El país andino celebra en el día de hoy, 6 de agosto, su
fiesta nacional que conmemora los 183 años de la independencia de España, que
lleva el nombre del Libertador, Simón Bolívar.
Bolivia atesora inmensas riquezas
minerales, pero su pueblo es el segundo más pobre de Latinoamérica, después de Haití.
Primero se explotó la plata del cerro de Potosí; después, en el siglo XIX ocupó
el turno el estaño que hizo millonaria a la familia Patiño y otros empresarios.
En el siglo XX se descubrieron importantes yacimientos de petróleo que
sirvieron de pretexto para el desencadenamiento de la guerra del Chaco con
Paraguay en 1935; más recientemente aparecieron grandes reservas de gas, y
sobre todo de litio en el salar de Uyuni, un producto esencial para la
fabricación de baterías que facilitarán la producción de automóviles eléctricos.
En todos estos casos, los beneficios no llegaron al pueblo.
La historia de Bolivia está marcada por el
despojo de su territorio al que fue
sometida por sus vecinos, que, bien por
medio de guerras, bien por apaños diplomáticos, le arrebataron más de la mitad
de su extensión. En total, 1.265,000 kilómetros cuadrados que se repartieron,
por orden de superficie, Brasil, Perú, Paraguay, Argentina y Chile.
De todas estas pérdidas, la más sensible y
dolorosa fue la de la salida a la costa Pacífica que se anexionó Chile como
consecuencia de la guerra del Pacífico entre 1879 y 1883, en la que se
ventilaba la propiedad y explotación del guano formado por excrementos de aves
marinas que se emplea en agricultura como abono, comercializado con la marca de
nitrato de Chile.
Desde entonces, Bolivia quedó sin contacto
con el mar y se esforzó en buscar otras salidas al exterior a través de las
naciones fronterizas. Un ferrocarril comunica Santa Cruz de la Sierra con el
puerto brasileño de Santos y otra comunicación fluvial se establece por el rio
Paraguay con el puerto argentino de Rosario donde cuenta con una zona franca.
Todo ello sin renunciar a recuperar la soberanía sobre Arica que es el puerto
natural de Bolivia, aspiración que tropieza con la tenaz negativa de los
chilenos. La última tentativa tuvo lugar el 24 de abril de 2013 con la
presentación ante el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU con sede en
La Haya en reivindicación de una salida al océano.
Hasta 2005 Bolivia presentaba rasgos de
ingobernabilidad. Los golpes de Estado, asonadas, pronunciamientos militares,
motines y sublevaciones sumaban más que años de existencia del país. En dicho
año, siendo presidente Carlos Mesa (La Paz, 1953), una parte considerable de la
población autóctona liderada por el aimara
Evo Morales (Oruro, 1959) bloqueó las comunicaciones en numerosos puntos y
paralizó el país, al tiempo que la Federación de Juntas Vecinales de El Alto,
un poblado próximo al aeropuerto de La Paz, se declararon en huelga indefinida.
El presidente, al verse incapacitado para gobernar presentó su renuncia al
Congreso.
En un mensaje a la nación, Mesa presentó un
cuadro dramático de la situación: “Este es el país de los ultimatos, el país de
las personas que se enrollan con dinamita para exigirnos que hagamos cualquier
cosa que se les ocurra, buena o mala. No estoy dispuesto a matar y no voy a
poner las fuerzas armadas ni a la policía a desbloquear”. Declaró también que
en 17 meses que estuvo en la presidencia tras la huida de su predecesor Gonzalo
Sánchez de Losada, se había enfrentado a 820 conflictos en los que se
plantearon 12.000 diferentes demandas de las que 4.250 fueron resueltas.
Celebradas elecciones en 2005, resultó
elegido Evo Morales al frente del partido Movimiento al Socialismo (MAS) y
accedió a la presidencia el 22 de enero del año siguiente. Postulado por
segunda vez en 2010, fue reelegido para un nuevo mandato por amplia mayoría,
aupado por la población indígena que es mayoritaria. Si llegase a concluir su
segundo mandato Morales, se habría cumplido un período democrático
inusitadamente largo en la turbulenta historia boliviana, en la que por primera
vez gobierna un representante de la población nativa. No es extraño que ya se
piense en reformar la Constitución de 2009 para que el actual presidente
pudiera presentarse por tercera vez.
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