miércoles, 13 de abril de 2011

Paradojas cotidianas

Desde que se produjo el desplome de los regímenes comunistas de Europa Central y Oriental, se ha acentuado la orfandad ideológica en que vive la izquierda, en la que bien podría decirse que muchas fuerzas políticas y sociales han perdido la brújula y no encuentran mejor guía intelectual para respaldar su quehacer que un pragmatismo romo, que lo que en realidad esconde es la carencia de ideas compatibles con principios verdaderamente progresistas.

Aun cuando el fenómeno es de ámbito mundial, por razones de espacio examinaré solamente sus manifestaciones en España, donde se observan características tan contradictorias como las siguientes:
1. Los sindicatos presionan a las autoridades y llegan a erigirse en salvadores de empresas en crisis frente a la Administración. No se pretende, como pudiera pensarse, la mejora de la productividad o la cogestión, ni ofrecer fórmulas que comprometan la armonización de los legítimos intereses de los trabajadores con la viabilidad empresarial, sino lisa y llanamente, que se concedan subvenciones a fondo perdido, a cargo de los contribuyentes, como premio a la ineficiencia. Pasar de la lucha sindical clásica por la obtención de mejoras laborales a hacer causa común con los patronos para asegurarles sus beneficios, es un salto mortal sin red. Si Marx y Pablo Iglesias levantaran la cabeza se morirían de nuevo del susto. El decreto sobre el carbón que obliga a las empresas eléctricas a consumir hulla de producción nacional, de peor calidad que la importada, ejemplifica lo expuesto,
2. Empresarios y trabajadores exigen el mantenimiento de empresas públicas deficitarias a cargo del erario público, y simultáneamente la reducción del déficit presupuestario y la rebaja de impuestos. Como se ve, la lógica y la racionalidad brillan por su ausencia.
3. La CEOE reclama la reducción de la cuota patronal de la seguridad social, el incremento de incentivos a la producción en forma de ayudas y una menor presión fiscal, o sea, la cuadratura del círculo.
4. Por su parte, el PSOE, en el Gobierno, olvida sus principios fundamentales y sus ideales por los que lucharon los fundadores, y privatiza cuanto está a su alcance y rebaja o suprime impuestos directos (IRPF, Patrimonio, Transmisiones) argumentando en tiempos distintos que tan de izquierda es incrementar como rebajar impuestos. Se defiende lo uno y su contrario.

En tiempos no lejanos esta ideología sirvió para dar cobertura legal a operaciones espurias, conocidas como “socialización de pérdidas”, consistentes en traspasar al INI (Instituto Nacional de Industria) empresas privadas en quiebra –como muestra elocuente, recuérdese el caso paradigmático de HUNOSA- de lo que en Vigo hemos conocido ejemplos notorios (empresa Alvarez, entre otras). Es a todas luces injusto y contradictorio cargar al sector público con empresas inviables y sostener después que su gestión es ineficiente, y es inadmisible postular la máxima libertad de la iniciativa privada cuando el viento sopla a favor, y clamar por ayudas estatales en tiempos de vacas flacas. La esencia de la empresa privada es su capacidad para asumir riesgos, y solo en su virtud se justifica la ganancia. El empresario es una especie de profeta que gana cuando acierta en sus predicciones, y puede arruinarse si se equivoca. Eliminar el riesgo empresarial sería tanto como privar al empresario de su razón de ser.

Inversamente, no es de recibo que el gobierno socialista haga almoneda de empresas públicas, saneándolas previamente con recursos presupuestarios para devolverlas a la iniciativa privada. Curiosamente, algo similar representa el decreto ley que regula la recapitalización de las cajas de ahorro. En él se dispone que aquellas entidades que no puedan alcanzar el “core” capital mínimo (reservas, porque dichas financieras no disponen de capital propio) serán nacionalizadas temporalmente inyectándoles fondos públicos para ser vendidas después, previsiblemente, a un banco. Es una claudicación ideológica renunciar a la transformación de la sociedad, asumiendo la defensa de los más débiles y desamparados que proliferan bajo la libertad de la oferta y la demanda, y equivale a traicionar los postulados en que se asienta el ideal de la izquierda.

Para muchos es una verdad inconclusa el fracaso de la economía planificada por el Estado, pero su daltonismo ideológico les impide ver las crisis recurrentes del capitalismo salvaje y sus estragos. La falta de ideas claras explica que los partidos de izquierda se muevan en un mar de confusiones y se rijan por un cóctel de liberalismo e intervencionismo, libre competencia y dominio de mercados, libertad de mercado y proteccionismo, como si fuera posible mezclar el agua y el aceite. Si el llamado socialismo real defraudó por sus resultados, tampoco el capitalismo liberal es la solución a los problemas sociales y medioambientales, y si ha pervivido desde los tiempos de Adam Smith, se debe a su camaleonismo, puesto que el que conocemos se parece muy poco al antiguo “laissez faire, laissez passer”. De lo que se deduce que si no aparece un Keynes que lo renueve, tendrá que surgir un Marx que lo destruya.

martes, 29 de marzo de 2011

La retribución de los ejecutivos

La crisis que venimos padeciendo desde agosto de 2007 comporta graves perjuicios de toda índole para la mayoría de la población, por más que el Gobierno diga y repita que todos debemos apretarnos el cinturón.
Lo más justo sería que quienes con sus errores y operaciones especulativas, en definitiva, con malas prácticas provocaron la catástrofe tuvieran que pagar los platos rotos, incluida la responsabilidad penal si a ello hubiera lugar, en compensación a las ganancias ilícitas que obtuvieron.
La realidad, no obstante, es muy distinta, y demuestra que no siempre el que la hace la paga. Quienes verdaderamente llevan las de perder son otros que no tuvieron arte ni parte en el desaguisado: los asalariados que perdieron su empleo, los prestatarios abocados al desahucio por no poder pagar sus hipotecas, los autónomos forzados al cierre de sus negocios por la caída del consumo. A todos les toca afrontar las consecuencias del mal que hicieron otros.
Por el contrario, los directivos y consejeros de las entidades financieras y de las grandes multinacionales que ocasionaron el hundimiento de la economía no solo quedaron exentos de responsabilidad ni vieron reducidos sus ingresos sino que mejoraron sus sueldos millonarios complementados con retribuciones variables en forma de bonus, asignación a fondos de pensiones y blindajes económicos de sus puestos en caso de despido sin que sea obstáculo que su mala gestión haya menguado los beneficios de sus empresas, las cuales, en ciertos casos obligaron al Estado a inyectarles cuantiosas ayudas para salvarlas de la quiebra, en un ejemplo escandaloso de privatización de ganancias y socialización de pérdidas.
En buena lógica, el salario fijo, que para sí quisiera el 98% de los españoles, debería compensar la dedicación plena, eficaz inteligente y leal de un ejecutivo a su empresa, ya que de no ser así, cubriría también la deficiente atención y fallos de gestión , algo que repugna a la lógica y la justicia. Por consiguiente, la retribución variable que los propios beneficiarios se conceden, incluso cuando las empresas entran en pérdidas, resultan de muy difícil justificación sobre todo por su desmesurada cuantía. Por otro lado, ni el éxito ni el fracaso de una compañía cabe atribuirlos en exclusiva a los consejeros o ejecutivos, sino al conjunto de los trabajadores que participan en la tarea común.
Aun cuando los mayores abusos de esta índole se registran en Estados Unidos como meca del capitalismo, en España no faltan ejemplos que poco tienen que envidiar a los norteamericanos.
Los consejeros y altos directivos de las empresas del Ibex percibieron en 2010 una media de un millón de euros, con casos en que los cobros fueron muy superiores. Así, ocho ejecutivos de Amadeus, una central de reservas de viajes se repartieron 55 millones de euros; el presidente de Repsol se embolsó siete millones, y el de Iberdrola ganó otro tanto, además de recibir un elevado número de acciones de Iberdrola Renovables, sociedad filial de la primera. En contraste con tan fantástica recompensa, quienes invirtieron sus ahorros en la última sociedad, pagaron las acciones a 5,30 en su salida a Bolsa y ahora Iberdrola ofrece recomprarlas a 2,97, lo que equivale a una pérdida del 44%, en una operación que tiene el tufo de una estafa sin responsabilidad penal.
Lo más curioso es que todos estos hechos, verdaderos atentados contra la ética y equidad, discurren en una situación de estricta legalidad, sin que por tanto, sus autores sufran la menor molestia de las autoridades, y no digamos de orden moral porque se da por supuesto que sus estómagos están preparados para digerir lo que les echen.
Si así es el orden jurídico que tenemos, evidentemente no se puede afirmar que esté inspirado en los sanos principios de la justicia y la decencia. Un Estado de derecho no debería amparar tales prácticas.

domingo, 27 de febrero de 2011

Barrer la delincuencia

El 8 de septiembre de 2002, el a la sazón presidente del Gobierno, José María Aznar, declaró que iba a “barrer de las calles a los pequeños delincuentes que amargan la vida a los ciudadanos”. Fue significativa la precisión de que la amenaza iba dirigida a los delincuentes de poca monta, porque los grandes no frecuentan las calles sino que actúan desde despachos enmoquetados, defendidos físicamente por vigilantes jurados y jurídicamente por competentes abogados. La declaración compone una metáfora obscena porque las personas son eso y nunca basuras que barrer para arrojar al vertedero, aunque sean pobres e incluso rateros.
El sistema de palo y tente tieso debió aprenderlo Aznar de su amigo y mentor George W. Bush que mantenía a dos millones de compatriotas entre rejas y cuatro millones y medio más en libertad condicional. La aplicación de esta receta comportaba un doble objetivo: barrer las calles y reducir la tasa oficial de paro, dado que los reclusos no buscan trabajo, lo tienen asegurado bajo la atenta mirada de sus guardianes. Lo que interesa es sacar de la circulación a los que la ley tipifica como indeseables, mayoritariamente sin medios de vida.
En España tenemos actualmente unas 75.000 personas privadas de libertad. Se ve que la escoba funciona a pleno rendimiento. Bien está que las autoridades se preocupen de garantizar la seguridad ciudadana pero no con acciones represivas. Se echa en falta una política integrador para prevenir el delito y no limitarse a corregir sus efectos.
El problema debe enfocarse a largo plazo, de forma que el plan contemple las medidas necesarias que eviten las situaciones de discriminación y exclusión social porque siempre ha sido mejor prevenir que curar. A los políticos se les pide y se les paga para resolver problemas y merecerán aplauso si los evitan. En este contexto encaja la mejora de la educación y la estabilidad de los planes de estudio concebidos no como un atiborramiento de conocimientos teóricos, sino como método de inculcar valores cívicos.
Otro medio de lucha eficaz contra la delincuencia es la reforma del sistema penitenciario, dotándolo de medios suficientes para que pueda cumplir el papel que le asigna el artículo 35 de la Constitución de rehabilitar y resocializar a los reclusos a fin de que disminuya la reincidencia. Es preciso que los gobernantes se conciencien de que es mucho lo que nos jugamos en la apuesta de lograr una sociedad más justa, solidaria y cohesionada en la que nadie se siente excluido ni carezca de oportunidades acordes con sus aptitudes.
Dado que gran parte de los autores de delitos contra la propiedad proceden de las capas de la población económica y culturalmente más desfavorecidas, es imperativo invertir más en protección social a fin de que ni la necesidad ni la falta de oportunidades sean campo abonado de conductas antisociales.

miércoles, 19 de enero de 2011

La religión y los pobres

En general, las grandes religiones predican el amor al prójimo, la caridad y la austeridad de costumbres, así como el enaltecimiento de los pobres como fieles predilectos de las distintas creencias, mas los hechos no acompañan a las palabras, ni por parte de los representantes más cualificados, ni de la mayoría de los creyentes. Se hace alarde de lujo y suntuosidad en los lugares donde se rinde culto a los respectivos dioses, pero la solidaridad con los más necesitados brilla por su ausencia. Más bien puede afirmarse que allí donde predomina la religión la desigualdad es más patente, de lo que constituye una buena muestra el aspecto que ofrece el mundo musulmán.
Si trasladamos la atención a la religión cristiana y comparamos la doctrina y los hechos del Fundador con el ejemplo que dan las jerarquías eclesiásticas, el contraste no puede ser más demoledor. El centro del poder del catolicismo, el Estado Vaticano, rebosa opulencia y derroche, que en nada recuerda los humildes lugares escenarios de la primera predicación. Su imitación del ejemplo de Jesucristo es la pura negación del modelo. No en vano se dice que “vista Roma, fe perdida”. Desde el Papa, pasando por los cardenales y obispos, su aspecto no se parece en nada a la proverbial pobreza de Jesús. En su entorno, la modestia y humildad están ausentes. Por las calles romanas deambulan orondos prebostes de vestimenta talar y estómagos prominentes, a los cuales el ayuno y la abstinencia les son desconocidos.
Si los máximos representantes de la fe siguen este comportamiento, no sorprende que el ejemplo cunda en la cristiandad y por doquier se alzan suntuosas catedrales, mientras a poca distancia viven gentes en míseras chabolas y los palacios episcopales destacan por su amplitud y magnificencia. La misma contradicción entre lo que se proclama y lo que se practica hace que la desigualdad entre los creyentes sea la tónica dominante, con el pertinaz olvido del mandato evangélico “ama al prójimo como a ti mismo”. Por ello es lícito afirmar que donde la religión es omnipresente, la justicia social está ausente. Múltiples ejemplos podrían traerse a colación pero bastaría citar lo que ocurre en Iberoamérica, donde la desigualdad es extrema.
Cuando el papa Pablo VI inició las giras internacionales que su sucesor Juan Pablo II continuó multiplicadas para ser recibido en baño de multitudes, viajaba en avión especial rodeado del máximo confort y acompañado por una cohorte de religiosos y periodistas, incluido portavoz oficial, todo un despliegue de medios a distancia cósmica de la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de una borrica. Oh tempora! oh mores!, como exclamó Cicerón en sus “Catilinarias”.

domingo, 9 de enero de 2011

La coyuntura política

Estamos inmersos en una grave crisis económica de imprevisible evolución que tiene su reflejo, obviamente, en la situación política que vivimos, caracterizada por el fracaso de las políticas del Gobierno, la oposición irresponsable del Partido Popular y, como consecuencia, el descrédito, la desconfianza, y el rechazo de la clase política.
La política económica seguida ha sido tan ineficaz como injusta; primero por el tardío reconocimiento de la existencia de la crisis, y después por la serie de medidas descoordinadas con efecto de paños calientes, en lugar de un plan global coherente de reformas que atajasen el deterioro de la economía. Finalmente, cuando los mercados pusieron al Gobierno entre la espada de las reformas y la amenaza de la intervención, el presidente optó por cargar el peso del ajuste sobre las espaldas de los más débiles: parados, pensionistas, funcionarios, autónomos, etc.
El resultado de tantos errores no podía ser otro que el estancamiento económico, un número de desempleados sin precedentes y una preocupante tasa de inflación. Todo conforma augurios que oscurecen el horizonte del año que comienza.
No hace falta ser economista para darse cuenta de que, si el aumento de ingresos públicos para recortar el déficit presupuestario se fía a la elevación de los impuestos indirectos como el IVA, dejando intactos los que dependen del nivel de renta (IRPF), el efecto inmediato es la presión inflacionaria por el carecimiento de los precios, lo cual, automáticamente, se traduce en la reducción del consumo que a su vez provoca la ausencia de crecimiento.
Las medidas adoptadas, además de injustas –y por tanto contrarias a lo que cabría esperar de un gobierno socialdemócrata– son insuficientes, impopulares y antisociales. El efecto previsible es que hundan las expectativas electorales del PSOE, comenzando por los comicios municipales del 22 de mayo próximo mientras el PP se frota las manos de contento viendo el camino abierto para recuperar el poder, y tanto más seguro cuanto más Rodríguez Zapatero prosiga en la misma línea “cueste lo que cueste”. Al país, claro.
Sin embargo, Rajoy pide públicamente el adelanto de las elecciones como táctica política, ya que su interés consiste en que el PSOE prolongue su agonía, como muestran las sucesivas encuestas, e implemente medidas que le evitarán a él acometerlas cuando se produzca el relevo.
Para entonces completará el menú atribuyendo la culpa al Gobierno saliente, con las medidas precisas para aplicar la cura de caballo a la que son proclives los partidos de derecha. Desde luego, a buen seguro que no incrementará los impuestos a las grandes fortunas. El futuro inmediato puede conducirnos de málaga a malagón y convertir nuestro incipiente Estado de bienestar en Estado de malestar. Ojalá que estos temores resulten infundados.

martes, 4 de enero de 2011

Destronamiento del ser humano

Desde que la ciencia adquirió entidad propia y se desligó de la teología a fuerza de formular preguntas y desmontar mitos y leyendas, ha devenido en debeladora implacable del orgullo del hombre por creerse especie única semidivina, como le atribuyen las religiones monoteístas en el libro sagrado del Génesis.
En la lista de ataques a nuestro antropocentrismo, ocupa el primer lugar el asestado por el polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) al postular que el Sol no gira alrededor de la Tierra como se sostuvo durante quince siglos desde que Tolomeo formuló la teoría geocéntrica, sino a la inversa.
Ya en el siglo XX, el paso siguiente lo dio el estadounidense Harlow Shapley (1885-1972) al descubrir que la Vía Láctea, a la que pertenece el sistema solar, además de ser mayor de lo que hasta entonces se creía, en ella el Sol no ocupa el centro ni nada de posición especial.
Más tarde, el también norteamericano Edward Hubble (1889-1953), usando el telescopio del Monte Wilson de 254 cm. (el mayor del mundo a la sazón) descubrió que nuestra galaxia no era única ni la mayor, sino una de los miles de millones que puebla el Universo.
En el orden cronológico es preciso volver al siglo XIX por haber sido testigo de la mayor acometida a nuestro narcisismo con la publicación en 1859 del libro “El origen de las especies” de Charles Darwin (1809-1882) que revolucionó las ideas establecidas acerca del origen de nuestra especie.
Finalmente, en fecha tan reciente como 2001 el Instituto Nacional de la Salud (INH) de EE.UU. junto con la empresa dirigida por el científico John Craig Venter descifraron el genoma humano y quedó claro que nuestro genoma coincide en un 99% con el del chimpancé. Solo esa insignificante diferencia nos distingue de los primates que fueron nuestros lejanos ancestros.
Por si aun quedaba algún motivo para mantener nuestro endiosamiento, el último asalto procedió del médico austriaco Sigmund Freud (1856-1939) con su teoría del psicoanálisis, al mostrar que nuestros actos no responden del todo a nuestro voluntad sino que están influidos por el subconsciente, con lo que perdemos el dominio del libre albedrío.
No somos el centro de nada ni nuestro origen es distinto del de las demás especies. ¿A qué podemos asirnos para sostener nuestro narcisismo? De pocas cosas podemos presumir para considerarnos un punto y aparte de la creación, pero es justo reconocer que ocupamos la cúspide piramidal de la evolución natural, que estamos dotados de inteligencia, comunicación simbólica, imaginación y fantasía y capacidad para prever las consecuencias de nuestros actos, cualidades todas ellas ausentes en los demás seres vivos.
No podemos olvidar, sin embargo, que las poseemos en cantidades limitadas en competencia con fuerzas instintivas que pueden ser vencedoras en la lid interna.
Inmersos en esta competencia, primamos con frecuencia el progreso material sobre el progreso ético con desarrollo asimétrico entre la inteligencia y los resultados de su aplicación, lo que se traduce, entre otras cosas, en el invento de armas más y más destructivas que favorecen los enfrentamientos intra especie y con el medio ambiente, en perjuicio de la convivencia pacífica y de la conservación de la naturaleza que nos sostiene, lo que implica la subordinación de la mente a la sinrazón.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Viaje al espacio lejano

La nave espacial había despegado de la base con toda normalidad, llevando a bordo un considerable instrumental científico que sería manejado y controlado por la pareja de astronautas formado por Bartosena, de 29 años de edad y Arquelao, de 32. El objetivo previsto del viaje era orbitar la Luna a 10.000 kilómetros de distancia con el fin de fotografiar y cartografiar la superficie lunar y registrar, entre otros datos, la luminosidad y temperatura que permitiera seleccionar el lugar más idóneo en el que alunizar y establecer una colonia permanente. Una vez puesta en órbita la nave, todo transcurría con normalidad.

De repente, una espesa nubosidad envolvió la nave, los paneles de mando dejaron de funcionar y los dos tripulantes se quedaron profundamente dormidos. Cuando despertaron, sin poder precisar el tiempo que habían estado durmiendo, se encontraron en un amplio salón rectangular con las paredes y el techo pintados de azul claro, rodeados por diez seres extraños que les observaban inquisitivamente.

Los alienígenas eran de baja estatura, estaban desnudos, y su figura se parecía a los humanos, excepto que tenían un ojo en la frente y otro en el cogote. Hablaban entre sí en un idioma ininteligible, y uno de ellos daba vueltas alrededor de sus huéspedes al tiempo que se dirigía a los demás, al parecer para explicarles las características morfológicas de los terrícolas que no daban crédito a lo que veían.

Transcurrida aproximadamente una hora de mutuo examen visual, uno de los extraterrestres se dirigió en español a los visitantes con gran sorpresa de éstos. Les explicó que se hallaban en el planeta Carpetania, uno de los dieciocho que giraban en torno a la estrella Sfenos, integrante a su vez de la galaxia Esplendor. Informó que conocían el español porque captaban las emisiones de radio, que sus exploraciones radioeléctricas del espacio habían detectado la presencia de la nave alrededor de la Luna y decidieron apoderarse de ella y trasladarla a su planeta para conocer la civilización terrestre. Deseaban saber cómo había evolucionado la vida en el diminuto planeta del sistema solar, una vez comprobado que los demás no estaban habitados.

Después de estas presentaciones, iniciaron un interrogatorio de los prisioneros para conocer cómo estaba organizada la convivencia en la Tierra, cómo se relacionaban los distintos pueblos entre sí, cómo era la forma de vida, los hábitos y costumbres, si se regían por normas consensuadas que garantizaban la igualdad de derechos, la libertad y el bienestar general y, en definitiva, si las relaciones interpersonales eran pacíficas, cordiales y armoniosas, y cómo se resolvían las discrepancias.

Las cuestiones por las que más se interesaron los alienígenas versaron sobre estos asuntos:

- ¿No se reconocen en la Tierra a todas las personas las mismas aspiraciones y necesidades, y en consecuencia, los mismos derechos?

¿Por qué practicáis con tanta frecuencia las discriminaciones?

- ¿Qué ventajas reporta dividir vuestro pequeño planeta en 200 naciones?

- ¿Por qué, considerándoos tan inteligentes, no habéis adoptado una lengua común para entenderos mejor?

- Qué justificación aducís para vivir siempre en guerra?

- ¿Cómo habéis organizado la convivencia de forma tal que unos pocos sometan y exploten a la mayoría?

- ¿Por qué os habéis dotado de tantos dioses enfrentados entre sí?

A todas estas preguntas contestaron detalladamente los astronautas y sus explicaciones causaban asombro a los carpetanos, que no concebían el recurso a la violencia y las guerras entre individuos y pueblos de la misma especie.

A continuación se abrió un amplio diálogo entre terrícolas y carpetanos y los primeros pudieron saber que el planeta donde se hallaban era un imperio único, con un gobierno elegido democráticamente que aseguraba a todos los ciudadanos la cobertura de sus necesidades básicas y aseguraba la equidad en el reparto de los ingresos. Todas las personas –si así pudiéramos llamarlas- aceptaban practicar de buen grado la solidaridad y el respeto mutuo, y la educación había conseguido que estos sentimientos fuesen vividos como algo espontáneo y natural.

Tras un prolongado intercambio de informaciones, el que parecía portavoz de los carpetanos sentenció que la evolución de los habitantes de la Tierra se hallaba en una fase primitiva y que no interesaba establecer contactos porque nada bueno podían aprender de ellos y correr el riesgo de posible contagio de sus hábitos antisociales.

Llegados a esta conclusión, los dos astronautas fueron invitados a elegir entre quedarse o regresar a su país de origen. La elección recayó en seguir donde se hallaban, pues comprendieron que el estilo de vida que habían dejado era de peor calidad que el que les ofrecían sus anfitriones.