He leído con interés sus declaraciones
en El País (03.08.14) y, a fuer de sincero debo confesar mi decepción, tanto
por lo que dice como por lo que silencia.
Usted afirma que lo que hay que hacer es reformar
y modernizar el país, pero dicho así, es una frase hueca si no se explicitan
los fines que se persiguen, sabiendo a donde se quiere llegar.
Habla usted de “garantizar la estabilidad
del sistema de financiación autonómica”, mas, para lograrlo no se necesita una
reforma constitucional como propone; basta plasmar en la ley los principios que
consagra el artículo 31 de la
Carta Magna.
Crecer y garantizar empleo de calidad es un
objetivo compartido por todos pero es preciso ofrecer la receta para
conseguirlo. El crecimiento no se logrará con promesas y buenos deseos, hacen
falta medidas concretas, como un plan de reindustrialización para no depender
tanto de vender sol y playa u ofrecer salarios de miseria para competir con los
chinos. A propósito, ¿cómo espera conseguir la reducción de los costes
energéticos, lo que constituiría un aliciente para futuros inversores?
Sería muy conveniente exponer cuáles serían
las bases de una futura reforma laboral que sustituiría a la promulgada por el
Gobierno en 2012. Suscitan dudas que esté usted de acuerdo con que las empresas
necesitan mecanismos de flexibilidad interna y que tengan “un trato
privilegiado” además de defender la libertad económica. ¿Dónde queda el papel
del Estado? La confusión dificulta la comprensión del silogismo.
Manifiesta su conformidad con el rescate
bancario, pero la fórmula ofrecía distintas opciones. La de Estados Unidos
permite al Estado recuperar los fondos aportados, en tanto la instrumentada por
el gobierno del PP costará a los contribuyentes muchos miles de millones a
pesar de que Rajoy prometiese que el rescate no costaría un euro a los
españoles. Otra solución hubiera sido la nacionalización de los bancos
quebrados en lugar de sanearlos y a continuación ofrecérselos en bandeja a los
grandes que no fueron ajenos a la crisis.
Aunque me sorprendieron algunos de sus
puntos de vista, me causaron mayor extrañeza los silencios y omisiones de temas
que afectan a los españoles en general. Por ejemplo, su posición ante una ley
de partidos que garantice la democracia interna y regule la financiación
privada, reduzca a dos los mandatos, elimine el transfuguismo, determine cuando
es exigible la dimisión, impida que se cobren pensiones públicas e ingresos
privados.
Sr. Sánchez, si el PSOE continúa
sometiéndose a las leyes neoliberales del mercado y olvida la defensa a
ultranza del Estado de bienestar y del principio de igualdad que deben ser sus
señas de identidad, el partido se quedará sin espacio político, que será
ocupado por la derecha, por la izquierda revolucionaria o por los populismos
como muestran las encuestas.
Permítame recomendar a los militantes del
PSOE, y más a sus líderes, que repasen la vida y obra del fundador, Pablo
Iglesias, para seguir su ejemplo y no el de discípulos aprovechados como Felipe
González.
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