La demencia es una enfermedad que altera el
estado normal de la mente con manifestaciones esquizofrénicas o paranoicas que
afecta tanto a individuos como a grupos sociales.
En el primer caso, las consecuencias las
sufre el propio interesado y su ámbito familiar. Pero la perturbación colectiva
puede darse también en grupos más o
menos numerosos, e incluso afectar a buena parte de la población de un país,
con daños catastróficos. En el origen de estos fenómenos sociales puede estar
un ideólogo que propugne soluciones utópicas o irracionales, casi siempre
violentas a problemas de convivencia con minorías étnicas, religiosas,
políticas o lingüísticas que se presentan como incompatibles.
La historia es testigo de que estas
ideologías violentas desencadenaron en el pasado y en el presente episodios de
exterminio de colectivos por el hecho de profesar creencias políticas o
religiosas que sirvieron y sirven de justificación a invasiones de pueblos
vecinos seguidos de conflictos bélicos de independencia.
Es frecuente que en el origen de estos
desórdenes estén teorías elaboradas por mentes desequilibradas que logran
transmitir su vesania y convencer a masas de adeptos. Una muestra incontestable
sería el libro de Adolfo Hitler “Mein Kampf” (Mi lucha) en el que acusaba a los judíos
de ser culpables de la derrota de
Alemania en la Primera Guerra Mundial, y por ello propugnaba su aniquilación.
Como es sabido, dichas teorías llevaron al
Holocausto y al hundimiento del país que lo provocó.
También los españoles tenemos la dolorosa
experiencia de convivir con una pesadilla de 50 años de terrorismo de ETA, apoyado
por un sector importante de la población vasca, para poner en práctica las
elucubraciones xenófobas de Sabino Arana, apóstol del odio a los demás
españoles y del independentismo vasco.
En ocasiones, el discurso de los
reformadores ha sido llevado a la práctica con sentido y medios totalmente
opuestos a los que inspiró a los fundadores. En materia religiosa basta
comparar el amor, la pobreza, la humildad y el pacifismo de Jesucristo con lo
que ha sido y es el comportamiento de las Iglesias cristianas para comprender
la distancia que separa a ambas partes.
Otro tanto podría decirse en el terreno
político de lo ajeno que son las teorías de Marx y la interpretación que de
ellas han hecho los regímenes comunistas que en el mundo han sido. No en vano
se ha dicho que la desgracia del maestro es tener discípulos.
Los ejemplos de tales perversiones son
innumerables. Refiriéndonos a los casos más recientes, viene a cuento citar el
contraste entre las enseñanzas evangélicas y como son vividas por los
cristianos que se reclaman creyentes. Si Marx, que propuso el reino de la igualdad
y la justicia en este mundo sin esperar a que se cumplan en el cielo, levantase
la cabeza, le daría un pasmo al ver como sus ideales son transformados en
brutal represión de los derechos de los
ciudadanos por una elite política que detenta el poder, ajena a la opinión
pública a la que se le niega el derecho a hacerse oír en los países proclamados
comunistas (China, Cuba, Corea del Norte).
Aun no se ha descubierto una vacuna que
inmunice a los pueblos contra sus locuras, pero existen fórmulas a modo de
medicamentos cuyo uso previene la aparición de sus manifestaciones patológicas.
En la medida en que reine la justicia, se amplíen los cauces de participación
en los asuntos públicos, se mejore la educación, se fomente la tolerancia, la
transparencia y el pensamiento crítico, será más fácil alejar el peligro que
representan la demagogia, el extremismo y el fanatismo. Demasiados objetivos
para poder confiar en su próximo
cumplimiento. Pero no tenemos otra
solución a nuestro alcance.
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