jueves, 28 de febrero de 2013

Armas a la chatarra



    Después de 24 años en servicio, el portaaviones de la Armada “Príncipe de Asturias” regresa al astillero que lo construyó, pero esta vez para destruirlo, es decir, para el desguace, sin haber intervenido en ninguna acción de combate. Este es el destino –el mejor destino posible- de todas las armas de guerra sin que hayan entrado en uso para nada. Debemos felicitarnos de que el achatarramiento sea su final, pero al mismo tiempo es inevitable pensar en la nula rentabilidad de tan cuantiosas inversiones, por la condición humana de tener que armarnos hasta los dientes como forma de disuasión ante potenciales enemigos. Es la materialización del aforismo romano “se vis pacem, para bellum” (si quieres la paz prepara la guerra). Tal mentalidad conduce a una imparable carrera armamentística en la que yo me armo porque antes lo ha hecho el vecino y pone en peligro mi seguridad, y vuelta a empezar. Es la nefasta interpretación del deseo de vivir en paz, por lo que si queremos de verdad lograrlo tenemos que prepararnos para ella. Desafortunadamente, tal aspiración va camino de no traducirse nunca en realidad, aunque el filósofo Immanuel Kant haya trazado el camino a seguir para lograrlo.
    Es justo reconocer que España es uno de los Estados europeos que menor proporción del PIB gasta en Defensa, mas no puede evitar incurrir en fuertes inversiones en armamento, parte de producción nacional y parte de importación, de acuerdo con planes y compromisos adquiridos acaso con insuficiente reflexión. Valga el ejemplo del plan de modernización de las Fuerzas Armadas aprobado en la última década presupuestado en 30.000 millones de euros, suma de la que solamente ha sido desembolsada una parte. La deuda pendiente pesa como una losa sobre las cuentas públicas dada la situación creada por la crisis. Dicho plan consta de 19 programas cuyo coste más importante corresponde a los siguientes capítulos: 68 aviones EF, 9.254 millones de euros; 27 aviones de transporte A-400M, 4.412; 4 submarinos S-80, 2.135; 235 carros de combate Leopardo, 2.390; 4 fragatas F-100, 2.007; 24 helicópteros de ataque Tigre, 1.517. Cuanto más sofisticadas y polivalentes son las armas más elevado es el precio y el mantenimiento. Los juegos de guerra son un deporte muy caro. Y dado que la técnica avanza sin pausa, ¿cuánto tardarán esos artefactos en quedar obsoletos y habrá que renovar los arsenales?
    Cabría pensar que si la Unión Europea lograse la uniformidad de los sistemas de armas y distribución de la fabricación entre los Estados miembros los costes de producción se reducirían considerablemente. El hecho de que Francia y Gran Bretaña dispongan de armamento nuclear debería operar como un elemento disuasorio capaz de disminuir la intensidad armamentística que tanto perjudica el bienestar de la población. Si por este proceso de racionalización se obtuviera un ahorro sustancial en el gasto militar, sería factible aplicarlo a tareas de paz. En el terreno internacional intensificar los esfuerzos en pro de la solución negociada de los conflictos, apoyar las metas de la ONU, regular restrictivamente el comercio de armas y eliminación paulatina de las armas de destrucción masiva. En política nacional sería oportuno fomentar la educación para la paz y los estudios de polemología dedicados a investigar las causas de las guerras y la prevención de las mismas.

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