En este mes de septiembre, en competencia con otras efemérides (11-9-1973, golpe de Pinochet; 11-9-2001, ataque a las torres gemelas de Nueva York) se cumplen cuatro años del estallido de la crisis que nació financiera, se convirtió en económica y se propagó rápidamente de las llamadas hipotecas “subprime” o hipotecas basura de bancos norteamericanos. Desde entonces el mundo industrializado ha ido dando tumbos pasando de la ralentización al estancamiento, de éste a la recesión y finalmente a la depresión. Cuando parecía vencida esta fase, los países avanzados se enfrentan a la amenaza de una segunda recesión a juzgar por las alertas de diversos organismos internacionales como el FMI o la OCDE.
En todo este tiempo se acusa una decepcionante ausencia de iniciativas y de liderazgo político para dirigir la economía globalizada. Existe una notable falta de ideas nuevas e imaginativas, a la vez que realistas que permitan salir del túnel en que nos hallamos.
Los economistas se dividen en un grupo de tendencia socialdemócrata que propugnan impulsar el crecimiento para aumentar la tasa de ocupación, y otro de ideología conservadora que apuestan por rebajar impuestos y reducir drásticamente el déficit para favorecer la inversión y conseguir el mismo fin.
Como vemos, las metas a conseguir son compartidas, así como la necesidad de relanzar el crecimiento, revitalizar el crédito, incrementar la recaudación pública, aumentar la tasa de empleo, reducir el déficit, facilitar el consumo, repartir con equidad los costes de la crisis y devolver la confianza a los mercados para que se avengan a seguir financiando nuestra deuda sin que se dispare el coste en forma de riesgo país. Lo malo de este planteamiento es que una parte de estos objetivos son contradictorios con otros y es necesario priorizar y dosificar los medios para lograr el éxito.
A mi juicio, la superación de la crisis sería coherente con la adopción de un catálogo de medidas como el siguiente con respecto a España:
1. Dedicación por el ICO de financiación (a título orientativo, de 10.000 millones de euros) de las PYMES aunque fuera preciso aumentar la deuda en dicho importe.
2. Tramitar una reforma fiscal bajo los criterios de progresividad, eficiencia y suficiencia, que incluya una contribución especial transitoria de los perceptores de ingresos personales superiores, por ejemplo a 100.000 euros anuales y como medida previa a la recuperación de los impuestos de patrimonio y transmisiones, de forma selectiva. Dicha ley gravaría por igual las rentas del trabajo y del capital. A este respecto no está de más recordar como precedente, que para financiar la guerra civil se implantó un impuesto especial que afectaba a los beneficios extraordinarios.
3. Imponer a la banca una moratoria de dos años en el cobro de las amortizaciones de las hipotecas cuyos prestatarios podrían pagar solamente intereses. Los préstamos verían prorrogada su vigencia por dicho plazo.
4. Negociar un acuerdo con sindicatos y patronal para mantener congelados salarios y pensiones durante dos años, con excepción del salario y pensiones mínimas que incorporarían los incrementos del IPC.
5. Regular el sistema financiero para controlar las operaciones especulativas.
6. Intensificar la investigación del fraude fiscal y la economía sumergida, con especial atención a las grandes operaciones de capital.
7. Regular racionalmente las retribuciones de funcionarios y políticos. No tiene sentido que determinados presidentes de organismos autónomos establezcan sus propios salarios.
8. Implantar una política de austeridad en el gasto público, excepto en I+D+i, enseñanza, formación y sanidad.
9. Dedicar las inversiones en obras públicas exclusivamente a las más próximas a su terminación y efectuar una revisión a fondo de las proyectadas que se pospondrían o eliminarían de no justificarse su rentabilidad social o si no hubiera garantía de medios disponibles para su mantenimiento.
10. Arbitrar una fórmula, lo más equitativa posible, para suavizar, o mejor, eliminar el mercado dual del trabajo que tenemos ahora.
11. Rebajar el 50% del IVA durante dos años a los contratos de compraventa y rehabilitación de primeras viviendas.
12. Rebajar el 50% de las cargas sociales por el mismo período en los contratos laborales indefinidos a mayores de 45 años.
El plan propuesto persigue medidas de carácter social y económico de forma que los esfuerzos sean compartidos por todos los ciudadanos con arreglo a sus medios de fortuna.
Vivimos circunstancias excepcionales que requieren un tratamiento de igual calado, enmarcado en un plan global en el que los sacrificios sean proporcionales a la capacidad adquisitiva de cada uno. Sus ejes principales deberán ser remediar el paro masivo y calmar a los famosos mercados para que no eleven el coste de los intereses de la deuda, lo cual sólo será admitido si las reformas acordadas convencen de que surtirán los efectos deseados, lo cual vendrá avalado por el relanzamiento de la actividad económica. Si, por el contrario, las medidas de choque condujeran al estancamiento por aplicación de una cura de caballo, tal vez sería inevitable el rescate, el peor escenario imaginable, como se puede ver en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal.
En todo este tiempo se acusa una decepcionante ausencia de iniciativas y de liderazgo político para dirigir la economía globalizada. Existe una notable falta de ideas nuevas e imaginativas, a la vez que realistas que permitan salir del túnel en que nos hallamos.
Los economistas se dividen en un grupo de tendencia socialdemócrata que propugnan impulsar el crecimiento para aumentar la tasa de ocupación, y otro de ideología conservadora que apuestan por rebajar impuestos y reducir drásticamente el déficit para favorecer la inversión y conseguir el mismo fin.
Como vemos, las metas a conseguir son compartidas, así como la necesidad de relanzar el crecimiento, revitalizar el crédito, incrementar la recaudación pública, aumentar la tasa de empleo, reducir el déficit, facilitar el consumo, repartir con equidad los costes de la crisis y devolver la confianza a los mercados para que se avengan a seguir financiando nuestra deuda sin que se dispare el coste en forma de riesgo país. Lo malo de este planteamiento es que una parte de estos objetivos son contradictorios con otros y es necesario priorizar y dosificar los medios para lograr el éxito.
A mi juicio, la superación de la crisis sería coherente con la adopción de un catálogo de medidas como el siguiente con respecto a España:
1. Dedicación por el ICO de financiación (a título orientativo, de 10.000 millones de euros) de las PYMES aunque fuera preciso aumentar la deuda en dicho importe.
2. Tramitar una reforma fiscal bajo los criterios de progresividad, eficiencia y suficiencia, que incluya una contribución especial transitoria de los perceptores de ingresos personales superiores, por ejemplo a 100.000 euros anuales y como medida previa a la recuperación de los impuestos de patrimonio y transmisiones, de forma selectiva. Dicha ley gravaría por igual las rentas del trabajo y del capital. A este respecto no está de más recordar como precedente, que para financiar la guerra civil se implantó un impuesto especial que afectaba a los beneficios extraordinarios.
3. Imponer a la banca una moratoria de dos años en el cobro de las amortizaciones de las hipotecas cuyos prestatarios podrían pagar solamente intereses. Los préstamos verían prorrogada su vigencia por dicho plazo.
4. Negociar un acuerdo con sindicatos y patronal para mantener congelados salarios y pensiones durante dos años, con excepción del salario y pensiones mínimas que incorporarían los incrementos del IPC.
5. Regular el sistema financiero para controlar las operaciones especulativas.
6. Intensificar la investigación del fraude fiscal y la economía sumergida, con especial atención a las grandes operaciones de capital.
7. Regular racionalmente las retribuciones de funcionarios y políticos. No tiene sentido que determinados presidentes de organismos autónomos establezcan sus propios salarios.
8. Implantar una política de austeridad en el gasto público, excepto en I+D+i, enseñanza, formación y sanidad.
9. Dedicar las inversiones en obras públicas exclusivamente a las más próximas a su terminación y efectuar una revisión a fondo de las proyectadas que se pospondrían o eliminarían de no justificarse su rentabilidad social o si no hubiera garantía de medios disponibles para su mantenimiento.
10. Arbitrar una fórmula, lo más equitativa posible, para suavizar, o mejor, eliminar el mercado dual del trabajo que tenemos ahora.
11. Rebajar el 50% del IVA durante dos años a los contratos de compraventa y rehabilitación de primeras viviendas.
12. Rebajar el 50% de las cargas sociales por el mismo período en los contratos laborales indefinidos a mayores de 45 años.
El plan propuesto persigue medidas de carácter social y económico de forma que los esfuerzos sean compartidos por todos los ciudadanos con arreglo a sus medios de fortuna.
Vivimos circunstancias excepcionales que requieren un tratamiento de igual calado, enmarcado en un plan global en el que los sacrificios sean proporcionales a la capacidad adquisitiva de cada uno. Sus ejes principales deberán ser remediar el paro masivo y calmar a los famosos mercados para que no eleven el coste de los intereses de la deuda, lo cual sólo será admitido si las reformas acordadas convencen de que surtirán los efectos deseados, lo cual vendrá avalado por el relanzamiento de la actividad económica. Si, por el contrario, las medidas de choque condujeran al estancamiento por aplicación de una cura de caballo, tal vez sería inevitable el rescate, el peor escenario imaginable, como se puede ver en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal.
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