sábado, 19 de agosto de 2017

El retraso de Galicia



Es incuestionable que el panorama socioeconómico gallego ha mejorado mucho, sobre todo después de la adhesión de España a la UE y sus ayudas a través del FEDER, pero también es cierto que no solo no convergemos con Europa sino que nos alejamos de las regiones españolas más dinámicas (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña). Seguimos padeciendo un atraso relativo formando parte del grupo de las comunidades menos desarrolladas (Extremadura, Andalucía, Canarias, Castilla León, entre otras.)
El más reciente testimonio de nuestra asimetría nos lo ofrece el servicio de estudios del BBVA, el cual, en las previsiones de crecimiento que establece para 2017 afirma que la economía gallega no logrará seguir el ritmo de la española.
El desfase debería llamar la atención de las autoridades autonómicas para examinar con objetividad y profundidad las causas de nuestro rezago y orientar la política económica de manera más eficiente para salir lo antes posible del pelotón de cola.
Nadie duda que las medidas a adoptar por la Xunta tendrán que ofrecer apoyo a las iniciativas empresariales basadas en las nuevas tecnologías. Tales medidas deberían comenzar por eliminar los obstáculos al desarrollo, tanto físicos (por ejemplo, las comunicaciones) como institucionales (reordenación territorial, fusión de municipios, supresión de diputaciones) y administrativas (excesivos trámites burocráticos para la creación de nuevas empresas, apertura de la prometida ventanilla única, etc).
Otro capítulo de la actuación pública consistiría en la oferta de economías externas. Aquí el capítulo tiene un amplio campo de aplicación. Citaré, a título de ejemplo: a) mejorar la calidad de la enseñanza en todos los niveles, b) especial atención a la formación profesional, creando cauces para el acceso a la universitaria. Este punto es de suma importancia pues el bajo nivel formativo medio es una barrera para incorporar las nuevas tecnologías. C) Incremento de la dotación presupuestaria de I+D+i, d) ofrecer suelo industrial donde haya demanda, e) apoyar con estímulos fiscales las actividades seleccionadas por su impacto socioeconómico e impulsar la concentración de las pequeñas y medianas empresas para mejorar su competitividad y capacidad exportadora.
Las cuatro empresas públicas de capital riesgo dependientes de la Xunta deberían fusionarse para incrementar su capacidad operativa y utilizarla con criterios selectivos a favor de iniciativas empresariales bien fundadas que aporten valor añadido, creen puestos de trabajo y formen parte de sectores con futuro. Las subvenciones al aparato productivo deben restringirse a empresas viables, ya que de no hacerlo así se corre el peligro de alargar la vida de las incapaces de evolucionar o de formar parte de sectores condenados a desaparecer, y a la vez aumentando el riesgo de no recuperar las ayudas concedidas, que resultarían inútiles para el objetivo perseguido.
La tarea que se ofrece no es fácil ni puede llevarse a cabo en un año, pero no se debía perder tiempo en comenzarla con decisión con objeto de iniciar un camino que nos lleve a que Galicia figure entre las comunidades más modernas y dinámicas.

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