domingo, 10 de septiembre de 2017

Confusión ideológica



La división que sigue vigente en el universo político tiene su origen en la Revolución Francesa de 1789. En las asambleas los grupos afines se sentaban juntos a derecha e izquierda de la presidencia. Los más reivindicativos a la izquierda y los más conservadores a la diestra.
Con el paso del tiempo (han transcurrido 328 años) los perfiles de ambas formaciones se han difuminado, y esto explica que algunos políticos, sobre todo de signo conservador, sostengan que han desaparecido las diferencias. Curiosamente, un partido tan nuevo y rompedor como Podemos sostiene que no es de izquierda ni de derechas por boca de su presidente.
Frente a esta opinión reductiva, la visión global que una y otra tienen del hombre y de las relaciones sociales siguen siendo diametralmente opuestas. Se trata de un mundo bipolar. La ideología de progreso que se identifica con la izquierda se basa en la trilogía de principios que la Revolución consagró: libertad, igualdad y fraternidad La posición de la derecha, fiel a sus principios, es de mantener el orden establecido y las relaciones sociales por injustas que sean, lo que equivale a la imposición de la voluntad del más fuerte, atenerse a las leyes del mercado que actúan contra las clases más desfavorecidas y atender a los necesitados como obras de caridad y no como obligaciones de justicia social. Considera la vida como un ejercicio permanente de sálvese quien pueda.
La izquierda, por su parte considera que es preciso transformar el mundo, liberándolo de las excesivas desigualdades, impedir el abuso de los poderosos y respetar la igualdad ante la ley.
Es indudable que muchas de estas ideas han sido asumidas por los conservadores. Bastaría recordar cuestiones tan relevantes como la igualdad de hombre y mujer, la existencia de un sistema de seguridad social, el carácter tuitivo del Derecho del trabajo y la aceptación de los derechos fundamentales del individuo. Tampoco la izquierda representada por el socialismo y la socialdemocracia han salido sin dejar pelos en la gatera. Se olvidó de la lucha de clases y reconoció el sistema de mercado libre como norma reguladora de la actividad económica.
  A pesar de esa aproximación mutua sigue habiendo cuestiones trascendentales en que los respectivos puntos de vista difieren sustancialmente. Tenemos, por ejemplo, la existencia de armamento nuclear y la generación de energía eléctrica del mismo origen. La condena de la primera es lógica dado su potencia destructora que es el posicionamiento de la izquierda, pero no puede hacerse extensiva sin más a la producción energética, al menos en tanto las alternativas puedan dar respuesta a la creciente demanda de energía.
 Las diferencias notables que podemos observar se dan en el enfoque de los riesgos que acechan al medio ambiente y la intensidad y forma de combatirlos. La posición activa de la izquierda es compartida con poco empeño por los conservadores.
  Un tercer supuesto nos lo ofrecen los principios que deben inspirar las relaciones Norte-Sur en las cuales subyacen como alternativa los principios que deben inspirar las relaciones en base a la cooperación en términos de igualdad en beneficio mutuo.
  Un componente esencial de los problemas que más preocupan es el que mana de la misma fuente: el progreso científico-técnico. Por ello, un criterio diferenciador, un distintivo de ambas ideologías será el concepto que  cada una tenga de la técnica como motor de la historia, partiendo de que el ansia insaciable de conocimiento y su efecto lógico: la ciencia, es insito de la naturaleza humana.
  Cada vez con más frecuencia, los progresos de la ciencia plantean problemas morales. La primera controversia se inició con la práctica de la fecundación artificial o asistida, pero a partir de ahí surgieron nuevos desacuerdos. La posición progresista es proclive y contraria al punto de vista conservador, influido este por creencias religiosas. La primera controversia se inició con la fecundación artificial o asistida, pero a partir de ahí siguieron la ingeniería genética, la obtención y aplicación de las células madre y, como temas defendidos por unos y rechazados por otros tenemos el aborto y la eutanasia. La serie de nuevas aplicaciones de esta técnica no dejan de crecer y de su estudio se ocupan diversas comisiones de bioética en las que no es fácil el consenso, de lo que es ejemplo en estos días la discusión sobre la maternidad subrogada o empleo de vientres de alquiler.
  Se necesitará tiempo para depurar las posiciones antagónicas y establecer criterios acordes con principios esenciales de ética social.

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