lunes, 2 de mayo de 2011

Globalización

La caída del muro de Berlín en 1989 y la posterior desintegración del bloque soviético en 1991 aceleraron el complejo proceso que conocemos por globalización, que es un fenómeno típico del capitalismo triunfante, al quedarse prácticamente sin rival ideológico.
En la lógica del capitalismo está que el mundo sea un mercado único en el que los capitales circulen libremente a la procura del máximo beneficio de sus dueños aunque estos movimientos vayan asociados a crisis monetarias desestabilizadoras como la que sufrimos desde 2007. Al mismo tiempo, el proceso es compatible con el cierre de las fronteras a los desplazamientos de inmigrantes y a la subvención de las exportaciones de los países más desarrollados que cierran los mercados a las de los países en desarrollo en clara competencia desleal, lo que no deja de constituir una monstruosidad ética y jurídica. En un mercado mundial compiten con ventaja las empresas de grandes dimensiones con sede en los países ricos a causa de las economías de escala porque los gastos fijos no aumentan en proporción directa al volumen de transacciones. Por eso asistimos a una fase creciente de concentración de empresas dentro y más allá de las fronteras nacionales. En esta carrera, favorecida por la crisis, ya es una realidad de nuestros días que las 500 mayores sociedades movilizan el 70% del comercio internacional. El método consiste en la adquisición de otras complementarias o competidoras mediante OPA (oferta pública de adquisición de acciones) amistosas u hostiles, fusiones y absorciones, así como pactos o alianzas entre ellas a fin de ampliar los mercados, restringir la competencia y aprovechar las sinergias que se producen por la integración.
Existen sectores económicos en los que la concentración está llegando al límite como ocurre en la construcción aeronáutica con solo dos empresas dominantes: Boeing en EE.UU. y Airbus en la UE. Y no cabe descartar que a medio plazo ambas actúen, legal o ilegalmente, repartíéndose el mercado o fijando precios de común acuerdo, convirtiendo el duopolio actual en monopolio de hecho. Algo similar se da en consultoría, telecomunicaciones, servicios financieros e industria farmacéutica.
¿Qué efectos son previsibles a medida que avance el proceso de integración empresarial sin límites geográficos? Las grades decisiones las tomarán unas cuantas multinacionales como ya lo hacen actualmente los mercados, extendiendo sus tentáculos a través de los “lobbies” a lo largo del planeta, de modo que los Estados no podrán legislar contra ella aunque quisieran hacerlo Alcanzada esa fase, la esencia del capitalismo, que es la libre competencia, no solamente se habría esfumado sino todo tipo de libertades. Tendremos un poder político subordinado al poder económico, o lo que es peor, ambos en las mismas manos. El control de las macroempresas residirá en el sistema financiero, que a través de participaciones accionariales propias y representadas por delegación, formarán el núcleo duro de los consejos de administración. Estaríamos ante un poder fáctico, no democrático, sin ninguna instancia que pudiera meterlo en cintura. La sociedad hará bien en prevenirse contra este peligro de la globalización que no se extiende a cuestiones de interés general como la justicia o los derechos humanos y de manera especial las organizaciones sindicales que podrían ver invalidada su defensa de los trabajadores por la capacidad de las corporaciones transnacionales de deslocalizar sus factorías trasladándolas a los países en desarrollo donde la presión fiscal y los salarios son más bajos, no existe seguridad social y las leyes son permisivas en materia de protección medioambiental.

No hay comentarios: