sábado, 23 de agosto de 2014

Crece la desigualdad



    La que fue llamada Compañía Telefónica Nacional de España y lleva ahora el nombre de Telefonica, ha tenido una tortuosa trayectoria desde que fue privatizada. Presidida ahora por César Alierta, en los últimos años ha despedido mediante un ERE a 15.000 trabajadores, sus acciones, las famosas “matildes”, han perdido el 50% de su valor bursátil con la crisis, y en el primer semestre del año en curso redujo sus ganancias en un 7,50% con relación al mismo período del año anterior. Para completar sus calamidades, ha sido objeto de diversas sanciones económicas, de las cuales la última y más reciente fue impuesta por la Comisión Europea a causa de abusos de su posición dominante. Por importe de 200 millones de euros.
    Con tan brillante historial, un observador objetivo dudaría de la capacidad gestora de su directiva y, por coherencia, supondría que sus retribuciones no serían demasiado ostentosas. La realidad, sin embargo desmiente este razonamiento. Vemos que el presidente sumó a su sueldo fijo millonario del pasado ejercicio un “bonus” de 3 millones de euros y tal vez previendo la proximidad del retiro, renunció al blindaje que tenía a cambio de una aportación única de 35,5 millones para su plan de pensiones cuyo fondo se eleva a 48,8 millones. No es fácil calcular la pensión de jubilación a que tendrá derecho pero sin duda multiplicará por varias decenas la de mil euros mensuales a que asciende la media de la Seguridad Social. Por supuesto estas anomalías tienen su encaje legal, lo que induce a pensar que las leyes en cuestión tienen muy poco de justas y equitativas. Son situaciones que aumentan la brecha entre privilegiados y los demás.
    El de Telefónica no es un caso único, ni mucho menos. Las retribuciones de los consejos de administración de las compañías del Ibex 35 aumentaron en los seis primeros meses del año actual el 7,1% y las de los altos directivos el 31,3%. ¿De verdad estamos inmersos en una aguda crisis? Está claro que ellos no la sufren, más bien les sirve de pretexto para defenderse mejor de ella. Fue el motivo aducido para congelar el salario mínimo de 645 euros, cantidad que muchos trabajadores con empleo no cobran, y no digamos los que estando inactivos han perdido el derecho al subsidio de desempleo.
    Tampoco los salarios desproporcionados son la única causa de enriquecimiento selectivo y del aumento de la desigualdad. Las rentas del capital crecen más que el PIB. Por citar un ejemplo, Amancio Ortega, el expresidente de Inditex, percibe unos ingresos que deben superar los mil millones de euros al año entre dividendos, intereses y alquileres, ingresos con tributación inferior a la de las rentas del trabajo.

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