viernes, 8 de febrero de 2013

Un cuento que no lo parece



    Érase una vez un joven llamado Anselmo Torralba, hijo de un matrimonio acomodado que no escatimó esfuerzos ni gastos en procurarle una educación esmerada, a tono con el proyecto que para él tenía de que llegase a destacar como alto directivo del mundo empresarial.
    Así fue que terminó con nota la carrera de Derecho a los 23 años, y deseando especializarse en Derecho Mercantil, hizo un máster universitario que amplió sus conocimientos en la materia. Como los altos puestos a los que aspiraba deben hablar diversos idiomas, estudió a fondo inglés y chino por ser los más difundidos y valorados, y para hablarlos mejor realizó estancias en las capitales de los respectivos países.
    Con todo el tiempo dedicado a su formación, Anselmo se plantó en los treinta años de edad y un excelente curriculum vitae. Procedió a su envío a varias sociedades para solicitar un empleo acorde con su preparación. Cinco días después recibió respuesta de una multinacional que, para conocerle personalmente, le convocó a una reunión.
    Nuestro hombre acudió al encuentro tranquilo y seguro de sí mismo, pues había sido instruido de las técnicas y métodos habituales en las entrevistas de trabajo. Tras una hora larga de conversación, el diálogo se desarrolló como sigue:
- ¿Cuenta usted con alguna experiencia laboral?
- Como usted habrá podido observar por mi currículo, he empleado mi vida hasta ahora en el estudio y formación profesional sin tiempo para poner en práctica mis conocimientos. Entiendo que esta etapa es la que pretendo empezar ahora.
- Sintiéndolo mucho, debo decirle que usted no responde al perfil del cargo que deseamos cubrir. Necesitamos gente joven y con experiencia, y usted reúne el primer requisito pero no el segundo. Le aconsejo que haga oposiciones a funcionario público o dedíquese a la política por ser dos actividades donde no se valora la experiencia inicial para llegar a destacar.

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