viernes, 31 de agosto de 2012

La crisis de Europa



    El diario El País del 12 del mes de agosto reprodujo un extenso artículo aparecido ocho días antes en el periódico aleman “Frankfurter Allgemeines Zaitung”, firmado por tres intelectuales de gran prestigio, Peter Bofinger,. Jürgen  Habermas y Julian Nida-Rümelin que contiene un análisis lúcido de la preocupante situación que vive la Eurozona y una propuesta positiva para superar la crisis que atraviesa. Por la autoridad  de los autores y la difusión del medio, es de esperar que sea objeto de atención de los políticos e influya en la evolución de los próximos acontecimientos. A dicho trabajo voy a referirme con inclusión de algunos comentarios propios.
    Sin entrar en el origen y causas  del actual estado de cosas, los autores señalan que  “solo con una profundización de la integración puede mantenerse una moneda común, y opinan que para ello es inevitable una transferencia de soberanía a las instituciones europeas con el fin de imponer de forma efectiva la disciplina fiscal.
    Como este paso no se ha dado hasta el momento, es lo que explica que los remedios aplicados por ahora han sido ineficaces por no decir contraproducentes, como es la estrategia germana de exigir la austeridad a rajatabla que solo ha traído recesión y paro.
    La terapia que reclaman los tres intelectuales es la mutualización de los créditos públicos bajo control comunitario y con planes a largo plazo para que los países deudores puedan amortizar sus deudas soberanas, solución que Berlín rechaza en redondo por desconfiar de que los socios  cumplan sus compromisos.
    Una actuación conjunta con supervisión comunitaria  es la única receta  adecuada para contener  el riesgo de insolvencia  individual de un país cuyas consecuencias podrían representar un  golpe mortal a la continuidad del euro.
    Europa se enfrenta a un doloroso dilema; o el retorno a las monedas nacionales, con el riesgo implícito de inestabilidad económica y el papel declinante de todos los socios, o el afianzamiento institucional de directrices políticas, económicas, fiscales y sociales europeas. En síntesis, conservación de la soberanía nacional o renovación de las instituciones comunitarias.
    En el artículo se constata que quienes quieran mantenerse en la moneda única deben apoyar también una responsabilidad común para contribuir a superar el déficit institucional de la Eurozona.
    Reconociendo el papel primordial de Alemania por su población y su potencia económica que la convierte en el mayor contribuyente, sostienen los firmantes que debería convocar una asamblea constituyente a la que concurrirían los Estados  dispuestos a aceptar las reformas que asegurasen la irreversibilidad del euro que como dijo la señora Merkel, no es sólo una moneda sino una idea. Probablemente se excluirían los socios de la Unión Europea que ya no quisieron participar en la Unión Económica y Monetaria (UEM) comenzando por el Reino Unido que nunca admitió que el proyecto comunitario fuese más   allá de un mercado común.
    Las crisis ofrecen la oportunidad de acometer reformas en profundidad que, sin ella, no se habrían hecho. Aprovechar la ocasión para refundar la UE sería el mayor acierto de los gobernantes. Alemania, por su parte haría bien en concienciarse de que todos viajamos en el mismo barco y que, o lo conducimos a buen puerto o naufragamos todos. Oportunidades como esta no se repiten. Recordar que, a pesar de haber desencadenado dos guerras mundiales devastadoras recibió la solidaridad de sus vencedores con el Plan Marshall, y que la UE asumió una parte del coste de la reunificación, sería un acto de justicia y de generosidad.

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