lunes, 7 de diciembre de 2015

El rompecabezas de la crisis



    En las medidas anticrisis adoptadas por el Gobierno se asignaron a las comunidades autónomas 11.000 millones de euros que se verán obligadas a recortar en sus presupuestos para contribuir a recortar el déficit. Primero fue la UE la que exigió el ajuste al Ejecutivo y éste le pasó el recado a los gobiernos autonómicos.
    La reacción de estos entes es de lo más sorprendente y variado. Cada uno se propone cumplir el encargo a su manera. La diferencia se registra tanto en materia de ingresos como de gastos. En el primer caso, comunidades gobernadas por el PSOE acuerdan subidas de impuestos, especialmente el IRPF, si bien con criterios desiguales, de modo que mientras en Cataluña consideran ricos a quienes ingresan 120.000 euros, en Baleares la cifra baja a 80.000 y en Extremadura la reducen a 60.000. En las que gobierna el PP se renuncia a tocar los impuestos, y hasta una comunidad, la gallega, después de haberlos recortado, no piensa subirlos tampoco.
    En cuestión de medidas de ahorro es donde se observan las mayores divergencias. Una partida recurrente objeto de las tijeras es la disminución de organismos públicos que con los nombres de empresas públicas, consorcios, fundaciones, entes públicos, etc.  suelen reunir la condición común de su opacidad presupuestaria. Uno se pregunta por qué esa obsesión de crear esos entes al margen de la Administración que propician el descontrol y dan cobijo a sinecuras.
    Otro capítulo de gastos susceptible de recorte afecta al número de consejerías que en el caso de Castilla La Mancha baja de 14 a 7, sin que nadie explique cuantas deben ser para una Administración eficiente. En este orden de innovaciones, es un criterio singular  el de la comunidad de Navarra, la cual  busca  contribuir a crear empleo ofreciendo ayudas a la contratación de servicio doméstico y subvencionando las reparaciones de coches.
    Por los ejemplos expuestos, que son solo una pequeña muestra de las opciones elegidas, no parece que se haya puesto a trabajar la imaginación a tope. Resulta extraño que no se haya puesto el acento en gastos tan improductivos como injustificados cuales son los de la creación y sostenimiento de “embajadas” en Madrid y Bruselas así como en la contratación de asesores cuyas tareas, en buena lógica, deberían ser desempeñadas por funcionarios técnicos a los que se supone cualificados en sus respectivas especialidades.
    Ante tanta diversidad de recetas para curar una patología común, es lamentable la ausencia de criterios objetivos elaborados por consenso en lugar de que cada gobierno autonómico adopte sus medidas sin valorar su eficacia ni sus consecuencias.
    Hoy por hoy, el mapa político dibuja una España dual según que gobierne el PP o el PSOE dando una imagen de un país de taifas como el que gobernó la España musulmana en el siglo XI que propició su decadencia y la supeditación a los reyes cristianos.
    La diversidad de régimen fiscal complica la unidad de mercado y varía la situación de los ciudadanos ante Hacienda según la comunidad donde estén domiciliados. Viene de atrás el régimen especial que disfrutan el País Vasco y Navarra, pero al paso que vamos, lo especial va camino de convertirse en ordinario, sobre todo tras la oleada de nuevos Estatutos, impulsada por el Gobierno del PSOE, que sirve de hecho  para alterar la Constitución sin que haya sido aprobada su reforma. Es lo que se llama empezar la casa por el tejado. El regulador que regule la situación desregulada, buen regulador será.

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