domingo, 25 de enero de 2015

Reforma de la Justicia



        Entre las muchas reformas estructurales que se echan de menos en España, ocupan un lugar destacado las que guardan relación con la administración de justicia. Es inadmisible la escasa atención que se les presta, la preterición de sus demandas y el inveterado conservadurismo de su regulación.
    Bastaría confirmar lo dicho con el increíble retraso en actualizar leyes tan básicas como el Código Civil, el Código de Comercio o la ley de Enjuiciamiento Criminal, todas ellas promulgadas en el siglo XIX. La ley de Enjuiciamiento Civil, de la misma época, hubo de esperar al año 2000 para ser sustituida por otra. Gran parte de lo allí establecido está desactualizado o es anacrónico, como es lógico, si tenemos en cuenta los cambios de toda índole que se sucedieron desde entonces y los avances espectaculares, sobre todo en materia de comunicaciones. Solamente el ferrocarril daba sus primeros pasos para facilitar el transporte de viajeros y mercancías, y el resto se hacía en diligencias tiradas por caballos. No se conocía el automóvil, ni la aviación, ni los trenes de ahora se parecen a los que circulaban más de cien años atrás.
    Las transformaciones que se han operado en las formas de vida, la convivencia y la actividad económica y comercial, chocan con la vigencia (aunque corregida parcialmente) de disposiciones claramente obsoletas, y por tanto, ajenas a la realidad actual. No es extraño que el presidente del Consejo General del Poder Judicial, declarase recientemente que las leyes vigentes están pensadas para el ladrón de gallinas pero no para los ladrones de guante blanco. Dada la autoridad de quien así opina, su testimonio es de peso.
    Si de las leyes que regulan la impartición de justicia pasamos a considerar los medios personales y materiales de que dispone el sistema judicial, resaltan con ofuscante claridad las carencias que sufren ambos capítulos, lo que incide en la disfuncionalidad y constituye una de las causas de la desesperante lentitud que acusan la instrucción de los sumarios y el pronunciamiento de las sentencias. Es bien conocido que la proporción de jueces y fiscales (y del personal en general) es inferior al promedio de los países de nuestro entorno, lo que urge corregir.
    Por lo que se refiere a los locales de gran parte de los juzgados, la imagen que dan es deplorable, casi tercermundista. Esta deficiencia se acusa especialmente en las instalaciones de archivos y depósitos de pruebas sumariales. El 22 de diciembre actual “El País” publicó una foto de los aseos del juzgado de Torrejón abarrotados de cajas, con evidente peligro de deterioro de pruebas e incomodidad para el personal.
    A todo ello hay que añadir la notable demora en la incorporación de las nuevas tecnologías en las sedes judiciales. No parece sino que la administración de justicia sea la cenicienta de la Administración. El traspaso de la competencia a varias autonomías no ha servido para mejorar la situación. Como no ha servido tampoco el aumento de las tasas judiciales, triste herencia del paso de Ruiz-Gallardón por el ministerio.
    Todo lo que se diga de la necesidad de contar con un sistema de justicia independiente, rápida y eficiente, es poco, pues se trata de un elemento indispensable del Estado de derecho, y más en estos tiempos en que la corrupción se extiende como la lepra de la democracia. De ahí la responsabilidad de los otros dos poderes, el ejecutivo y legislativo, en que dichas condiciones se cumplan. El poder judicial es el último baluarte que le queda a la ciudadanía para defenderse de los abusos, injusticias y tropelías a que está expuesta. Donde la justicia no funciona, no hay a quien recurrir.

martes, 20 de enero de 2015

La llamada del prójimo



    Se me quedó grabado en la memoria la noticia leída en la prensa el año 2000 de que una mujer –gaditana, si mal no recuerdo- fue multada con 300.000 pesetas por alojar en su casa –la justicia diría que lo ocultó- a un inmigrante indocumentado.
    Poco después leí también en el periódico, que un taxista de la misma provincia, de nombre Antonio López López, fue encarcelado el 3 de febrero del año siguiente por transportar a tres inmigrantes sin papeles. Ante tan horrible delito, la juez de Chiclana, Carmen Fornell, decretó la prisión incondicional del reo, sin que fuera motivo para  cambiar la sentencia que el ganadero Miguel Trujillo declarase que fue él quien auxilió a los inmigrantes al verlos “mojados y medio muertos” y quien solicitó los servicios del taxista.
    La lectura de estas noticias, y sobre todo la segunda, me dejó un amargo sabor de boca, además de sentime confuso y estupefacto. En seguida me vino a la memoria el Evangelio de San Lucas en el que Jesús, respondiendo a la pregunta capciosa de un doctor de la Ley “quien es mi prójimo”, le dijo: “Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos salteadores que, después de robarle y darle de golpes se alejaron dejándole medio muerto. Un sacerdote bajaba casualmente por aquel camino y, al verle, se desvió y siguió. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó junto a él y, al verle, le dio lástima, se acercó y le vendó las heridas derramando en ellas aceite y vino, después, montándole en su cabalgadura le llevó al mesón y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios se los dio al mesonero diciendo: cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta. ¿Quién te parece que fue el prójimo del que cayó entre ladrones? El que le hizo misericordia, contestó, y Jesús le dijo “Anda y haz tú lo mismo”.
    Como personajes de siempre, el buen samaritano y el levita están entre nosotros. A uno, creyente de que veinte siglos de evangelización habían inspirado las leyes españolas e influido a sus servidores se le tambalean las convicciones, y sus dudas se agrandan al escuchar el estentóreo silencio de la sociedad española, y sobre todo cuando procede de la Iglesia jerárquica que se proclama depositaria del mensaje de Cristo.
    Solamente los compañeros de trabajo del preso se manifestaron, quizás más por motivos de solidaridad laboral que de justicia, pero al menos alzaron su voz contra quienes legislan y juzgan con tanta insensibilidad que niegan de hecho su condición de cristianos o simplemente de personas decentes. Me sumo a la manifestación de los taxistas.
    Si yo estuviera en el papel de los inmigrantes ¿a quién consideraría mi prójimo? Desde luego, no sería a la juez que, a la vista de la información periodística, hizo un uso abusivo de la ley. Las palabras evangélicas nos dan la respuesta sin ambigüedades.
    En nuestros días, numerosos ejemplos dan fe de que no siempre la semilla evangélica cae en terreno pedregoso, lo que alienta a conservar la fe en la humanidad. Quiero referirme a un caso reciente, también noticia de prensa. El de un bombero de A Coruña llamado Roberto Rivas, que se negó a facilitar el desahucio de una anciana. La juez –también una mujer- le condenó a una sanción de 600 euros por desobediencia, que fue satisfecha con aportaciones voluntarias. De nuevo surge la pregunta inevitable ¿quién es tu prójimo? Sin duda, el reconocimiento del prójimo es la gran asignatura pendiente de los cristianos –y por supuesto, de los que no lo son- que no acabamos de cumplir el mandato de Jesús de amar al prójimo como a nosotros mismos.

sábado, 10 de enero de 2015

Juegos de petróleo

   Sin remontarnos más allá de 1973, cuando estalló la guerra entre Israel y los países árabes, hemos visto que el petróleo y más tarde el gas natural, protagonizaron incontables episodios de carácter económico y político en los ámbitos nacional e internacional, precedentes de la confusa situación que se registra actualmente. No en vano los combustibles fósiles constituyen la materia prima por excelencia, y su papel en la economía mundial es tan importante como la sangre en el sistema circulatorio del reino animal. 
   En los últimos seis meses su precio pasó de los 108 dólares por barril a menos de 60, con una depreciación de casi el 50%, sin que el descenso haya tocado fondo.
 Los factores determinantes del exceso de oferta que ocasionaron el hundimiento de los precios son tanto de origen económico como político. Los primeros son fáciles de enumerar, no así los segundos que solo pueden ser estimados en base a hipótesis a causa del secreto con que los gobernantes mueven sus peones. 
   Los factores económicos que intervienen son la extracción de petróleo y gas por medio de la fractura hidráulica o “fracking” en Canadá y Estados Unidos que con la producción propia ya cubren la mitad del consumo; la crisis de los países industrializados que se contagió a los emergentes y redujo la demanda, y la mayor eficiencia lograda sobre todo en la automoción y la producción de electricidad.
Entre los factores políticos coadyuvantes cabe destacar la negativa de la OPEP (Organización de los Países Exportadores de Petróleo) que controla el 40% del mercado, a recortar la producción, por presión de Arabia y los Emiratos Árabes, que podría evitar el desplome de los precios. Esta actitud, en coincidencia con el aumento de la oferta norteamericana, explican la bajada de las cotizaciones. Cada uno de los protagonistas tiene su propia estrategia, coincidente en parte. Arabia persigue dos fines: poner en apuros a Irán, su rival regional, y desplazar del mercado el “fracking” haciendo que resulte antieconómico su empleo a partir de un determinado coste de extracción estimado en alrededor de 60 dólares el barril. 
   En cuanto a EE.UU., coincide con Arabia en perjudicar a Irán para ablandar su posición en las negociaciones en curso a fin de que desista de fabricar armas nucleares. A este objetivo se suma el de causar el mismo impacto a dos productores con los que mantiene tensas relaciones. Uno es Rusia por el conflicto de Ucrania, y el otro es Venezuela, en abierta oposición al gobierno de Washington. El tercer fin que EE.UU. persigue es conseguir con su autoabastecimiento liberarse de la dependencia del Próximo Oriente, y especialmente de Arabia y los Emiratos Árabes Unidos, lo que le permitiría mayor libertad en su política respecto a estos aliados de incómoda relación por su apoyo claro o encubierto a movimientos yihadistas y a la expansión del islamismo o radical financiado por Arabia Saudí. 
   Nos hallamos ante un juego arriesgado que implica a numerosos actores (más o menos afecta a todo el mundo) con intereses divergentes y cuyo resultado no se puede prever. La experiencia nos enseña que jugar con el petróleo es casi tan peligroso como jugar con fuego. Están en el aire muchas preguntas a las que solo el tiempo puede dar respuesta. ¿Logrará Arabia torcer el brazo al Tío Sam y paralizar el “fracking”? ¿Qué efecto producirá la crisis en la estabilidad política de los países productores, para los cuales es vital la exportación rentable del crudo? ¿Podrá resistir la OPEP tamaño drenaje de recursos o se rebelarán sus socios? Para hacernos una idea de lo que representa la venta del oro negro, diremos que los países de la Organización sin Irán, ingresaron en 2013 la suma de 825.000 millones de dólares. 
   La extracción y venta de dicho hidrocarburo ha creado o propiciado grandes fortunas, pero también dio origen a guerras civiles, golpes de Estado, dictaduras y casi siempre un clima de corrupción. Puede decirse que su aparición en 1859 fue para muchos países fuente de calamidades como atestigua claramente Irak donde se dan cita todas las desgracias. El nuevo año promete muchas novedades en el juego del petróleo.

martes, 6 de enero de 2015

Salvamento cubano


   Tras la revolución triunfante en 1959, Cuba ha pasado por diversas vicisitudes que, si bien no han deparado una situación floreciente, le han permitido mantenerse a flote y firme en el eslogan “revolución o muerte”. No sabemos si los cubanos asentirán de buen grado a la resistencia numantina contra viento y marea, pero el gobierno salido de aquella victoria, encabezado por los hermanos Castro, sigue impertérrito al timón de la isla caribeña.

    En distintas ocasiones los acontecimientos de la geopolítica pusieron en apuros al régimen y amenazaron con el naufragio, más siempre hubo un valedor exterior para evitar que la nave zozobrase. Tras la entrada triunfal en La Habana el 1 de enero de 1959 con el respaldo de Estados Unidos, la actitud complaciente se quebró en 1961 con la nacionalización de las empresas extranjeras, mayoritariamente norteamericanas, lo cual dio lugar a la sanción del embargo. La salvación vino de la Unión Soviética que a cambio de ayudar a Fidel ponía una pica en Flandes a 150 kilómetros de las costas de su rival como un triunfo en el contexto de la guerra fría.

    Cuba salió del apuro, pero en 1991 el colapso de la URSS volvió a poner al gobierno en un serio aprieto con la privación del apoyo económico e ideológico del comunismo. El turismo y la inversión extranjera, principalmente a cargo de España y Canadá, paliaron las consecuencias del aislamiento. La Venezuela de Chaves contribuyó con el suministro de petróleo a precio preferente, correspondido con el envío de médicos y profesores que mejoraron la educación y la sanidad venezolanas.

    Ahora, cuando el desplome del precio del petróleo podría originar trastornos en la isla, llega el tercer rescate en virtud del acuerdo entre Raúl Castro y Obama hecho público el 17 de diciembre de 2014 que prevé la normalización de relaciones diplomáticas cubano-norteamericanas, rotas 53 años antes. En las negociaciones que se alargaron 18 meses, tuvo un papel destacado la mediación del papa Francisco. Lo convenido prevé el aumento de las remesas de emigrantes, y mayores facilidades para los viajes y el comercio mutuo. Por el contrario, el levantamiento del embargo queda para más adelante, pendiente de que lo autorice el Congreso, dominado por los republicanos, declarados anticastristas. Todo ello mejorará el bienestar de la población y, en principio, el fortalecimiento del régimen.

    La incógnita que presenta el cambio de escenario es si impulsará la democratización o si apuntalará la dictadura implantada hace más de medio siglo. Las opiniones al respecto están divididas. Así, por ejemplo, Mario Vargas Llosa piensa que a largo plazo tal vez, pero que a corto, no. Creo que todo depende del número de años que asignemos al corto y largo plazo. Si le damos al corto cinco años y de ahí en adelante al largo, doy por cierto que en el curso del primero se impondrá la democracia y la conquista de derechos y libertades de los cubanos.

    Abonan este supuesto razones biológicas, y sociológicas. Retirado Fidel de la política activa, su hermano Raúl, con 83 años, prometió abandonar la presidencia en 2018, sin contar los avatares que pueden suceder antes de esa fecha. Sus compañeros de armas como posibles continuadores, tienen edades similares y además carecen del carisma de los Castro. Todo hace pensar que la sucesión pasaría a líderes más jóvenes que hasta ahora no gozan de notoriedad. Independientemente de esta evolución personal, entrarán en juego otras fuerzas capaces de adelantar el desenlace. Es previsible que en el curso del presente año se levante el bloqueo, que aumente la entrada de turistas y se difunda la comunicación en doble sentido, y estos factores harán más difícil sostener un régimen de partido único y privación de derechos fundamentales (opinión, expresión, asociación, etc.). En tal tesitura, si el gobierno se enrocase y optase por la represión, podría precipitar los acontecimientos y acelerar la transición política. No sería extraño que la supresión del embargo estuviera condicionada a la previa introducción de reformas democráticas.

    Pienso que muchos cubanos se plantearán el dilema de elegir entre mantener el régimen vigente con prestaciones sociales o pasar a un Estado de corte liberal con corrupción y desigualdad, como es frecuente en otros países del continente. No se olvide que si en su día estalló la revolución fue como protesta contra los abusos y corruptelas que rodeaban al gobierno de Fulgencio Batista. Los precedentes de cambios políticos no ofrecen  soluciones uniformes, China y Vietnam no respetan los derechos humanos, pero a cambio, han sacado de la pobreza a buena parte de su población. En cambio Corea del Norte no ha logrado una cosa ni la otra. Negativo también fue el desenlace de la llamada primavera árabe; con la posible excepción de Túnez, el derrocamiento o la muerte de los dictadores trajeron la anarquía y el caos. Se demostró lo problemático que es consolidar la democracia sin demócratas.

    Lo que está fuera de duda es que en Cuba se abre una nueva era con amplias y promisorias expectativas. Que las promesas se cumplan dependerá del entendimiento que se consiga entre la disidencia interior y la emigración, y de esta, la parte más envejecida que respira aire de resentimiento y venganza, así como de la comprensión y generosidad del régimen. Ojalá que la fortuna sea propicia con la Perla de las Antillas.