lunes, 12 de junio de 2017

Bien por Portugal



    En los últimos años, Portugal ha cosechado una serie de éxitos en el ámbito internacional que pone de relieve la importancia del país en materias políticas y culturales.
    La racha comenzó con la exposición internacional en 1998 que atrajo a once millones de visitantes y cuyo pabellón nacional granjeó a su autor, Alvaro Siza Vieira, el premio Pritzker, considerado el nobel de arquitectura. En 2005, Antonio Guterres fue nombrado Alto Comisario de la ONU para para los Refugiados (ACNUR). Cinco años después, José Manuel Durao Barroso ocupó la presidencia de la Comisión Europea. En 2016, la selección nacional de fútbol lusitana ganó la Eurocopa frente a Francia.
    Al comenzar el año en curso, las buenas noticias para el país se   duplican: desde el 1º de enero António Guterres ocupa la secretaría general de Naciones Unidas, máximo cargo del organismo internacional; y el 13 de mayo, el papa Francisco canoniza a los dos pastorcillos protagonistas del milagro de Fátima. No hay que descartar que en el mismo año un científico portugués obtenga el Nobel pues candidato no faltaría.
    Con tales triunfos nuestros vecinos bien podrían repetir el eslogan de “Mais Portugal não é un pais pequeno” y quienes lo amamos celebramos  su fama y su gloria.
    Pero no solo por todo ello es admirado Portugal. Desde 2016 ostenta la presidencia Marcelo Rebelo de Sousa, perteneciente al partido Social Democrata del que también es afiliado su antecesor Anibal Cavaco Silva, un partido de centro derecha;  en las elecciones generales de 2016 obtuvo la mayoría su correligionario Antonio Passos pero no pudo formar gobierno, cargo que recayó en el secretario general del Partido Socialista, Antonio Costa en coalición sin precedentes con los comunistas y con el Bloque de Izquierda, ejemplo que no pudo lograrse en España en circunstancias similares. En Lisboa cohabita un presidente conservador con un ejecutivo de izquierda, todo un experimento que despierta interés en el exterior. Los malos augurios no se cumplieron y transcurrido el primer año, las encuestas muestran que el 63% de los participantes le dan el aprobado.
    El anterior Gobierno de centro derecha  impuso la misma tasa del IVA al pan que a la compra de un Mercedes, el actual lo rebajó al 6%. En sentido contrario, el salario mínimo, que era de 485 euros, subió a 557. En 2016 la economía  creció el 2,8%, y la tasa de paro, que rondó el 18%, descendió al 10%. El más reciente parabién al Gobierno de Antonio Costa lo recibió  el 22 de mayo, de la Comisión Europea, al liberar al país del control por déficit excesivo tras haberlo colocado por debajo del 3%.
En lugar del declive y el desconcierto en que se debate la socialdemocracia (España, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Grecia, etc.) llama la atención que en Portugal se mantenga un gobierno tripartito de izquierda que propicie estabilidad y justicia social al país. Si llegara a completar la  legislatura, sería un espejo al que mirarse los partidos europeos.
                   
    De cara al futuro, Portugal se enfrenta a varios desafíos, heredados de la crisis. Uno de ellos es el enorme peso de la deuda que representa el 130% del PIB. Costará sacrificios y tiempo contenerlo en el 60% tal como exige el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

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