miércoles, 6 de mayo de 2015

La risa y los políticos



        Los sicólogos sostienen sin que nadie les lleve la contraria, que la agresividad y la ira dañan gravemente la salud de quienes no controlan estas pulsiones violentas y les convierte en candidatos a contraer enfermedades cardiovasculares que causan una de cada tres muertes en los países desarrollados. Justamente el efecto contrario que se atribuye a la risa, hasta el punto de que, profesionales de la sanidad la recomiendan para ahuyentar los virus, y la risoterapia se apunta como especialidad médica que tendrá a su favor las ventajas de las tres bes: buena, bonita y barata. Reírse, comenzando por hacerlo de uno mismo, es una sabia reacción frente a la estulticia. Optar por el humor ayuda a desdramatizar las situaciones más tensas, defendiéndonos de la farsa que a menudo nos rodea.
    Que la risa es saludable ya se había intuido hace tiempo como sabían los reyes al contratar los servicios permanentes de bufones para aliviarles con sus gracias las pesadumbres de los asuntos de Estado, porque, como advierte la conocida canción, “tomar la vida en serio es una tontería”. Que la ira nos mata y la risa nos sana es un descubrimiento reciente que hasta ahora no había sido documentado por la ciencia. Si  la experiencia confirmara las virtudes terapéuticas que se le suponen, los políticos, que andan de cabeza buscando como  frenar el crecimiento del gasto sanitario, habrían visto el cielo abierto al hallar la fórmula mágica de disminuir el presupuesto sin perder votos, y en adelante, en lugar de fruncir el ceño, se troncharían de risa.
    Sería de desear que la buena nueva se propagase con rapidez para aliviar el aspecto hosco de la vida, sobre todo en tiempos de crisis como la que padecemos. Los daneses –que no tienen fama precisamente de risueños, como los nórdicos en general- apostaron por el nuevo remedio eligiendo en 1994 para el Folketing (Parlamento) a un cómico y cantante de 42 años llamado Jacob Hausgaard, en representación del partido denominado Asociación Confederada de Individuos que Repudian el Trabajo, del que se declaró fundador y único militante.
    El nuevo bufón de la Cámara –que así se autodefine- habrá echado por tierra la supuesta sabiduría popular que ha acuñado frases como descoyuntarse, reventar o partirse de risa, cuando en realidad, no es sino un curalotodo, el bálsamo de fierabrás, y quien sabe, si incluso el anhelado elixir de la eterna juventud.
    Quiero suponer que el bueno de Jacob habrá empleado su comicidad para transformar un crispado debate en un relajante intercambio de frases ingeniosas y chocantes. De igual manera, cuando la ampulosidad de un orador hiciera caer a más de uno de sus colegas en brazos de Morfeo, se despertaría del sopor con la carcajada provocada por la gracia del singular diputado Al mismo tiempo habría demostrado que los más serios asuntos públicos no están reñidos con el tratamiento humorístico, y las actas del  Congreso, debidamente seleccionadas, tendrían la sal y pimienta de un “bestseller” el cual, una vez editadas, con su venta se relajaría el coste que pagamos los ciudadanos  por mantener en funciones el Parlamento.
    También Italia ha sentido atracción por la risa parlamentaria, eligiendo en la consulta de 2013 al actor cómico Beppe Grillo que, al frente del movimiento “Cinco Estrellas” obtuvo 108 diputados, más que cualquier otro partido
    Desconozco la suerte que habrá corrido el experimento danés, y en cuanto al italiano, parece que no ha logrado el protagonismo que hacía esperar su estreno electoral. En todo caso, habrán sido como un soplo de aire fresco en los modos y modas del Congreso para sustituir en él los improperios, insultos y naderías, los excesos verbales y la acometividad física, por flechas humorísticas que no matan al adversario pero lo desarmen.

1 comentario:

Unknown dijo...

Buen artículo. David Cameron y su mujer sonrien. Y les va bien. Además, son un matrimonio bien avenido.
Saludos Pio.