de Gaza, de 363 km. cuadrados donde se hacinan 1.800.000 personas y Cisjordania de 5.879 km. cuadrados con población de unos 5.000.000 de habitantes. Esta última región, que para los judíos es Judea y Samaria, está ocupada por Israel, sembrada de asentamientos ilegales que hacen inviable cualquier proyecto de Estado independiente.
    Cuantos intentos se han llevado a cabo para establecer la paz se han estrellado contra la cerrazón israelí y de nada sirvieron los compromisos obtenidos en 1991 en la conferencia de Madrid de cambiar paz por territorios, ni más tarde los acuerdos de Oslo. La intransigencia israelí, amparada por Estados Unidos, le permite el lujo de desobedecer las resoluciones de la Asamblea General de la ONU, anuladas por el veto estadounidense en el Consejo de Seguridad. El resultado es que el israelo-palestino sea uno de los problemas irresueltos más antiguos en la agenda de Naciones Unidas junto con los del Sahara Occidental, Cachemira y Chipre.
En la llamada Tierra Santa existen tres religiones enfrentadas: judía, cristiana y musulmana. Las tres son monoteístas, y por tanto, excluyentes, ya que se consideran exclusivas depositarias de la verdad revelada por Dios. Las tres se apoyan en una fuente común, la Biblia. Sus doctrinas están recogidas en otros tantos libros: la Torá, los Evangelios y el Corán., respectivamente. Todos los creyentes se proclaman demócratas, pero sus prácticas distan mucho de serlo. Lo que predomina es el fanatismo que obstaculiza el entendimiento. Así, cuando un jefe de Estado sensato mostró una actitud realista, terminaba en un magnicidio. Tal fue el caso de Abdalah, rey de Jordania que fue asesinado en 1951 acusado de negociar con los dirigentes sionistas; el de Anwar el Sadat, presidente de Egipto, que corrió la misma suerte en 1981, por haber firmado el tratado de paz con Israel; y el primer ministro israelí, Isaac Rabin en 1995, por haber concedido la autonomía a la franja de Gaza. El impulso de los asesinos fue el odio, el fanatismo y el extremismo, plantas letales que crecen en abundancia en esa tierra atormentada.
    En este contexto en el que las personas sufren y la razón se ausenta, no se atisban indicios de que se pueda abrir paso una solución justa, mas tampoco las cosas pueden continuar así indefinidamente. Ambas partes viven en un ambiente de incertidumbre sobre lo que pueda depararles el futuro, con inseguridad y temor.
    Los israelíes no pueden soportar por tiempo ilimitado vivir en un campamento militar ni sentirse rodeados de países enemigos ni habituarse a la presión de la comunidad internacional. La situación en que malviven los palestinos es intolerable, reducidos a ciudadanos de segunda, humillados, empobrecidos y hostilizados por sus ocupantes. A medio o largo plazo, la tensión se tornará insostenible. El escenario de la tragedia, el Próximo Oriente, es quizás la región más inestable del mundo en la que cualquier cambio sorpresivo para mal puede acontecer como ha probado la historia reciente.
    Recuérdese, por ejemplo, la guerra entre Irak e Irán, la caída del Sha, la ocupación de Kuwait por Irak que originó dos invasiones de este país por Estados Unidos, la llamada primavera árabe, frustrada de momento, el derrocamiento de Mubarak y la deposición de su sucesor, elegido democráticamente, la guerra civil de Siria, el surgimiento del Estado Islámico, la lucha sectaria entre suníes y chiíes, etc. etc.
    El panorama que se ofrece es desolador. Para no caer en depresión, sigamos el método religioso: Dios proveerá.