Diversos acontecimientos ocurridos recientemente
ponen en tela de juicio y situación crítica la evolución y hasta la propia
existencia de la UE. Las
perspectivas señalan 2017 como un año crucial por los vaivenes a que estará sometida
la Organización.
La salida de Gran Bretaña con su compleja
negociación prevista antes de terminar el primer trimestre, será el primero de
los desafíos que habrán de afrontar ambas partes. Partidos populistas y nacionalistas,
mayoritariamente de extrema derecha, proliferan en muchos Estados miembros que
propugnan imitar el ejemplo británico, y en los próximos meses tendrán ocasión
de verificar el apoyo electoral de que disponen a través de las consultas
convocadas en el caso de Francia en marzo, de Holanda en mayo y de Alemania en
septiembre. Si en algunos de estos países lograsen presentarse como alternativa
de gobierno, bien en solitario, bien en
coalición, sería como un torpedo en la línea de flotación del sistema europeo,
trabajosamente elaborado a lo largo de los últimos sesenta años. Incluso entra
dentro de lo probable que Italia se sume a la celebración anticipada de nuevos
comicios en el mismo año.
En los cuatro países actúan formaciones
políticas que van del euroescepticismo a la eurofobia; los cuatro tienen en
común el propósito de divorciarse de Bruselas.
Otro acontecimiento desestabilizador lo constituye la llegada masiva de refugiados
procedentes de países en guerra,
especialmente de Siria, con más de cinco años de guerra civil que ha provocado
la huída de millones de personas de toda edad y condición, y se han encontrado,
con la excepción de Alemania, con el rechazo y el levantamiento de barreras
fronterizas para cerrarles el paso a pesar de hallarse en situación de extremo
desamparo.
Cronológicamente el primer problema serio
que se le presentó a la UE
fue el de la crisis económica desencadenada en 2008 y aún no resuelta. Su
tratamiento político y económico causó serias discrepancias. El triunfo de la
tesis alemana frente a la francesa originó en muchos miembros del Sur una
profunda recesión acompañada de fuerte endeudamiento y déficit que dieron lugar
al rescate de Portugal, Grecia e Irlanda, con las consiguientes consecuencias negativas
de paro y recortes sociales que cebaron el malestar y el disgusto de las clases más vulnerables.
La partida de nacimiento de la UE tiene la fecha del 25 de marzo de 1958 en que la Conferencia de Roma
puso en marcha el proyecto. Con el nombre de Mercado Común, que sucesivamente se cambió por la denominación de Comunidad y Unión con el
adjetivo añadido de Europea. Comenzó con seis Estados fundadores y actualmente la forman 27 después de que
Inglaterra causase baja.
El proyecto nació con el propósito de que
Europa no se viera más envuelta en nuevas guerras como las que estallaron en 1914 y 1939, y responde a un
modelo que no tiene precedentes conocidos. No es una confederación de Estados
ni un Estado federal, ni una unión aduanera, si bien contiene elementos propios
de los tres modelos que se han ido incorporando sobre la marcha en sucesivas
reformas consensuadas
Como toda obra humana, y más tratándose de
armonizar opiniones, deseos e intereses de un colectivo integrado por tantos
partícipes, no carece de fallos, debilidades y controversias. Entre sus puntos de
sombra son reseñables los siguientes: a) la excesiva reglamentación de
actividades comerciales, sobre todo en materia de bienes de consumo; b) el
retraso en conseguir la unificación de la política exterior que da lugar a
posiciones distintas de los socios y convierten a la comunidad en un gigante
económico y un enano político; c) la
rigidez de la normativa sobre política económica con los baremos de deuda
pública, déficit fiscal e inflación junto con la ausencia de limite del
desempleo; d) omisión entre las funciones del BCE de vigilar la tasa de paro
como hace la Reserva Federal
de EE.UU.; e) haber implementado la eurozona con su moneda única sin haber
establecido antes la unión bancaria y fiscal que tanto ha perjudicado a los
socios más débiles.
Los logros conseguidos son muchos y
variados y bastaría uno, el principal, para justificar su existencia: haber
mantenido la paz durante sesenta años, un período sin precedentes. Se pueden enumerar el refuerzo
del Estado de bienestar y la democracia, la aportación al incremento del
comercio mundial y especialmente el intracomunitario, la supresión de las
fronteras internas, ser el primer donante de ayuda al desarrollo y combatir el
hambre en los países más pobres. El
saldo es claramente favorable y lo que cabe esperar es seguir progresando sobre
la base de lo hecho.
Pese a la importancia de los asuntos que
generan fricciones, sería deseable que los responsables, interpretando el
sentir de los pueblos que representan, alcancen fórmulas de consenso para
salvar el cabo de las tormentas sin que la nave zozobre. Porque la alternativa
es demasiado arriesgada y pondría en peligro la paz, la prosperidad y el
bienestar de los europeos y su vacío en el mundo sería irrellenable. Sería como
volver a los tiempos que precedieron a la I y II Guerras Mundiales, y ya sabemos como terminaron.
Por otro lado, desmontar la obra realizada en los sesenta años de vida
se antoja demasiado complejo. Se han estrechado relaciones, instituido
organismos y vinculado múltiples intereses. Al tratarse de una comunidad
política supraestatal con personalidad jurídica propia, cuenta con bandera (12
estrellas sobre fondo azul), lema (unida
en la diversidad) e himno (compuesto de la 9ª sinfonía de Beethoven).
Sus órganos de gobierno son: la Comisión, Tribunal de
Justicia, Tribunal de Cuentas, Banco Central Europeo cuyos responsables no son
elegidos democráticamente. Solo cumple este requisito el Parlamento cuyas
facultades deberían reforzarse para que sea un auténtico poder legislativo.
Seamos optimistas y confiemos en que a la UE le queden muchos años por
delante y que siga su marcha hasta
convertir en realidad el sueño de los padres fundadores que era el
de crear los Estados Unidos de Europa.
1 comentario:
Interesante reflexión. Quizá uno de los mayores problemas de fondo en la UE es que su utilidad no está clara para una gran parte de su población (ya sea por ignorancia o por desafección), algo que será clave resolver por parte de quienes la defienden si no quieren que sus enemigos acaben teniendo el poder de lincharla.
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