A través de una encuesta realizada por la Universidad de Salamanca, presentada el 28 de agosto de 2009, nos hemos enterado de que el 40% de los portugueses verían con buenos ojos su integración en una federación ibérica, en contraste con la opinión de los españoles, de los que solamente el 30% apoyarían la idea.
El proyecto merece ser estudiado con detenimiento y objetividad para que los dos vecinos pudieran emitir una opinión fundada respecto a las ventajas e inconvenientes derivados de la fusión para ambos países., que en todo caso precisaría la aprobación mayoritaria en referéndum.
Una federación o confederación reforzaría la posición internacional de la nueva unidad política como resultado de las afinidades de las naciones latinoamericanas y africanas que hablan las dos lenguas, profesan la misma religión y compartieron un pasado común. Su población conjunta rebasa los 600 millones y una proporción próxima al 10% de la población mundial.
La posición geográfica española coarta las comunicaciones de Portugal con Europa al exigir el paso por España. También nuestros principales ríos recorren el territorio de ambas naciones, y ello hace imperativo un régimen de aprovechamiento de sus caudales que respete los legítimos intereses de ambas partes
Dada la vigencia del principio de que la unión hace la fuerza, entiendo “a priori” que los aspectos positivos superarían a los negativos. Dos hechos de reciente acaecimiento harían más factible la viabilidad del proyecto, a los que habría que añadir el disfrute común de regímenes democráticos tras muchos años de dictaduras afincadas en Lisboa y Madrid. Me refiero al Estado español de las Autonomías que entre otras cosas reconoce la existencia de cuatro lenguas oficiales, con lo que el portugués sería una más que compartir en el solar ibérico. Camoens y Cervantes se habrían dado la mano después de siglos de vivir de espaldas uno frente al otro.
El otro acontecimiento a que antes me refría sería la común pertenencia a la Unión Europea desde 1986 que supuso la práctica eliminación de las fronteras y produjo un notable acercamiento de los dos pueblos, reforzado con la adopción de la misma moneda.
Los españoles haríamos bien, con o sin unión política, profundizando en el conocimiento mutuo e intensificando las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales, comenzando por el estudio del portugués, en consonancia con lo que ellos estudian el español.
Quizás fuera una acertada iniciativa que la Universidad de Salamanca diese continuidad periódica a su encuesta, y mejor todavía si organismos oficiales asumieran la tarea para ver como evolucionan las tendencias unionistas a ambos lados de la frontera.
El proyecto merece ser estudiado con detenimiento y objetividad para que los dos vecinos pudieran emitir una opinión fundada respecto a las ventajas e inconvenientes derivados de la fusión para ambos países., que en todo caso precisaría la aprobación mayoritaria en referéndum.
Una federación o confederación reforzaría la posición internacional de la nueva unidad política como resultado de las afinidades de las naciones latinoamericanas y africanas que hablan las dos lenguas, profesan la misma religión y compartieron un pasado común. Su población conjunta rebasa los 600 millones y una proporción próxima al 10% de la población mundial.
La posición geográfica española coarta las comunicaciones de Portugal con Europa al exigir el paso por España. También nuestros principales ríos recorren el territorio de ambas naciones, y ello hace imperativo un régimen de aprovechamiento de sus caudales que respete los legítimos intereses de ambas partes
Dada la vigencia del principio de que la unión hace la fuerza, entiendo “a priori” que los aspectos positivos superarían a los negativos. Dos hechos de reciente acaecimiento harían más factible la viabilidad del proyecto, a los que habría que añadir el disfrute común de regímenes democráticos tras muchos años de dictaduras afincadas en Lisboa y Madrid. Me refiero al Estado español de las Autonomías que entre otras cosas reconoce la existencia de cuatro lenguas oficiales, con lo que el portugués sería una más que compartir en el solar ibérico. Camoens y Cervantes se habrían dado la mano después de siglos de vivir de espaldas uno frente al otro.
El otro acontecimiento a que antes me refría sería la común pertenencia a la Unión Europea desde 1986 que supuso la práctica eliminación de las fronteras y produjo un notable acercamiento de los dos pueblos, reforzado con la adopción de la misma moneda.
Los españoles haríamos bien, con o sin unión política, profundizando en el conocimiento mutuo e intensificando las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales, comenzando por el estudio del portugués, en consonancia con lo que ellos estudian el español.
Quizás fuera una acertada iniciativa que la Universidad de Salamanca diese continuidad periódica a su encuesta, y mejor todavía si organismos oficiales asumieran la tarea para ver como evolucionan las tendencias unionistas a ambos lados de la frontera.
1 comentario:
Sería necesario en primer lugar decirle a cierta compañía aérea que tiene que cambiar su nombre, para así dejar que "Iberia" tome valor en el consciente colectivo como término de significado geográfico/político :)
Terminologías aparte, creo que la idea tiene su atractivo, aunque no está exenta de dificultades. Entre las más importantes destacaría el hecho de que, si bien en España estamos acostumbrados a tener regiones con lenguas propias, siempre ha habido un idioma común y vertebrador entre todas ellas que es la lengua española.
Dejando al margen ese escollo, yo creo que las similitudes entre españoles y portugueses son más que suficientes para que nos pudiésemos sentir cómodos formando parte de una misma nación.
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