Es
incuestionable que el panorama socioeconómico gallego ha mejorado mucho, sobre
todo después de la adhesión de España a la UE y sus ayudas a través del FEDER, pero también
es cierto que no solo no convergemos con Europa sino que nos alejamos de las
regiones españolas más dinámicas (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña).
Seguimos padeciendo un atraso relativo formando parte del grupo de las
comunidades menos desarrolladas (Extremadura, Andalucía, Canarias, Castilla
León, entre otras.)
El más
reciente testimonio de nuestra asimetría nos lo ofrece el servicio de estudios
del BBVA, el cual, en las previsiones de crecimiento que establece para 2017
afirma que la economía gallega no logrará seguir el ritmo de la española.
El desfase
debería llamar la atención de las autoridades autonómicas para examinar con
objetividad y profundidad las causas de nuestro rezago y orientar la política
económica de manera más eficiente para salir lo antes posible del pelotón de
cola.
Nadie duda que
las medidas a adoptar por la
Xunta tendrán que ofrecer apoyo a las iniciativas
empresariales basadas en las nuevas tecnologías. Tales medidas deberían
comenzar por eliminar los obstáculos al desarrollo, tanto físicos (por ejemplo,
las comunicaciones) como institucionales (reordenación territorial, fusión de
municipios, supresión de diputaciones) y administrativas (excesivos trámites
burocráticos para la creación de nuevas empresas, apertura de la prometida
ventanilla única, etc).
Otro capítulo
de la actuación pública consistiría en la oferta de economías externas. Aquí el
capítulo tiene un amplio campo de aplicación. Citaré, a título de ejemplo: a)
mejorar la calidad de la enseñanza en todos los niveles, b) especial atención a
la formación profesional, creando cauces para el acceso a la universitaria.
Este punto es de suma importancia pues el bajo nivel formativo medio es una
barrera para incorporar las nuevas tecnologías. C) Incremento de la dotación
presupuestaria de I+D+i, d) ofrecer suelo industrial donde haya demanda, e)
apoyar con estímulos fiscales las actividades seleccionadas por su impacto
socioeconómico e impulsar la concentración de las pequeñas y medianas empresas
para mejorar su competitividad y capacidad exportadora.
Las cuatro
empresas públicas de capital riesgo dependientes de la Xunta deberían fusionarse
para incrementar su capacidad operativa y utilizarla con criterios selectivos a
favor de iniciativas empresariales bien fundadas que aporten valor añadido,
creen puestos de trabajo y formen parte de sectores con futuro. Las
subvenciones al aparato productivo deben restringirse a empresas viables, ya
que de no hacerlo así se corre el peligro de alargar la vida de las incapaces de
evolucionar o de formar parte de sectores condenados a desaparecer, y a la vez
aumentando el riesgo de no recuperar las ayudas concedidas, que resultarían inútiles
para el objetivo perseguido.
La tarea que
se ofrece no es fácil ni puede llevarse a cabo en un año, pero no se debía
perder tiempo en comenzarla con decisión con objeto de iniciar un camino que
nos lleve a que Galicia figure entre las comunidades más modernas y dinámicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario