domingo, 23 de junio de 2013

Bioética



    Debemos a los antiguos griegos, como tantas otras cosas, la invención de la ética como parte de la filosofía. Aunque Platón alude en varios de sus Diálogos a temas relacionados con la ética, fue Aristóteles quien estudió y sistematizó los principios de esta ciencia, en su libro “Etica a Nicómaco”, una de las obras más importantes de este filósofo, en el que afirma que las personas aspiran a la felicidad, que consiste en vivir conforme a la virtud. Las virtudes, a su vez, se basan en el dominio de la parte irracional del alma. El principio fundamental que debe inspirar nuestros actos es no hacer a los demás lo que no querríamos que nos hicieran a nosotros.
    En tiempos de la Grecia clásica no existían muchas de las situaciones y problemas que fueron apareciendo según fue evolucionando la sociedad a lo largo del tiempo. Para valorarlos y encauzarlos surgió una nueva rama de la ética relacionada con la vida humana, la bioética.
    Su nacimiento es reciente, pues hasta el nombre fue empleado por primera vez en 1970 por el oncólogo estadounidense Rensselaer  van Potter.
    La bioética plantea y valora las claves de la conducta humana bajo claves morales como dignidad de la persona, libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia, empatía. Es, por tanto, el estudio interdisciplinar de los problemas creados por los avances de la biología y la medicina, y reflexiona sobre los valores éticos aplicables a la toma de decisiones ante situaciones o hechos inéditos que cuestionan las opiniones preexistentes, no solo sobre la vida humana, sino que se extiende a la vida animal y vegetal.
    Sobre campo tan amplio los principios bioéticos fundamentales se proyectan sobre una compleja lista de problemas de la que son ejemplos, entre otros, la ingeniería genética, la reproducción asistida, la clonación terapéutica, el aborto, la eutanasia, la eugenesia, la paternidad responsable, el control de la natalidad, el suicidio, los trasplantes de órganos, el tratamiento de los enfermos terminales, la relación personal sanitario-paciente, la confidencialidad de los datos genéticos, la maternidad por encargo, la venta de órganos en vida, la donación o venta de gametos, la elección del sexo de los hijos, la procreación de hijos remedio, etc.
    En la vida cotidiana las cuestiones éticas pueden ser tan conflictivas que solo admiten solución a través de los jueces, los cuales terminan por crear jurisprudencia, no siempre concordante. He aquí algunos casos sacados de la realidad. Si se presenta un embarazo que, de llevarse a término, pone en grave peligro la vida de la gestante, es preciso determinar si es prioritaria la vida del feto o de la madre. Otro ejemplo: en un matrimonio, el marido conserva congelado el esperma por temor a quedarse estéril a causa de una operación quirúrgica. Poco después fallece de un accidente de tráfico, sin descendencia. La viuda pide ser inseminada con el semen del difunto a lo que se oponen los familiares de aquél. ¿A quién debe apoyar la ley?
    A los problemas éticos presentes hay que agregar otros que surgirán en adelante porque la ciencia no se detiene, ante los cuales la opinión pública tendrá que toma r partido, y para consensuar la decisión más correcta que se adopte, es preciso que le preceda un debate público, amplio, sereno e informado previo a la promulgación de leyes normativas que marcarán en adelante el camino a seguir.

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