Las elecciones celebradas el 22 de marzo de
2015 han deparado varias sorpresas. Dejaron sin representación al Partido
Andalucista y a UPyD, castigaron a IU y más todavía al Partido Popular. El
ganador fue el PSOE que logró mantener la representación que tenía (47 escaños)
a pesar de los casos de corrupción que le afectan (los del ERE y los de
Formación), lo que no deja de ser una victoria pírrica porque le obliga a
buscar alianzas que es la misma situación en que se encontraba antes de
anticipar los comicios. Dos partidos nuevos, Podemos y Ciudadanos se alzaron
con 15 y 9 diputados, respectivamente.
La mayor sorpresa fue el varapalo que los
andaluces infligieron al PP con la deserción de 500.000 electores y la pérdida
de 17 puestos en el Parlamento autonómico. Este resultado puso en movimiento a
la maquinaria pensante del Partido a la búsqueda de los factores que pudieran
haber provocado los magros frutos cosechados. La conclusión a la que llegaron
fue que todo se debió a no haber sabido explicar los logros del Gobierno, que
solo hubo un fallo de comunicación. Por supuesto, de autocrítica o
arrepentimiento, nada.
El argumento recuerda el parto de los
montes, del que, como se sabe, nació un ratón. Más bien parece implicar, tal
vez sin pretenderlo, una acusación al presidente del Partido, Mariano Rajoy que
acudió cinco veces a otros tantos mítines. De ahí surgieron enfrentamientos
soterrados y resquemores en la cúpula que indujeron al Presidente a convocar
una conferencia el 8 de abril con delegados de todo el país. En ella tomó la
palabra Rajoy para pedir unidad y a continuación se abrió un debate sin que
nadie pidiera la palabra, lo que no dice mucho de la independencia y
personalidad de los asistentes. Nadie quiso amargarle la fiesta al jefe. Lo
ocurrido confirma que la victoria tiene cien padres y la derrota nace huérfana.
Más esclarecedor de los fallos habría sido
debatir sobre lo que se hizo y lo que se omitió por el Gobierno. Habrían salido
entonces a relucir las medidas tomadas para combatir la crisis y las que
debieron haberse implementado y no se acometieron.
Unas y otras acusan un fuerte tufo
ideológico de derecha con el propósito de cargar sus efectos sobre las clases
más débiles y facilitar la ganancia de los más ricos. Como ejemplos de medidas
antisociales destacan la subida del IVA incluido el cultural que pasó del 10%
al 21% y es el más alto de la UE,
el aumento de las tasas judiciales y universitarias, la elevación de los
impuestos con énfasis en los indirectos, la privación de la tarjeta sanitaria a
inmigrantes irregulares, etc. Por el contrario, favorecieron los intereses del
capital con la reducción o supresión del
impuesto
de Patrimonio y Sucesiones.
Todos
sabemos que estamos inmersos en una profunda y duradera crisis, pero para
remediarla pueden emplearse distintas armas y las que se elijan serán
indicativas de la ideología que las inspira. Entre las normas que, a pesar de
ser reconocida su necesidad, cayeron en el olvido, destacan la fusión de
municipios, la eliminación de las diputaciones, la intensificación de la lucha
contra el fraude a la que no se dotó de efectivos suficientes, la tan prometida
reforma de la
Administración, etc. Sí se aprobaron leyes contra el criterio
de toda la oposición utilizando el rodillo de la mayoría absoluta que ostenta el
PP, como la LOMCE
y la de Seguridad Ciudadana, llamada ley mordaza. En cambio se dejó en el
olvido la Ley de Memoria Histórica.
Si a todo ello sumamos la ola de corrupción
que enfanga al Partido, se ve con claridad meridiana que no falló la propaganda
sino que no fue creída. La gente tiene memoria y ha agudizado el sentido
crítico.
La lección que cabe extraer de las
elecciones andaluzas es que pueden haber iniciado una mutación importante en el
panorama político del país. Puede haberse dado el primer paso para poner fin al
bipartidismo que gobernó desde el comienzo de la democracia. Si la próxima
consulta del 24 de mayo mantiene la tendencia, ya no habrá mayorías absolutas
como la que detenta ahora el PP y se iniciará una era de pactos en la que las
leyes ya no serán aprobadas por el voto exclusivo del partido gobernante.
Como acontece siempre cuando algo cambia,
será notable la resistencia, lo que se traducirá en una campaña electoral más
agresiva con ataques y descalificaciones recíprocas. Preparémonos para que los
líderes nos aburran con las promesas de lo que vana a hacer y que no hicieron
cuando ocuparon el poder. Los votos decidirán si los nuevos partidos confirman
las expectativas que han despertado o si sus apuestas no han conseguido la
confianza de los españoles.
1 comentario:
Todos los líderes bailan al son de la música que les interesa. Pocos son honrados, pero alguno habrá. Es el momento de tomar en serio el dejar gobernar a la lista mas votada, aunque sea en minoría. El ayuntamiento de Redondela funciona así y les va bien, en parte porque tienen un buen alcalde: Javier Bas.Ahora bien, hay que estar ahí y votar para que salgan los menos malos, si es que aun queda alguno.
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