miércoles, 4 de noviembre de 2015

Diversidad y desigualdad



    Todos disfrutamos con la variedad y belleza de los paisajes que brinda la naturaleza y nos extasiamos ante las montañas y los valles, los ríos y lagos, lo mismo que ante las diferentes especies de la fauna y flora que ofrecen a nuestros ojos los distintos lugares del planeta. Ante la exhibición de formas, olores y sabores se diría que la naturaleza dispone de un inmenso catálogo de especies animales y vegetales para presentarse antes nuestros sentidos con toda su grandiosidad y belleza. Este catálogo se renueva constantemente al compás del cambio de las estaciones que inspiró a Antonio Vivaldi su famosa composición “Las cuatro estaciones”.
    Si bien admiramos las maravillas naturales con su multiplicidad de escenarios y deseamos preservarlas de la destrucción que, desgraciadamente, suele asociarse a la actividad humana, no nos inspira los mismos sentimientos cuando la variedad física afecta a las criaturas humanas que entendemos como desigualdad, y por consiguiente, como algo injusto. Si alguien dijo que la naturaleza es sabia, en este terreno o no está libre de errores o desconoce la ecuanimidad.
    Nos rebelamos contra los efectos de la desigualdad de las personas que se manifiesta, tanto en materia de fortaleza física como en las aptitudes intelectuales, y sobre todo cuando la diferencia comporta minusvalías incapacitantes y no podemos resignarnos al distinto reparto de dones entre unos y otros.
    Las preguntas sobre la razón de esta discriminación se repiten pero faltan respuestas. ¿Por qué éste posee un notable talento y aquél tiene pocas luces? ¿Por qué unos vienen al mundo con todas las de ganar y otros van de perdedores desde el principio?
    Esto nos obliga a considerar la naturaleza como madrastra enemiga y cruel contra la cual tenemos que luchar para enmendarle la plana y corregir sus decisiones que juzgamos caprichosas. Para ello nos valemos de la ciencia para revelar sus más recónditos secretos por medio de la observación y experimentación, y así desarmar  sus leyes. La vida humana se concibe como una lucha permanente contra los dictados y condicionantes del medio en que vivimos, comenzando por las enfermedades congénitas de forma que se faciliten los tratamientos curativos o paliativos. La victoria nunca será completa, pero día a día iremos ganando batallas a fin de que las desigualdades sean menores y menos irritantes. En esa tarea está embarcada la humanidad desde los albores de la civilización.

No hay comentarios: