sábado, 16 de julio de 2016

Lecciones del "Brexit"



    Los referendos, como las armas, los carga el diablo. Así debió de pensar el primer ministro británico, David Cameron, al conocer el sorprendente resultado de la consulta electoral que convocó sin que nadie se lo pidiera. Como organizador, estableció las condiciones, la fecha y la pregunta. La mayoría de los electores dieron una respuesta distinta de la que él esperaba y de la que pronosticaban las últimas encuestas. Puede decirse que le salió el tiro por la culata, y frente a su propósito de mantenerse en el poder, sus conciudadanos le expulsaron del Gobierno.
    Al parecer, entre quienes inclinaron la balanza por la salida del Reino Unido de la UE, predominaron los habitantes del rural y los mayores, esto es, los perdedores de la crisis, que votaron con el corazón y no con la cabeza, sin pensar en las consecuencias de su decisión, tal vez como protesta frente a los políticos, más preocupados por la conservación de sus privilegios que por los problemas y agobios de la gente corriente.
    Tras el resultado, la sociedad británica quedó dividida en dos partes iguales. Los efectos irreversibles del “Brexit” los iremos conociendo poco a poco, al compás de las negociaciones en torno a la separación. De inmediato, hemos visto el desplome de las bolsas, corregido en parte después, la devaluación de libra esterlina, el descabezamiento de la cúpula del partido conservador, y lo que es peor, se avivaron las pulsiones xenófobas contra los inmigrantes. Cameron se vio forzado a dimitir, el exalcalde de Londres, Boris Johnson, que aspiraba a sucederle, renunció por no sentirse apoyado, Jeremy Corbyn, líder laborista acusado de defender el “in” con poca convicción, se encontró con una rebelión en su partido, y por último, el presidente del partido antieuropeista UKIP, Nigel Farage, que protagonizó la campaña del “out” también dimitió para que otros gestionaran la nueva etapa “post Brexit”.
    A más largo plazo se abre un proceso que promete ser lento y doloroso para ambas partes. Malo para la UE que pierde su mayor socio después de Alemania. El FMI calcula que el divorcio británico causará a la Eurozona una pérdida de cinco décimas del PIB entre 2016 y 2018. El coste para Gran Bretaña se estima superior. La City londinense peligra y el crecimiento económico se ralentizará, pero será más grave aun el riesgo de que Escocia, Irlanda del Norte y Gales, donde la mayoría de los electores optaron por el “in” sientan la tentación de declararse independientes, con lo que el Reino Unido  debería cambiar el nombre por el de Reino Desunido.
    Millones de ciudadanos pidieron la repetición del referéndum, mas el paso dado es irreversible, y como suele decirse, a lo hecho pecho. La culpa de lo ocurrido corresponde a los políticos irresponsables que embarcaron a la gente en un viaje sin retorno ni rumbo fijo, sin prever los escollos que aparecerían en la singladura.
    El proceso negociador arrancará con la comunicación oficial del Reino Unido de causar baja como socio, y las conversaciones se pueden dilatar dos años o más  con arreglo al artículo 50 del Tratado de la UE introducido por el Tratado de Lisboa que establece los trámites de la desconexión en cuanto al marco de sus relaciones con la Unión. El acuerdo a que se llegue no requiere la unanimidad, pero sí la mayoría cualificada y la aprobación del Parlamento Europeo. Mientras el acuerdo no entre en vigor, los Tratados y el resto del ordenamiento jurídico de la UE continuarán aplicándose en Reino Unido.
    Las lecciones extraídas del “Brexit”  y su posible aplicación a un hipotético  “Catalánexit” es que un referéndum  forma parte de un proceso complejo, de consecuencias impredecibles e imprevisibles, una de las cuales es la  división que introduciría en la sociedad con la partición de los españoles en Cataluña y de los catalanes en España y su consideración como extranjeros. Por lógica, las condiciones deberían ser acordadas por ambas partes, tales como el texto de las preguntas planteadas, la proporción de la mayoría válida, la reversibilidad o irreversibilidad del resultado, en qué plazo y como se resolvería la transición, como se repartiría la deuda pública y como se pasaría de la moneda común a la de nueva creación en Cataluña. Por mucho que los negociadores analizasen los distintos aspectos, sería imposible determinar de antemano el planteamiento, ejecución y desarrollo del plan. Sería normal estudiar los diferentes aspectos de las consultas de Canadá y Escocia y la que ofrecerán las negociaciones entre Londres y Bruselas. Pero aun así, habría que contemplar la aparición de incidentes  y situaciones inéditas, porque cada una tiene  sus especificidades que lo distinguen de los demás. Sin olvidar que las posiciones no serían fácilmente armonizables, como ocurre en todo divorcio, al estar en juego muchos intereses y sentimientos. En total elementos de juicio más que suficientes para  que los independentistas de turno se lo piensen no dos veces sino mucha más para no tener que arrepentirse. 

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