lunes, 18 de enero de 2010

Políticos y sociedad

Con excesiva frecuencia, los políticos se convierten en piedra de escándalo cotidiana, al punto de ser considerados como el tercer problema nacional según el barómetro de noviembre 2009 de Investigaciones Sociológicas.
Son motivo de escándalo y de condena los episodios de corrupción, la despreocupación de los verdaderos problemas del país, la falta de unidad con el gobierno en situaciones de grave crisis como la que padecemos, el anteponer los intereses propios o del partido a los del bienestar general y su falta de honestidad al refutar las acusaciones contra ellos con el manido argumento de “vosotros más”.
Con su comportamiento se hacen acreedores de la desconfianza, la desafección y el desprecio, aplicándoseles, cuando son imputados por la justicia, la presunción de culpabilidad en lugar de la presunción de inocencia como prescribe la Constitución.
Es impropio, sin embargo, extender el descrédito a todos porque las generalizaciones son injustas, y aviados estaríamos si no hubiera excepciones a la regla.
También es injusto que los ciudadanos se erijan en jueces. Los políticos no son seres extraterrestres sino que forman parte de la sociedad, y en democracia son elegidos por los votantes que se supone habrán visto en ellos méritos merecedores de confianza por lo que los primeros habrían incurrido en la figura de juez y parte. Esta responsabilidad se acentúa cuando los candidatos son reelegidos estando acusados de corrupción.
Esta reflexión nos lleva a la conclusión de que la sociedad es tan corrupta como los políticos que la gobiernan, lo que tampoco nos debería inducir a pasar por alto los fallos de éstos, pero sí a hacer autocrítica y propugnar mecanismos para dotarnos de elementos de juicio con que elegir con más acierto a nuestros representantes, así como usar con más rigor los instrumentos que la democracia ofrece para controlar a quienes detentan el poder que les confieren nuestros sufragios.
Desgraciadamente, vivimos en una sociedad imperfecta porque imperfectos somos los humanos. ¿Qué puede decirse sino, por ejemplo, de los ciudadanos que aplauden a rabiar a políticos cuando son detenidos por corruptos y que tras la expiación de sus condenas son reelegidos? ¿Qué concepto merecen unos medios de comunicación que dan voz y presencia a delincuentes convictos condenados por sentencia firma pagando elevadas sumas por exponer en público sus latrocinios?
Como la laxa moral no es exclusiva de nuestra sociedad, he aquí una noticia del 9 de diciembre ubicada lejos de nuestras fronteras: a punto de cumplir su condena como autor del atentado del que fue víctima Juan Pablo II, Ali Abca, los medios audiovisuales se disputan una entrevista con él por la que le ofrecieron 1.300.000 euros a pesar de que, probablemente, sus declaraciones poco nuevo aportarán después de lo ya publicado al respecto. Que un asesino pueda obtener tan extraordinaria recompensa por hablar de su crimen, deja en mal lugar el sentido ético de quienes gestionan esos medios de comunicación y no quedan mejor quienes los propician económicamente con su malsana curiosidad, ya que los gestores contarían con una elevada audiencia.
Los partidos políticos son parte del problema de la corrupción por no controlar a sus militantes en cargos públicos a todos los niveles, porque nadie mejor que ellos debe conocer sus sospechosos incrementos de patrimonio y los “pelotazos” que se fraguan en los ayuntamientos y las comisiones que se cruzan en las contratas. La realidad es que en no pocos casos son cómplices activos de las extorsiones, por cuanto se sirven de ellas para incrementar sus ingresos con que financiar sus insaciables gastos. En tanto los partidos no muestren mejor disposición ética, el problema de la corrupción pública tendrá difícil arreglo.

martes, 15 de diciembre de 2009

Zamenhof

El 12 de diciembre de 1859 (se cumplen ahora 150 años) nacía en la ciudad polaca de Bialistok, Ludovico Lázaro Zamenhof, el creador de la lengua internacional esperanto, siendo el primero de los ocho hijos habidos del matrimonio formado por Markus Zamenhof y Sofía Soler.
En aquel tiempo, Polonia formaba parte de Rusia (recuperaría su independencia tras la I Guerra Mundial) y en Bialistok convivían distintas etnias malavenidas que se expresaban en ruso, polaco, y alemán, además del hebreo y al no entenderse, vivían semiaisladas y en cierto modo, enfrentadas.
En este ambiente adverso, Zamenhof comprendió desde niño cuan útil podría ser un código de expresión común para facilitar las relaciones personales y crear un clima convivencial pacífico y armónico. El estudio que realizó de varias lenguas, tanto clásicas como modernas (griega, latina, francesa y alemana) le descubrió el oficio de los prefijos y sufijos para formar nuevas palabras.
Se puso a la tarea de idear ese nuevo idioma con que soñaba y en 1878, a los 19 años, ya había elaborado un proyecto, sin abandonar por ello sus estudios de medicina, proyecto al que tuvo que renunciar de momento por imposición paterna.
En 1885 se trasladó a Viena para seguir un curso de oftalmología, de donde regresó al año siguiente para abrir en Varsovia su clínica de oculista sin cejar en su empeño de concluir su gramática. Gracias a la ayuda económica de su suegro, el libro vio la luz el 26 de julio de 1887 en su primera edición en ruso que fue seguida en poco tiempo por la francesa, alemana e inglesa. La obra llevaba como autor a un desconocido “Doctor Esperanto” (el doctor que espera).
Su vocabulario se nutre de raíces latinas, germánicas y eslavas. La distinción de sustantivo, adjetivo y verbo se realiza por las terminaciones en “o”, “a” e “i” respectivamente y la gramática se sintetiza en dieciséis reglas sin excepciones. No es extraño que por su sencillez y racionalidad muchos llegan a hablarlo y escribirlo sin necesidad de maestro.
Zamenhof no solo creó el esperanto sino que dedicó su vida y recursos a difundirlo. El y su esposa se encargaron de enviar ejemplares de la gramática a periódicos, revistas y personalidades de diversas nacionalidades, y poco a poco fueron recibiendo respuestas, algunas de ellas escritas en el nuevo idioma.
En 1889 apareció la primera relación de esperantistas que fue aumentando paulatinamente, de modo que en 1905 se convocó el primer congreso internacional en la ciudad francesa de Boulogne-sur-Mer durante el cual, el fundador pronunció un emocionado discurso a modo de filosofía de fraternidad universal a que aspiraba el esperantismo.
En el congreso participaron polacos, franceses, ingleses, alemanes, rusos, españoles y holandeses que pudieron comunicarse en una lengua inteligible para todos sin necesidad de traductores, en un acto que prometía la llegada de una nueva era de confraternidad sin barreras lingüísticas. Las sucesivas ediciones se celebraron desde entonces con periodicidad anual sin otra interrupción que la obligada por las dos Guerras Mundiales. El cuarto congreso tuvo lugar en Barcelona, en dramática coincidencia temporal con la llamada Semana Trágica, en 1909, año en que también se fundó la Asociación Universal de Esperanto, encargada de organizar dichos congresos.
Siendo el esperanto una lengua de fácil aprendizaje, neutral, porque no pertenece a ningún pueblo o nación, y de carácter auxiliar, dado que no compite con ninguna otra sino que defiende la existencia de todas las nacionales, y aspira a servir de puente entre todas las demás, parecería que tuviera el camino despejado para su expansión sin trabas, pero la realidad, sin embargo, dista mucho de ser así. A pesar de haber recibido loas de científicos, literatos y has papas, ningún gobierno le ha prestado su apoyo oficial, y su difusión queda restringida al uso de minorías, y si bien cuenta con cultivadores en los cinco continentes, su mantenimiento y expansión queda en manos de asociaciones privadas sin ánimo de lucro. Ni Polonia, patria del fundador, ni Israel por su afinidad étnica, han asumido el compromiso de incluir en los planes de estudio la enseñanza de la lengua internacional.
Por las características antes aludidas se supone que la Unión Europea sería campo abonado para la adopción del esperanto como medio de comunicación común entre sus veintisiete Estados miembros que ahora emplean 23 distintas y podrían ser en breve veintiséis si se aprobase la adhesión de Croacia, Turquía e Islandia, pero tampoco aquí se han puesto de acuerdo los gobiernos que han optado por aceptar el inglés como lengua franca, `por más que no sea neutral ni fácil de aprender. Una vez más se confirma la experiencia histórica de que este protagonismo se lo arroga la nación hegemónica, es decir, Estados Unidos, como en su momento asumieron sucesivamente griegos, romanos, españoles, franceses y ahora anglonorteamericanos.
Las circunstancias que concurrían en Zamenhof hicieron de él una personalidad compleja. Su lengua materna era judía, la mayoritaria de la ciudad, polaca, y la de uso oficial, rusa. Su madre era creyente, su padre ateo y él se definía como libre pensador.
Por encima de todo, Zamenhof fue un verdadero benefactor de la humanidad y un apóstol de la paz. No solamente donó altruistamente el fruto de su ciencia y trabajo, sino que se dedicó en cuerpo y alma a divulgar y difundir lo que consideraba un bien para todos.
A su firme propósito de trabajar sin descanso por una sociedad más justa, tolerante y solidaria consagró su existencia hasta el fallecimiento ocurrido en Varsovia el 14 de abril de 1917 en plena tormenta de la I Guerra Mundial. Fue el tercero de los judíos que intentaron cambiar el curso de la historia, junto con Jesucristo y Marx. Murió sin ver su obra asentada definitivamente, como sus predecesores, y así sigue casi un siglo después. Pero la semilla está en el surco y si algún día se superasen los nacionalismos y reinase la razón, cabe esperar que renazca y dé los frutos necesarios para que podamos comprendernos mejor y amarnos más en un mundo menos hostil de lo que ha sido hasta ahora.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La Unión Ibérica

A través de una encuesta realizada por la Universidad de Salamanca, presentada el 28 de agosto de 2009, nos hemos enterado de que el 40% de los portugueses verían con buenos ojos su integración en una federación ibérica, en contraste con la opinión de los españoles, de los que solamente el 30% apoyarían la idea.

El proyecto merece ser estudiado con detenimiento y objetividad para que los dos vecinos pudieran emitir una opinión fundada respecto a las ventajas e inconvenientes derivados de la fusión para ambos países., que en todo caso precisaría la aprobación mayoritaria en referéndum.

Una federación o confederación reforzaría la posición internacional de la nueva unidad política como resultado de las afinidades de las naciones latinoamericanas y africanas que hablan las dos lenguas, profesan la misma religión y compartieron un pasado común. Su población conjunta rebasa los 600 millones y una proporción próxima al 10% de la población mundial.

La posición geográfica española coarta las comunicaciones de Portugal con Europa al exigir el paso por España. También nuestros principales ríos recorren el territorio de ambas naciones, y ello hace imperativo un régimen de aprovechamiento de sus caudales que respete los legítimos intereses de ambas partes

Dada la vigencia del principio de que la unión hace la fuerza, entiendo “a priori” que los aspectos positivos superarían a los negativos. Dos hechos de reciente acaecimiento harían más factible la viabilidad del proyecto, a los que habría que añadir el disfrute común de regímenes democráticos tras muchos años de dictaduras afincadas en Lisboa y Madrid. Me refiero al Estado español de las Autonomías que entre otras cosas reconoce la existencia de cuatro lenguas oficiales, con lo que el portugués sería una más que compartir en el solar ibérico. Camoens y Cervantes se habrían dado la mano después de siglos de vivir de espaldas uno frente al otro.

El otro acontecimiento a que antes me refría sería la común pertenencia a la Unión Europea desde 1986 que supuso la práctica eliminación de las fronteras y produjo un notable acercamiento de los dos pueblos, reforzado con la adopción de la misma moneda.

Los españoles haríamos bien, con o sin unión política, profundizando en el conocimiento mutuo e intensificando las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales, comenzando por el estudio del portugués, en consonancia con lo que ellos estudian el español.

Quizás fuera una acertada iniciativa que la Universidad de Salamanca diese continuidad periódica a su encuesta, y mejor todavía si organismos oficiales asumieran la tarea para ver como evolucionan las tendencias unionistas a ambos lados de la frontera.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Un momento estelar

Al terminar la Segunda Guerra Mundial en 1945, solo una potencia, Estados Unidos, estaba en condiciones de imponer su voluntad al resto del mundo. No en vano había abastecido los frentes de batalla de hombres, y sobre todo de material bélico, sin haber sufrido los efectos directos de la contienda en su territorio. Aquel fue un momento crucial en la historia de la humanidad. Nada menos que pudo haber significado el comienzo de un imperio mundial regido por la “pax americana”.
Nadie puede afirmar “a posteriori” si tal eventualidad habría sido buena o mala a nivel mundial. Lo cierto es que esa oportunidad existió por primera vez en la historia aunque brevemente porque desapareció en muy pocos años. De 1945 a 1948 Norteamérica no sólo era el vencedor indiscutible sino que además era la única potencia poseedora del arma decisiva, la bomba atómica que con dos lanzamientos doblegó la capacidad de resistencia de Japón. Nunca antes había existido un poder hegemónico sin rival posible, lo mismo en el terreno militar que en el económico. En 1945 el PIB de los Estados Unidos equivalía el 45% del total mundial.
Los hados se encargaron pronto de cambiar las piezas del tablero y con ella la posibilidad de llegar a un poder único sobre la tierra se esfumó. Bien es verdad que no existe constancia de que Washington se hubiera planteado el proyecto de convertirse en capital de un imperio. Lo cierto es que en 1948 la URSS probó con éxito su primera bomba atómica y el reparto de poder cambió dramáticamente. Cuando el gobierno norteamericano pareció acariciar la idea de ejercer al liderazgo mundial en 1956 frente a la invasión soviética de Hungría o en 1962 con la instalación de misiles soviéticos en Cuba, ya era tarde para intentarlo. Con la consolidación del rival soviético se impuso el equilibrio del terror que caracterizó la llamada guerra fría.
La posesión compartida de la bomba atómica y poco más tarde la de hidrógeno señaló el fin del monopolio militar estadounidense. A partir de ahí existían dos superpotencias capaces de aniquilarse mutuamente, sin posibilidad, por tanto, de victoria de una de ellas.
Al no poder enfrentarse directamente, el desafío se trasladó al terreno de la política que, como dijo Clausewitz, es la continuación de la guerrra por otros medios. El choque directo se sustituyó por el ataque a los flancos, allí donde el enemigo presentase un punto débil, aprovechando cualquier conflicto regional, con la finalidad de debilitar el contrario sirviéndose de los países envueltos en guerras de baja intensidad como polígonos de tiro para probar nuevas armas.
Se había perdido una oportunidad histórica para impedir la proliferación nuclear y lograr un mundo sin la sombra ominosa del holocausto nuclear.
El resultado de la rivalidad bilateral planteado en tales términos, fue una sucesión de guerras en el Tercer Mundo y un tremendo despilfarro de recursos que a la larga empobreció también a los protagonistas y propició el avance económicos de dos nuevas naciones, Japón y la entonces llamada Alemania Occidental, curiosamente, los máximos perdedores de la guerra
Por las mismas fechas en que era más evidente la guerra fría, China vencía al ejército de Chiang Kai Shek y el 1º de octubre de 1949 era proclamada la República Popular China que con el tiempo estaría destinada a ser un protagonista de primera fila en el concierto internacional. Otro acontecimiento de gran trascendencia ocurrió en 1957 con la fundación del Mercado Común, hoy transformado en la Unión Europea, un gigante económico pero un enano político por la resistencia de los Estados miembros a renunciar a la soberanía de su política exterior y de defensa.
Otro hecho que contribuyó a la configuración del mundo actual fue la debacle del bloque soviético, iniciada en 1989 con la caída del muro de Berlín que supuso la descomposición de la URSS e influyó en muchas transformaciones del escenario político internacional que conocemos.
Con Estados Unidos en declive, 11 potencias nucleares y el surgimiento de una serie de naciones emergentes que integran el llamado grupo BRIC formado por Brasil, Rusia, India y China, estamos ante un mundo multipolar que está lejos de asegurar la convivencia pacífica, ya que, como enseña la historia, el afán de liderazgo despierta la lucha entre los rivales por la hegemonía mundial. ¿Será China el nuevo hegemón? Todo parece indicar que el papel estelar del Atlántico que desempeñó durante siglos se desplazó al Pacífico al tiempo que los arsenales rebosan de ingenios nucleares. Como expresó Einstein, la liberación de la energía atómica cambió todo menos nuestra forma de pensar.

jueves, 13 de agosto de 2009

Contradicciones cotidianas

Desde que Aristóteles consideró al hombre como un “animal racional” sigue manteniéndose viva esta definición. Como animal estaría dotado de instintos naturales, y como racional se regiría por criterios adaptados a la realidad cambiante, según la percepción de su pensamiento y la asunción de responsabilidad social.

La coexistencia de ambas cualidades genera a menudo una serie de actitudes contrapuestas en las que unas veces predomina la animalidad en forma de instintos y sentimientos y otras destaca su condición de ser pensante y miembro de la sociedad en que vive. De ahí que viva inmerso en sucesivas contradicciones.

Si, como afirma el dicho popular, para muestra basta un botón, he aquí una somera criba de las noticias que aparecen en el diario “Faro de Vigo” en tal día como el 7 de agosto de 2009.

1. La Xunta anuncia que dejará en suspenso “sine die” la construcción de 800 viviendas protegidas en el polígono de Navia, en Vigo, por falta de fondos, pero se dispone a invertir 42 millones de euros en urbanizar los accesos a la Ciudad de la Cultura en el monte Gaiás, en Santiago, donde Fraga dio rienda suelta a su megalomanía, un proyecto que, presupuestado en 100 millones de euros, ya consumió 475 millones y siguen sin construirse dos de los seis edificios previstos, sin que nadie rinda cuentas ni explique el desfase. Y todo ello cuando la crisis reduce los ingresos presupuestarios y es exigible una rigurosa administración de los mismos.

2. En la calle Rosalía de Castro, en Vigo, se prevé la reanudación en septiembre próximo de las obras de urbanización después de tres años de suspensión en los que se estuvo excavando con brocha y paleta para conservar los restos de una salina romana, lo que obligó a paralizar las obras de más de 700 viviendas. Este celo por conservar los vestigios de la antigüedad contrasta con la sistemática destrucción de testimonios arquitectónicos pertenecientes a la dictadura franquista, como si estos no formaran parte de la historia reciente, gústenos o no.

3. El anterior gobierno autonómico había acordado retirar la subvención a cinco colegios privados, en su mayoría del Opus Dei, (unos tres millones de euros) en base a que sientan en aulas separadas a niños y niñas, pero el nuevo Gobierno del PP decidió dejar sin efecto la no renovación de dichos conciertos. Cuando la crisis económica muerde con furia en los bolsillos de los más débiles, el sindicato Comisiones Obreras considera inadmisible que se financien estos centros al mismo tiempo que se recortan las inversiones en libros de texto, personal y formación del profesorado.

Como se ve, en los tres ejemplos está presente el “vil metal”. Uno no puede por menos de sorprenderse del singular orden de prioridades en que se emplean los recursos públicos y la curiosa selección de gastos y gustos de los políticos.

sábado, 25 de julio de 2009

Actividades públicas y secretas

Ante todo permítaseme aclarar que entiendo lo público como propio de la Administración del Estado en sus distintos niveles y ámbitos de actuación.
Aún cuando no sea del todo exacta la equiparación de la Administración con una empresa privada, ambas tienen en común determinadas similitudes. Los medios de que ambas se valen son los recursos que los ciudadanos en su caso y los socios en otro ponen a su disposición para el cumplimiento de sus fines propios: el bien general y la rentabilidad del negocio respectivamente. Aunque su naturaleza sea distinta, ciertas condiciones limitan en la práctica la extensión de los calificativos, de modo que ni la publicidad de lo público –valga la redundancia- es total, ni la privacidad empresarial es rigurosamente cierta.
Así ocurre que la sociedad privada está obligada por ley a certificar sus cuentas mediante una auditoría externa para ser sometidas después a la aprobación de la asamblea de socios. Estos datos están a disposición de quien quiera consultarlos en el Registro Mercantil.
El gobierno, por su parte, elabora el presupuesto anual de ingresos y gastos que es discutido y aprobado en su caso por el Parlamento. Lo mismo que acontece con los gobiernos autónomos, y en cierto modo, con las Diputaciones y Ayuntamientos, pero su publicidad es parcial y escasa, y a posteriori es examinada por el Tribunal de Cuentas, si bien con notable retraso. Pero no hay rendición de cuentas en sentido estricto ni ante las Cámaras ni, por supuesto, ante la opinión pública. Y no hace falta que aludamos a los fondos reservados cuya existencia contradice el carácter público del Estado que en numerosos casos vulneran la ley al realizarse los pagos a confidentes sin justificante y sin que el precepto esté sujeto a impuesto alguno.
Si del presupuesto estatal pasamos al de las Administraciones periféricas (Autonomías, Diputaciones y Ayuntamientos) la opacidad es aún mayor. Los presupuestos son aprobados por los concejales, pero no así en qué grado de su cumplimiento.
No se comprende que, mientras el consejo de administración de una sociedad anónima ha de redactar una memoria justificativa de su actuación y explicar las desviaciones de los objetivos trazados, a ninguna de las Administraciones se les exige que justifiquen, por ejemplo, por qué el presupuesto se cerró con déficit, o por qué tal o cual obra pública costó el doble de lo presupuestado. Y si esto es cierto con respecto a las propias Administraciones, el oscurantismo es mayor en relación con los organismos autónomos que de ellas dependen que, por este procedimiento, se sustraen al control parlamentario. El contraste se hace todavía más patente si reparamos que participar en una empresa es una opción voluntaria, en tanto que la condición de contribuyente viene impuesta coactivamente por la ley.
Tengo la fundada sospecha de que si el sector público siguiera el ejemplo de las sociedades anónimas, desaparecería en buena parte la resistencia que suscita la exacción de tributos, que no sabemos adónde van ni cómo son administrados. Lo mínimo que parece exigible es la publicación en la prensa de la liquidación para que los datos puedan llegar al público. El contribuyente merece mayor respeto por los gestores públicos y este derecho debería estar reconocido por la normativa legal. En otro caso, uno se siente tentado de creer que los políticos actúan con irresponsabilidad y ligereza porque disparan con pólvora del rey que paga Juan Pueblo.

viernes, 3 de julio de 2009

Paraísos fiscales

“Decidimos (en la cumbre del G-20 en Washington en noviembre de 2008) que ningún actor (financiero) podría volver a escapar de una autoridad reguladora. Esta regla debería aplicarse … por supuesto a los paraísos fiscales”. Así de rotundo se expresó por escrito el presidente francés Nicolás Sarkozy en un artículo aparecido en “El País” el 1 de abril de 2009.
La eliminación de esos antros del ocultismo financiero era uno de los objetivos de la cumbre de Londres celebrada el 2 de abril. La realidad, sin embargo, quedó lejos de lo esperado. El comunicado oficial, en su párrafo 15 se limita a recomendar “tomar medidas (sin especificar cuales) contra las jurisdicciones no cooperativas, incluídos los paraísos fiscales”.
Habrá que esperar, aunque sea con escepticismo, que el acuerdo se traduzca en medidas legislativas que introduzcan claridad y transparencia en las operaciones que los paraísos fiscales realizan con opacidad y secreto.
Es preciso reconocer que el solo anuncio de que el asunto se iba a tratar en la reunión de Londres produjo el efecto de que muchos de tales centros financieros se adelantasen a prometer que abandonarían el secreto bancario, y la simple publicación por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo) hizo salir los colores a gobernantes de países que amparaban estas prácticas irregulares y se comprometieran a cambiarlas en adelante.
El “optimista antropológico” como se autodefine el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, llegó a decir que el secreto se acabó, apreciación excesiva que el primer ministro británico, Gordon Brown se sintió obligado a corregir, aclarando que se trataba de un paso hacia el principio del fin.
Los paraísos fiscales acogen depósitos de capitales que evaden la tributación legal de los países donde se originaron las rentas o plusvalías , mientras los salarios de los trabajadores soportan la carga impositiva sin posibilidad de eludir la exacción. Por lo general, los beneficiarios de esta actitud insolidaria acuden a la creación de sociedades “offshore” o sociedades pantalla domiciliadas en territorios donde los impuestos son mínimos o nulos. Al ser sus titulares considerados no residentes, están exentos de tributación. Dichos lugares son, por tanto, refugios del dinero negro.
Como muestra de la importancia que representa esta forma de evasión fiscal, la ONG Intermon Oxfam estima en 94.000 millones de euros lo que los países en vías de desarrollo pierden por este concepto. Esta cantidad es superior a los 78.000 millones que los países más pobres reciben en concepto de ayuda al desarrollo.
Pero, además de amparar el fraude, los paraísos fiscales constituyen el sistema circulatorio del terrorismo, del narcotráfico y de la criminalidad organizada, a través del secreto de sus transacciones.
Siendo perfectamente conocidos los efectos perversos de estos centros financieros opacos, uno se pregunta por qué operan en la legalidad, y por qué la comunidad internacional, pudiendo hacerlo, no impide su existencia. La respuesta no puede ser otra que el poder de los intereses creados de los más poderosos amparados por los gobiernos que, siendo demócratas, se abstienen de actuar en defensa de los intereses generales de la población. Ello hace temer que faltará la voluntad política para dar efectividad a los acuerdos de Londres por lo que podrían quedar reducidos a simple papel mojado.
En la aludida relación de la OCDE aparecen 43 paraísos fiscales y, si bien muchos tienen su sede en pequeñas islas atlánticas, colonias del Reino Unido, Estados Unidos y Holanda, 15 de ellos están residenciados en naciones europeas que se presentan como modelos de respeto a la ley: Suiza, Austria, Bélgica y Luxemburgo. De ahí la fundada sospecha de que quieran realmente cumplir lo acordado. Tampoco EE.UU. está exento de culpa, dado que tres de sus estados (Wyoming, Nevada y Delaware) practican el secreto de sus cuentas bancarias, aunque sorprendentemente no aparezcan en la lista de la OCDE, como denunció Suiza, irritada por estar incluida en ella.