Con el comunicado de la banda terrorista
emitido el 20 de noviembre de 2011 en el que anunció el cese definitivo de su
actividad criminal, se abrió una nueva etapa de la historia contemporánea de
España. Transcurrido un año de aquella fecha sin que haya desaparecido
definitivamente, cabe esperar, no
obstante, que el próximo año 2013 se
confirme su disolución porque, privados de sus
recursos habituales, tienen amenazada de muerte su existencia, a menos
que reanudasen sus prácticas delictivas,
lo cual no parece probable.
El día en que se confirme su extinción
habrá desaparecido la siniestra sombra que durante cuarenta años se proyectó sobre
el panorama político, económico y social del país por culpa de una banda de
iluminados, inspirados por las teorías identitarias de un grupo reducido de
intelectuales mesiánicos capitaneados por el fanático Sabino Arana al que el
PNV llama el maestro, sembrador de odio a todo lo español.
Lo que en la jerga terrorista era lucha
armada se desarrolló mediante atentados indiscriminados con explosivos,
asesinatos de quienes no compartían sus ideas políticas, secuestros y
extorsiones a lo largo de toda España, poniendo en peligro la democracia y
provocando zozobra, angustia y dolor en una campaña criminal a la que la sociedad española, en un
ejercicio de serenidad y confianza en las fuerzas de seguridad, no claudicó ni
respondió con actos de represalia, como, por ejemplo, ocurrió en Irlanda del
Norte frente al IRA.
A falta de ulterior balance de lo que
representó la vesania etarra, que ocasiono más de 800 víctimas mortales de toda
edad y condición, con la única excepción de los curas, desde el 7 de enero de
1968 en que fue asesinado el guardia civil Manuel Jardines Arcay. En ese
balance nunca se podrá valorar el duelo de tantas familias de uno y otro bando,
heridas que seguirán abiertas por mucho tiempo.
La banda no pudo lograr con sus atrocidades
ninguno de los objetivos que perseguía, como eran la secesión del País Vasco y
la anexión de Navarra. Su derrota se debió a la conjunción de diversos factores
que pusieron a la organización contra las cuerdas y la obligaron a renunciar a
su empeño. El mayor peso de la lucha recayó, como es lógico en la policía y la
Guardia Civil pero también coadyuvaron al éxito, la colaboración del gobierno
francés, el cansancio de la fracción de
la población que apoyaba a los etarras, la declaración de banda terrorista por
la Unión Europea y Estados Unidos, y de gran eficacia, la presión judicial
impulsada por el juez Baltasar Garzón que promovió la ilegalización de Batasuna
y de otras organizaciones afines controladas por ETA, incluido el procesamiento
de sus dirigentes. El juez no podrá recibir la gratitud popular al haber sido
condenado a inhabilitación por diez años, en un proceso harto cuestionado y
recurrido ante instancias internacionales.
Las expectativas que abrió el cese de la
violencia y el consiguiente proceso de paz permitieron la celebración libre,
por primera vez en la democracia, de las elecciones autonómicas vascas el 25 de
noviembre de 2012 que, sorprendentemente, premiaron con los votos a quienes
compartieron los fines independentistas de ETA a costa de quienes la
combatieron con la ley, si bien ahora los primeros usan como armas las
papeletas y no las pistolas. La democracia, que estuvo secuestrada, recuperará
paulatinamente la normalidad, por más que resulte complicada la convivencia de
víctimas y victimarios. La gente podrá pasear libremente por la calle y
expresarse sin temor a ser atacada por
la espalda, los 3.000 escoltas privados, al quedar cesantes, podrán reciclarse
en otras profesiones, los empresarios dejarán de recibir cartas de extorsión y
finalmente, regresarán a su tierra los vascos que se vieron obligados a ausentarse por las amenazas y chantaje de
los terroristas. Los ministros de Interior se liberarán del mal trago de
asistir a los entierros de las víctimas.
A cambio de la disolución no habrá
negociación como pretendía la banda y el colectivo de presos. La única
concesión que está dispuesto a hacer el Gobierno es en materia de política
penitenciaria, en relación con los 700 reclusos que expían sus crímenes en
cárceles españolas. Se les ofrece el acercamiento al País Vasco y la excarcelación
de los que estén enfermos de gravedad, todo condicionado a que los afectados
reconozcan el daño causado y soliciten la aplicación de los beneficios
penitenciarios que les otorgue la ley.
Es de esperar que pronto se cumplan las previsiones
para que podamos felicitarnos de que la democracia haya vencido a sus enemigos
y por despertar de un mal sueño que perturbó la vida de los españoles y nos
torturó con su presencia durante tanto tiempo que parecía haber adquirido
naturaleza epidémica.
Cuando la nefasta organización haya
abandonado la escena sin dejar rastro, confiemos en que la sociedad española
quede inmunizada contra nuevos brotes terroristas y que la convivencia
ciudadana discurra por cauces pacíficos permanentes, desmintiendo la cínica
frase que pronunciara Franco de que “la vida es lucha y la paz
un accidente”.
FELIZ
AÑO 2013
1 comentario:
Cuando hablamos de la colaboración de Francia en la lucha antiterrorista, no debemos olvidarnos, - y por lo tanto mencionarlo-, que fue precisamente por su falta de colaboración por lo que ETA fue capaz de montar una infraestructura sólida en Francia.Eso hizo que la lucha se prolongase mas años y se hiciese mas dificil combatir su terrorismo.
Publicar un comentario