El diario El País del 12 del mes de agosto
reprodujo un extenso artículo aparecido ocho días antes en el periódico aleman
“Frankfurter Allgemeines Zaitung”, firmado por tres intelectuales de gran
prestigio, Peter Bofinger,. Jürgen Habermas
y Julian Nida-Rümelin que contiene un análisis lúcido de la preocupante situación
que vive la Eurozona y una propuesta positiva para superar la crisis que
atraviesa. Por la autoridad de los
autores y la difusión del medio, es de esperar que sea objeto de atención de
los políticos e influya en la evolución de los próximos acontecimientos. A
dicho trabajo voy a referirme con inclusión de algunos comentarios propios.
Sin entrar en el origen y causas del actual estado de cosas, los autores
señalan que “solo con una profundización
de la integración puede mantenerse una moneda común, y opinan que para ello es
inevitable una transferencia de soberanía a las instituciones europeas con el
fin de imponer de forma efectiva la disciplina fiscal.
Como este paso no se ha dado hasta el
momento, es lo que explica que los remedios aplicados por ahora han sido
ineficaces por no decir contraproducentes, como es la estrategia germana de exigir
la austeridad a rajatabla que solo ha traído recesión y paro.
La terapia que reclaman los tres
intelectuales es la mutualización de los créditos públicos bajo control
comunitario y con planes a largo plazo para que los países deudores puedan
amortizar sus deudas soberanas, solución que Berlín rechaza en redondo por
desconfiar de que los socios cumplan sus
compromisos.
Una actuación conjunta con supervisión
comunitaria es la única receta adecuada para contener el riesgo de insolvencia individual de un país cuyas consecuencias
podrían representar un golpe mortal a la
continuidad del euro.
Europa se enfrenta a un doloroso dilema; o
el retorno a las monedas nacionales, con el riesgo implícito de inestabilidad
económica y el papel declinante de todos los socios, o el afianzamiento
institucional de directrices políticas, económicas, fiscales y sociales
europeas. En síntesis, conservación de la soberanía nacional o renovación de
las instituciones comunitarias.
En el artículo se constata que quienes quieran
mantenerse en la moneda única deben apoyar también una responsabilidad común
para contribuir a superar el déficit institucional de la Eurozona.
Reconociendo el papel primordial de
Alemania por su población y su potencia económica que la convierte en el mayor
contribuyente, sostienen los firmantes que debería convocar una asamblea
constituyente a la que concurrirían los Estados
dispuestos a aceptar las reformas que asegurasen la irreversibilidad del
euro que como dijo la señora Merkel, no es sólo una moneda sino una idea.
Probablemente se excluirían los socios de la Unión Europea que ya no quisieron
participar en la Unión Económica y Monetaria (UEM) comenzando por el Reino Unido
que nunca admitió que el proyecto comunitario fuese más allá de un mercado común.
Las crisis ofrecen la oportunidad de
acometer reformas en profundidad que, sin ella, no se habrían hecho. Aprovechar
la ocasión para refundar la UE sería el mayor acierto de los gobernantes.
Alemania, por su parte haría bien en concienciarse de que todos viajamos en el
mismo barco y que, o lo conducimos a buen puerto o naufragamos todos. Oportunidades
como esta no se repiten. Recordar que, a pesar de haber desencadenado dos
guerras mundiales devastadoras recibió la solidaridad de sus vencedores con el
Plan Marshall, y que la UE asumió una parte del coste de la reunificación,
sería un acto de justicia y de generosidad.
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