lunes, 8 de octubre de 2012

Debilidades de la democracia



Opino que la democracia es el mejor sistema político de cuantos conocemos. Ningún otro ofrece las mismas posibilidades de participación colectiva en el gobierno del pueblo, del respeto al derecho a disentir, de preservar las libertades ciudadanas y de abrir cauces a la corrección de sus desvíos.
    Esta valoración positiva no significa que el sistema sea perfecto, porque nada humano puede serlo, dadas nuestras limitaciones, y porque entre la formulación de un modelo y su plasmación práctica hay un largo trecho. A examinar algunas particularidades del trecho están dedicadas las líneas siguientes.
    Son principios básicos de la democracia que una persona equivale a un voto y que todos los votos tienen el mismo valor, pero aquí ya empieza a ser visible la posibilidad de manipulación.
    A lo largo del tiempo y del espacio han variado los requisitos legales para ser elector/a. En España, actualmente son electores y elegibles las personas mayores de edad al cumplir 18 años, mas no siempre fue así. Anteriormente la mayoría de edad la adquirían los hombres a los 23 años y las mujeres a los 25, y estas últimas no vieron reconocido el derecho a votar hasta la llegada de la II República. No se piense, sin embargo, que la discriminación femenina era exclusiva de nuestro país. En un cantón de Suiza, que suele presentarse como una democracia modelo, el derecho de la mujer a elegir no le fue otorgado hasta 1973-
    Se admite, en principio, que el elector emite su sufragio de forma libre, consciente y con pleno conocimiento de las diferencias que distinguen y conocen los distintos programas en liza, mas la realidad puede diferir notablemente. Su opción es formalmente libre, pero su opinión está condicionada por la información que recibe de los medios de comunicación y los mítines que transmiten los mensajes y eslóganes pagados por los partidos.
    En virtud del sistema imperante en España, los candidatos no necesitan convencer a sus vecinos de barrio o ciudad, sino que son las formaciones políticas las que se encargan de contratar espacios publicitarios en los medios audiovisuales de mayor difusión y más caros Por ello, la abundancia y repetición de los anuncios dependerá de los recursos económicos de los partidos. En cierto modo, el eslogan un ciudadano un voto se transforma en un euro un voto.
    La cuantía de los caudales que movilizan los partidos depende de las cuotas de sus afiliados y de los donativos de sus simpatizantes, los cuales hacen sus aportaciones como una inversión de futuro que les permita influir en las decisiones del poder o en la ocupación de cargos públicos. Lógicamente, las donaciones serán más cuantiosas por parte de los más acaudalados. Estos pueden entregar lo que deseen, puesto que así lo autoriza la ley de financiación de los partidos políticos, la cual privilegia a los partidos mayoritarios tanto de ámbito nacional como autonómico. Nadie apuesta a caballo perdedor.
    Si el ideal de la democracia hubiera arraigado en la sociedad, el país estaría gobernado por representantes de los segmentos mayoritarios de la población o sea, de las clases baja y media, pero lo que en realidad ocurre es que el poder lo detenta una minoría plutocrática como resultado repetido de elecciones libres, mientras que los pobres y los trabajadores quedan extramuros de la política. Que ello sea así no es por casualidad ni obra de milagro, sino consecuencia de mecanismos socioeconómicos que ponen a disposición de los más ricos el manejo de los resortes del poder. Este grupo no representa más del 1% de la población y lo integran políticos, banqueros, industriales, altos directivos empresariales y máximos representantes del ejército y del poder judicial. En conjunto forman la élite dominante, la que dicta las leyes a su medida.
    El contubernio informal entre riqueza y poder se autoalimenta a modo de vasos comunicantes. Alguien podría argüir que puestos destacados de la política fueron o son desempeñados por personajes de origen modesto como Fraga o Felipe González en España, Cavaco Silva en Portugal o Margaret Thatcher en Gran Bretaña, pero n o dejan de ser excepciones a la regla y se trata de políticos desclasados que por distintas razones se convierten en adalides de una clase que no es la suya de origen.
    Otra consecuencia del maridaje entre política y poder es el trasvase de altos cargos de la empresa al gobierno y viceversa que forma una elite endogámica al servicio de intereses comunes.
.
    Al mantenimiento de este estado de cosas contribuyen involuntariamente los grupos de población peor dotados económicamente que, por interés propio deberían ser los más interesados en hacer oír su voz y apoyar con sus votos a los candidatos más afines, pero juegan un papel secundario y quedan relegados al olvido de los gobernantes. Paradójicamente, muchos de sus integrantes se abstienen por haber perdido su fe en el cambio al no estar concienciados de su poder electoral.
Por efecto de estos comportamientos el poder permanece en manos de una minoría, desvirtuándose así la esencia del ideal democrático
    Otra perversión de la democracia se da fuera de los colegios electorales. Las votaciones pueden desarrollarse con impecable limpieza, pero las anomalías se producen antes. De hecho, en países seudodemocráticos, que es mejor no citar, los votos se compran con dinero o bocadillos. En otros, como en el nuestro, algunos electores del rural son acarreados a las mesas con la papeleta en el bolsillo. Esto prueba que donde la pobreza abunda, la democracia malvive.   

No hay comentarios: