La que fue llamada Compañía Telefónica
Nacional de España y lleva ahora el nombre de Telefonica, ha tenido una
tortuosa trayectoria desde que fue privatizada. Presidida ahora por César
Alierta, en los últimos años ha despedido mediante un ERE a 15.000
trabajadores, sus acciones, las famosas “matildes”, han perdido el 50% de su
valor bursátil con la crisis, y en el primer semestre del año en curso redujo
sus ganancias en un 7,50% con relación al mismo período del año anterior. Para
completar sus calamidades, ha sido objeto de diversas sanciones económicas, de
las cuales la última y más reciente fue impuesta por la Comisión Europea
a causa de abusos de su posición dominante. Por importe de 200 millones de
euros.
Con tan brillante historial, un observador
objetivo dudaría de la capacidad gestora de su directiva y, por coherencia,
supondría que sus retribuciones no serían demasiado ostentosas. La realidad,
sin embargo desmiente este razonamiento. Vemos que el presidente sumó a su
sueldo fijo millonario del pasado ejercicio un “bonus” de 3 millones de euros y
tal vez previendo la proximidad del retiro, renunció al blindaje que tenía a
cambio de una aportación única de 35,5 millones para su plan de pensiones cuyo
fondo se eleva a 48,8 millones. No es fácil calcular la pensión de jubilación a
que tendrá derecho pero sin duda multiplicará por varias decenas la de mil
euros mensuales a que asciende la media de la Seguridad Social.
Por supuesto estas anomalías tienen su encaje legal, lo que induce a pensar que
las leyes en cuestión tienen muy poco de justas y equitativas. Son situaciones
que aumentan la brecha entre privilegiados y los demás.
El de Telefónica no es un caso único, ni
mucho menos. Las retribuciones de los consejos de administración de las
compañías del Ibex 35 aumentaron en los seis primeros meses del año actual el
7,1% y las de los altos directivos el 31,3%. ¿De verdad estamos inmersos en una
aguda crisis? Está claro que ellos no la sufren, más bien les sirve de pretexto
para defenderse mejor de ella. Fue el motivo aducido para congelar el salario
mínimo de 645 euros, cantidad que muchos trabajadores con empleo no cobran, y
no digamos los que estando inactivos han perdido el derecho al subsidio de
desempleo.
Tampoco los salarios desproporcionados son
la única causa de enriquecimiento selectivo y del aumento de la desigualdad.
Las rentas del capital crecen más que el PIB. Por citar un ejemplo, Amancio
Ortega, el expresidente de Inditex, percibe unos ingresos que deben superar los
mil millones de euros al año entre dividendos, intereses y alquileres, ingresos
con tributación inferior a la de las rentas del trabajo.
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