viernes, 1 de junio de 2012

Frau Merkel juega con fuego


    La inflexibilidad y dureza que sostiene Angela Merkel, que se empeña en ganar  el apelativo que distinguió a su antecesor Otto von Bismarck de “canciller de hierro”, respecto a su postura ante los socios mediterráneos de la Unión Europea, y muy especialmente frente a Grecia, puede acarrear graves consecuencias no solo para los griegos, sino que está en juego la supervivencia de la UE.
    La política de austeridad y recortes después de cuatro años para eliminar a toda costa el déficit presupuestario en breve plazo contra la opinión generalizada de economistas y políticos, impide el crecimiento económico, hunde las bolsas, aumenta el paro, reduce en términos insoportables las políticas sociales y mengua la recaudación de impuestos, lo que a su vez agranda el déficit. A más recortes, más déficit, y a mayor déficit, más recortes, en un círculo vicioso que se autoalimenta.

    Al mismo tiempo, las perspectivas que con la crisis se proyectan sobre el euro, rebaja su cotización frente al dólar. Esto favorece de momento las exportaciones alemanas en perjuicio de las estadounidenses que Obama necesita para mejorar las expectativas de su reelección, y esta situación genera tensión entre ambas potencias. Pero, además genera  inquietud entre los inversores que compran la deuda emitida por países como España e Italia, lo que se traduce en aumento del riesgo país, y en definitiva acrecienta los intereses que aquéllos han de pagar, lo cual contribuye a incrementar el déficit por el pago de intereses y el volumen de la deuda.
   
    Como suele ocurrir, las culpas están repartidas. Tanto España como Portugal, Italia, y tal vez en mayor medida aun Grecia, cometieron no pocos pecados económicos. Durante años gastaron más de lo que tenían haciendo mal uso de las ayudas que recibieron de Bruselas, sin modernizar el aparato productivo ni volcarse en mejorar  la educación y la I+D+i, que actúan a modo de siempre promisoria de más prosperidad.  A Grecia se la acusa también de haber falseado las cuentas para ingresar en la eurozona.

    Dicho esto, tenemos derecho a preguntarnos por qué la Comisión Europea no ejerció sus facultades de verificar la veracidad de las cuentas que recibía, por qué dio por buenas las elaboradas por el banco norteamericano Goldman Sachs, así como por que los bancos franceses, alemanes y holandeses, entre otros, siguieron prestando dinero al gobierno heleno sabiendo, como tenían que saber, que era insolvente y que no podría cumplir sus compromisos.
    La obstinación del gobierno alemán en apretar las tuercas a Atenas, lleva al suicidio de los griegos –los casos registrados van en aumento- y tal como dice el líder del partido griego de izquierda Alexis Tsipras, “el infierno no es negociable”.
    La UE no tiene más remedio que reconocer que la deuda griega es incobrable y se impone una segunda quita, o utilizando un eufemismo en boga, una reestructuración, favorecer estímulos al crecimiento y alargar el plazo para lograr la consolidación fiscal, y cuanto más se dilaten estas medidas más se agravará el sufrimiento de la población sin haber tenido arte ni parte en la provocación de la crisis, cuyos efectos son más sensibles sobre los sectores más vulnerables, al tiempo que se pone en peligro la estabilidad mundial, teniendo en cuenta que la UE es el primer socio comercial.

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