jueves, 26 de diciembre de 2013

Mandela: un líder de leyenda

   El fallecimiento del que fue primer presidente demócrata y negro en Sudáfrica, Nelson Mandela (1918-2013), que tuvo lugar el 5 de diciembre, produjo un profundo eco en todo el mundo, como la pérdida de un ser excepcional, y sirvió para recordar las virtudes que hicieron posible la derrota definitiva por medios pacíficos del inhumano régimen del “apartheid”, como lo hiciera Gandhi para lograr la independencia de India.
   Uno no sabe que admirar más en él, si la empatía y clarividencia o la bondad y la humildad que demostró renunciando a la reelección a la presidencia de su país y retirarse de la política, virtudes tan poco habituales en los políticos, aferrados a las poltronas del poder.
  Comenzó militando en la lucha armada desde la jefatura del Congreso Nacional Africano (ANC), pero la cárcel donde pasó 27 años abrió su mente, no al odio y la venganza como podría considerarse normal, sino a la comprensión, al diálogo y el perdón, sentimientos más eficaces y poderosos que el uso de la violencia, practicada anteriormente.
   Esta catarsis le permitió negociar con el presidente Frederik de Klerk, con quien convino la transición de un régimen brutal de semiesclavitud y discriminación de la población negra, a otro de democracia que aceptaba la igualdad legal de todos los sudafricanos, blancos, negros y mestizos. El éxito hizo merecedores de compartir el premio Nobel de la Paz a ambos líderes. Como más tarde también los obtuvo el arzobispo Desmond Tutu, Sudáfrica es el país más galardonado con dicho reconocimiento. En cuanto a Mandela, un año antes ya había sido distinguido con el Príncipe de Asturias.
  Aun cuando se mantiene vivo el debate sobre la trascendencia de las personalidades descollantes en el devenir de la historia, es indudable que la coincidencia de Mandela y De Klerk jugó un papel determinante en la desaparición del “apartheid”.
   El mayor homenaje que pueden tributarle a su memoria los jefes de Estado y de Gobierno que acudieron al funeral y el debido a sus propios conciudadanos es imitar su ejemplo y seguir su trayectoria, algo que desgraciadamente es de temer que no se dé en la realidad. Los más llamados a dar ejemplo son sobre todo sus sucesores, Thabo Mbeki y Zuma, los cuales han dado muestras de corrupción. El último, en el poder, cuando se dirigió al público asistente, recibió un sonoro abucheo.
   Suena a ironía, por no llamarle hipocresía, al caso de Obama que fue de los primeros en apuntarse al viaje, cuando su gobierno mantuvo hasta 2008 la calificación de terrorista al fallecido.
   Felices los pueblos que en situaciones cruciales alumbran entre sus hijos alguno de la talla de Madiba. Si su aparición fuera más frecuente, los conflictos que nos parecen insolubles dejarían de serlo mediante el diálogo desprejuiciado y la negociación sincera. Pensemos, por ejemplo en los conflictos que están enquistados en la agenda de Naciones Unidas como el israelo-palestino, el indopakistaní sobre Cachemira, el que Marruecos sostiene con los saharauis o el que ha degenerado en guerra civil en Siria. Y sin salirnos de España, valga el caso del que se vive entre Madrid y Barcelona.
   Pienso que si en nuestro país, en 1936, Azaña y Gil Robles hubieran tenido el talante de Mandela, tal vez hubiéramos esquivado la tragedia de la Guerra Civil, pero no estuvieron a la altura de las circunstancias que les tocó vivir.
   Entre las múltiples citas que nos dejó, me quedo con estas dos: “Una nación no debe juzgarse por como trata a sus ciudadanos más distinguidos, sino como trata a los más humildes”, “Ha sido una inspiración servir a un país que ha ayudado a renovar la esperanza del mundo de que todos los conflictos, por intratables que sean, pueden resolverse pacíficamente”.
    El tiempo dirá si la semilla que el líder nos dejó, cayó en terreno fértil y dará frutos de paz en Sudáfrica, amparada en la justicia, un país que, siendo el más rico del continente, es también uno de los más desiguales, y que el presidente actual, Zuma sigue caminos divergentes como demuestra al estar incurso en un proceso de corrupción, un vicio harto frecuente en las sociedades africanas, sin que tengan nada que aprender de las europeas.
   Quien parece haber recogido el legado mandeliano es el papa Francisco, cuyas declaraciones sintonizan con las palabras del personaje africano. Es una esperanza que genera expectativas por venir de un líder espiritual de enorme autoridad moral sobre mil doscientos millones de personas, y capaz por ello de movilizar muchas voluntades.
   Descanse en paz Mandela y que su recuerdo sirva de inspiración a muchos gobernantes fin de que la política sea la actividad más noble que genere ilusión.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Homenaje a Vigo



    Quienes han nacido en la ciudad olívica y quienes, por distintas circunstancias la hemos escogido como lugar de residencia, podemos sentirnos orgullosos de sus encantos y de poder disfrutar de ellos.
    Verdaderamente, la naturaleza ha sido pródiga al derramar sus dones sobre ella, comenzando por su maravillosa ría, defendida de los temporales atlánticos por las islas Cíes, a modo de rompeolas natural que semejan dos ballenas varadas. Forman un microparaíso, con playas que han sido valoradas como las mejores del mundo. Un viaje desde el puerto a las islas en verano es un regalo para la vista y el espíritu.
    Otro encanto natural lo ofrece la orografía. Cual otra Roma, podría llamarse la ciudad de las siete colinas por las que rodean el valle de Fragoso. Son otros tantos balcones que dominan el desarrollo urbano, el verde paisaje y el azul cobalto del mar, que cambia de matices a medida que el sol dora sus aguas. Los más próximos moradores son el Castro y la Guía, y los demás son los montes Alba, Cepudo, Galiñeiro, Meixueiro y La Madroa con el parque zoológico. Si desde los primeros podemos admirar la urbe y la ría en todo su esplendor, los más alejados ofrecen un horizonte más amplio donde los límites urbanos se funden con el rural, y la densa edificación se transforma en casas unifamiliares rodeadas de huertos cultivados con primor.
    Un verdadero goce para los sentidos lo constituye la contemplación de una puesta de sol desde cualquiera de los promontorios adyacentes y, sin salir del núcleo urbano, escogiendo como lugar de observación el Paseo de Alfonso XII. Al llegar el ocaso, el Sol riela sobre la superficie marina y el color de las aguas va cambiando del rojo al rosa. La tierra y el mar se funden en un estrecho abrazo iluminado por los rayos del astro rey.
    Otro regalo que la naturaleza concedió a Vigo es su clima benéfico y suave. Situado geográficamente a la misma latitud que Nueva York y Vladivostok, gracias al flujo de la Corriente del Golfo, sus temperaturas no se parecen en nada. La primera sufre inviernos duros y la segunda congela sus aguas la mitad del año. Los datos climáticos vigueses están tan lejos del calor extremo como del frío glacial en invierno. La temperatura máxima registrada en los meses de junio o julio no suele exceder de los 34º y la mínima muy raras veces baja del 0º. Solo algún año que otro asoma la nieve que por su rareza se ve como un verdadero espectáculo. Otro rasgo meteorológico especial es la pluviosidad que, siendo suficiente, tiende a disminuir en los últimos años. En resumen, un clima templado, moderadamente húmedo y apto para defender la salud.
    También los vigueses, nativos o de adopción, han contribuido a embellecer la fisonomía urbana. Sus calles están adornadas por árboles florales de variadas especies que florecen en diferentes estaciones. En otoño lo hacen los camelios y los naranjos ofrecen sus frutos dorados a modo de manzanas de oro. Finalmente, en primavera, los magnolios lucen sus flores blancas de gran tamaño.
    Aun cuando la ciudad es eminentemente industrial y mercantil, no ha descuidado su atención a la cultura. Ningún testimonio sería más elocuente que el número de calles con nombres de poetas y los monumentos a ellos dedicados, entre los que figuran Martín Códax, Camoes, Curros Enríquez y Rubén Darío, entre otros. Vigo no tiene una dilatada historia, si bien restos arqueológicos hallados muestran construcciones castreñas, y otros vestigios acreditan que los romanos tuvieron aquí un lugar habitable al que llamaron Vicus Spacorum. El acelerado crecimiento demográfico de la urbe se produjo en el siglo XX, hasta convertirse en la más populosa de Galicia.
    Con un puerto natural de envidiables condiciones que ha sido comparado con el de Rio de Janeiro, no es de extrañar que haya sido escenario de importantes acontecimientos históricos que esperan un autor que los valore y describa. En el siglo XVI fue asaltado dos veces por la escuadra del pirata para los españoles y almirante para los ingleses, Francis Drake, y en la centuria siguiente fue la orilla opuesta de la ria la que sufrió la acometida de los piratas berberiscos. Llegamos al siglo XIX y la ciudad viguesa se convierte en la primera de España en verse libre de la ocupación napoleónica. Y a su final, en 1898 acogió a los restos del ejército repatriado de Cuba, derrotado y enfermo. Por último en el pasado siglo XX fue el puerto de la despedida de los emigrantes gallegos a América y en abril de 1939 embarcaron de regreso a Alemania los efectivos de la Legión Cóndor que contribuyeron a la victoria de Franco en la Guerra Civil. Ahora el puerto es escala frecuente de grandes cruceros que lo visitan con miles de turistas extranjeros.
    Como se puede ver, son muchos los alicientes que la ciudad brinda a los residentes y a los visitantes en cualquier época del año. Si París bien vale una misa, Vigo merece otra solemne.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Hablando de pensiones



    Cabe esperar grandes cambios sociales en España si de verdad queremos que no siga profundizándose la brecha que separa a una elite opulenta de la inmensa mayoría de la población. Si los acontecimientos no se orientaran en esta dirección, peligraría la cohesión social y la estabilidad política.
    Este desafío está relacionado con la evolución de las pensiones públicas. Con los planteamientos actuales la hucha corre peligro de romperse en cuestión de algunos años una vez agotado el fondo de reserva. Por un lado está el aumento anual de las pensiones por partir de sueldos y cotizaciones más altas, y por otro la mayor longevidad de los pensionistas que deja obsoletas las tablas de mortalidad que rigen los seguros de vida. Por último y muy importante, está la insoportable tasa de paro del 26% que afecta a más de la mitad de los jóvenes. La conjunción de estos tres factores hace inviable cualquier sistema de pensiones basado en el régimen de reparto como el que existe en nuestro país.
    Para estos últimos el futuro se presenta incierto y oscuro. Sin empleo no se cotiza, y sin cotizaciones no se generan derechos de pensión. ¿Cuáles van ser sus medios de vida en la vejez? ¿Acogerse al sistema de pensiones no contributivas? Evidentemente el problema de fondo es la falta de crecimiento económico y el desempleo que origina sin que se atisben a corto ni a medio plazo expectativas de mejora significativas. Al confluir este estado de cosas con una menor intensidad de trabajo en los procesos productivos a causa de los avances tecnológicos, la creación de puestos de trabajo tenderá a ralentizarse.
    Hasta ahora a los políticos, con la visión alicorta que les caracteriza, solo les preocupa cómo ganar las próximas elecciones, y por ello omiten en sus programas las grandes reformas que exigirá, cada vez con mayor urgencia, el nuevo paradigma socioeconómico. Por el momento, solo se ha implantado un remedio parcial consistente en desgravar en el IRPF las aportaciones a los planes de pensiones complementarias que favorecen el negocio bancario y dejan en el desamparo a quienes, por insuficiencia de ingresos, no pueden acogerse a esta fórmula de previsión.
    Si aceptamos, como parece lógico, y porque así ha ocurrido en anteriores crisis, que más o menos pronto la economía repuntará, es indispensable que los próximos gobiernos acometan las reformas necesarias para que los frutos del desarrollo se repartan con más equidad que hasta ahora. Su ausencia se refleja en hechos tan anómalos como que en 2012 el paro creció y los salarios descendieron, y alrededor de 1.400.000 hogares sufrieron cortes de luz por impago. En cambio, en el mismo año, el número de millonarios se incrementó un 13%.
    La reforma tributaria que el Gobierno prevé aprobar en marzo de 2014 podría ser un instrumento adecuado de redistribución, pero a la vista de los precedentes y de los vínculos visibles e invisibles con las grandes fortunas, sería un exceso de optimismo pensar, por ejemplo, que se quiera cambiar el tratamiento fiscal que se dispensa a las rentas del capital. En todo caso, mucho dependerá de la prontitud e intensidad con que se produzca la reactivación económica tras la superación de la recesión que anuncian los medios oficiales.