Se entiende por desclasamiento el paso de
una determinada clase social a otra más alta o más baja. El cambio de
pertenencia puede ser descendente o ascendente, voluntario o impuesto.
La historia registra casos de millonarios o
aristócratas que por propia voluntad asumen los intereses de la clase
trabajadora pero son muy minoritarios. Es más frecuente que estas personas, por
mor de circunstancias desfavorables (revoluciones, crisis económicas, fracasos
de negocios) pierdan su fortuna y con ello su “status” privilegiado. Se trata
de una caída en la pobreza que no conlleva la adhesión a los intereses de la
nueva clase en que se ven inmersos.
Ocurre más a menudo el caso inverso de
movilidad social ascendente, de miembros de la clase baja que por su esfuerzo,
inteligencia o protección se integran en la clase alta. Cuando el trasvase
culmina con éxito, suele producirse un cambio de mentalidad en el interesado,
en sus hábitos y en su forma de vida.
Si el desclasado consigue riqueza y/o poder,
no solo se pondrá al servicio de su nueva clase sino que militará en un partido
conservador, y con la fe del converso, será más radical que sus conmilitones de
origen familiar.
La que fue primera ministra de Gran Bretaña
fallecida recientemente, Margaret Thatcher, es un buen ejemplo de persona
desclasada, convertida en defensora del capitalismo hasta merecer el título de
“Dama de Hierro”. Su transformación es similar a la experimentada por tres políticos
contemporáneos como fueron Ronald Reagan, Manuel Fraga y Anibal Cavaco Silva,
enumerados por orden de nacimiento.
Margaret Thatcher (1925-2013) fue hija de
un tendero de provincias, se graduó en Química y, pese a la humildad de su
origen, perdió la conexión emocional con la clase trabajadora. Cuando fue
nombrada ministra de Educación suprimió la botella de leche que recibían los
alumnos de las escuelas primarias. Como primera ministra laminó los sindicatos,
y secundada por Reagan impuso el neoliberalismo económica con las políticas
propias de esta ideología; privatización de los servicios públicos,
desregulación del sistema financiero, limitación de los derechos laborales. Las
consecuencias no se hicieron esperar y aun perduran: aumento de la desigualdad
social, deterioro de los servicios públicos esenciales y desmantelamiento del
Estado de bienestar.
Ronald
Reagan (1911-2004). Fue presidente en dos mandatos de Estados Unidos. Puso
en práctica el neoliberalismo propugnado por la escuela de Chicago capitaneada
por Milton Friedman que predica la desregulación de la banca, la rebaja de
impuestos a los más ricos y una línea dura frente a los sindicatos, con
resultados parecidos a los obtenidos en Reino Unido. En sus primeros pasos
había trabajado en varias emisoras de radio locales y como actor secundario
para sobrevivir. Su exitosa carrera fue la política.
Manuel
Fraga Iribarne (1922-2012). Sus padres fueron emigrantes a Cuba y su hijo
declaró haber enseñado a leer a su padre. Hizo su carrera política, a la que
dedicó toda su vida, al franquismo y como ministro de Interior fue autor de la
frase “La calle es mía” para aludir a la represión de las manifestaciones
populares, y su mando superior de las fuerzas de seguridad estuvo implicado en
los homicidios de los obreros refugiados en la catedral de Vitoria.
Aníbal
Cavaco Silva (1939- ). Nació en Faro (Algarve) donde su padre era empleado
de una gasolinera rural. Hizo el servicio militar en Mozambique donde conoció
como Vivian los naturales del país. Estudió Economía y amplió estudios, becado
por la Fundación Calouste Gulbenkian. Fue primer ministro y actualmente ostenta
el cargo de Presidente de la República portuguesa. Militó en el Partido Social
Demócrata que, pese a su nombre, es de centro derecha.
Lo que distingue a los cuatro políticos
desclasados es su visceral anticomunismo y a esta condición unen la de ser
cristianos practicantes en sus modalidades metodista, anglicana y católica. No
parecen advertir contradicción entre sus políticas y la doctrina del Nazareno que tanto amó a
los pobres.
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