lunes, 30 de julio de 2012

México estrena presidente



Los Estados Unidos Mexicanos –tal es su nombre oficial- tendrán nuevo presidente a partir del 1 de diciembre próximo como resultado de las elecciones celebradas el 1 de julio, en las que  el Partido Revolucionario Institucional (PRI) liderado por Enrique Peña Nieto obtuvo la mayoría relativa con el 37,9% de los votos emitidos. Los otros dos contendientes fueron el Partido de la Revolución Democrática (PRD) dirigido por Andrés Manuel López Obrador (conocido como AMLO) con el 31,7% y el Partido de Acción Nacional  (PAN) encabezado por Josefina Vázquez Mota, con el 25,48%.
En la consulta electoral se registraron dos hechos novedosos: la participación como candidata a la presidencia por primera vez de una mujer, y la aparición de un  grupo juvenil denominado “Yo soy 132” de características similares al 15 M español. Habrá que esperar a ver como se consolida y el futuro de su papel en la política nacional.
El PRI es ideológicamente indefinible aunque es indudable que le sobra la R de revolucionario: el PRD, escindido del anterior se proclama de izquierda, y el PAN es de centro derecha. El primero, que se repitió en el poder durante 70 años, se pasó los últimos 12 en la oposición en los que gobernó el PAN. Ahora tiene su segunda oportunidad y significa la alternancia política. No obstante, no tiene mayoría absoluta  en la Cámara Baja, compuesta por 500 diputados, ni en la Alta, de 128 senadores, por lo que será necesaria la negociación para permitir al gobierno sacar adelante sus iniciativas de reformas como se espera del candidato vencedor.
Como novedad, Peña Nieto fue elegido por  los mexicanos y no por el “dedazo” como fueron designados sus predecesores priistas. Movió su campaña electoral sobre generalidades. Por consiguiente, tendrá que traducirlas en medidas de gobierno concretas para que el pueblo crea en sus ambiguas promesas. Prometió “ganar más en un entorno de paz, sacar al país de la pobreza, la violencia y el miedo”, crear un sistema de seguridad social y bajar la tarifa eléctrica, además de realizar muchas obras de infraestructura. Ofreció asimismo aprobar la reforma fiscal –tan necesaria dado que el 5% de la población detenta el 30% de la  renta y aporta solamente el 5% de la recaudación fiscal- y laboral, así como abrir PEMEX, el monopolio del petróleo, a la iniciativa privada, un tema tabú desde que fuera nacionalizado en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas.
En la lucha contra el narcotráfico dijo que no habrá “tregua ni pacto”, sobre lo que muchos mexicanos abrigan serias dudas.
El nuevo presidente electo es licenciado en Derecho por la Universidad Panamericana. vinculada al Opus Dei. Es padre de tres hijos habidos de su primera esposa, fallecida, y otros dos extramatrimoniales, y está casado en segundas nupcias con Angelina Rivera, actriz de telenovelas.
Los 114 millones de mexicanos esperan mucho del nuevo presidente, comenzando  por enfocar con más éxito la guerra del ejército contra los narcotraficantes que no fue resuelta por el presidente saliente a pesar de haber causado más de 50.000 muertos. El país necesita acometer una larga serie de reformas que comprende, entre otras, crear un millón de empleos al año que requiere el crecimiento demográfico, aminorar la economía sumergida (allá conocida como empleo informal), que abarca al 30% de la población activa, remediar la pobreza en que viven 42 millones de personas y moderar la desigualdad social, rebajar el nivel de corrupción comenzando por arriba, depurar y profesionalizar los cuerpos policiales, mejorar la calidad de la enseñanza, reconvertir la justicia que deja en la impunidad el 92% de los delitos, abatir el monopolio televisivo que comparten Televisa y Televisión Azteca, y desterrar el machismo y el racismo de la sociedad. Demasiada tarea, sin duda,  para completar en una legislatura, presuponiendo la decidida voluntad y el coraje de Peña Nieto y el sincero deseo de colaborar del Congreso.
    México es un gran país y merece coliderar con Brasil el protagonismo de Iberoamérica. Constituye el tercero del hemisferio con costas a dos océanos, el cuarto por su extensión y el tercero por población.
    Los españoles en general, y los gallegos en particular, miramos con especial afecto a la nación azteca, pues no en vano su nombre original fue Reino de Nueva Galicia, y además, después de Argentina es donde residen más gallegos en el extranjero. Por ello, hacemos votos porque  en las elecciones pasadas haya ganado México.

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