lunes, 13 de julio de 2015

Obsequios electorales



Resultado de imagen de regalo    En vísperas de elecciones es tradición que quienes detentan el poder ofrezcan a los ciudadanos medidas atractivas, generalmente de índole tributaria, que buscan captar voluntades a manera de regalos a cambio de votos. Una de tales medidas fue la que anunció el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el 2 de julio, de adelantar la rebaja del IRPF con carácter retroactivo al 1º de julio en lugar de entrar en vigor en 2016 como estaba previsto. El regalo fiscal es, de menos a más, de 128 euros para sueldos comprendidos entre 6.000 y 10.000 euros y de 6.007 para quienes ganen 500.000 o más. El mayor multiplica por 47 lo percibido por el inferior.
    Está claro que el trato diferencial ahonda la desigualdad social. Quien cobre más de 12.000 ahorrará 255 euros. Se premia al que más gana y se exprime al asalariado de clase media, acentuándose el injusto reparto de cargas derivadas de la crisis desde un principio. Ello explica que, según encuestas recientes, desde 2008 el número de millonarios aumentó el 40% en tanto proliferan sueldos de 300 y 400 euros por puestos de trabajo temporales y a tiempo parcial que sirven para engrosar las estadísticas de creación de empleo.
    Si las normas tributarias fueran más equitativas cabría esperar que la rebaja comenzase por la tarifa del IVA que en 2012 pasó del 18% al 21%, en contradicción flagrante con las promesas electorales que dieron la mayoría absoluta al partido gobernante. Habría beneficiado a mucha más gente, y precisamente la más necesitada. En cambio, quienes cobran los mayores salarios incluyen a pocos más que los consejeros y altos directivos de las grandes empresas, los cuales cuentan con fórmulas amparadas por la ley para escamotear impuestos (sociedades pantalla, sicavs, paraísos fiscales, etc). Tal vez sea porque dinero llama a dinero.
    Políticas de este jaez dan por resultado que la desigualdad sea cada vez más extrema. En declaraciones de hace unos meses, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, lanzaba las campanas al vuelo al presumir de que la desigualdad había caído en 2013, después de cinco años de aumento. La respuesta acaba de llegar de la agencia estadística Eurostat al publicar el “ranking” de varios países. Y esos datos muestran que en 2014 España era el país más desigual de Europa, superando incluso a Grecia y Letonia que antes estaban peor situados. El coeficiente de Gini (que va de 0, igualdad total a 1, máxima desigualdad) fue en dicho año el 0,337, siendo el mínimo el de Finlandia con 0,256.
    Ciertamente, el factor que más daña los ingresos es el elevado desempleo en el que somos campeones, pero también coadyuvan la exigüidad de las políticas sociales y los recortes en servicios básicos. Cada año que pasa, muchos parados de larga duración agotan sus prestaciones desempleo y quedan desamparados.

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